domingo. 28.04.2024
milei

La Real Academia Española define como tirano a aquel que abusa de su poder, superioridad o fuerza en cualquier concepto o materia; que impone normas sin justicia y a medida de su voluntad. La referencia describe sin margen de error las actitudes del flamante presidente argentino, Javier Milei, que en apenas quince días en el poder no ha hecho otra cosa que emular a los tristemente célebres tiranos de la historia, dictando –entre otras aberraciones- un Decreto de Necesidad y Urgencia a su medida y a la medida de su titiritero, Mauricio Macri. Un DNU inconstitucional que pulveriza los derechos conquistados en cuarenta años de Democracia, que transfiere los recursos de los más humildes en beneficio de las grandes fortunas, de las corporaciones y de sus socios en el poder, que remata las empresas de bandera nacional al mejor postor y que, ante el malestar social que esto genera, silencia la protesta social a base de “Cárcel o bala”, tal como amenazó en su cuenta de Twitter el Diputado Nacional por La Libertad Avanza, José Luis Espert.   

Durante la campaña electoral, hace apenas poco menos de dos meses, el libertario de la motosierra no había sabido responder a una simple pregunta. “¿Usted cree en la Democracia?”. De modo que no debería de extrañar a nadie lo que por estas horas es, a todas luces, el inicio de una tiranía comandada por un auténtico desquiciado, enfermo de poder, elegido por ese 56 por ciento del electorado que, al grito de “Viva la libertad, carajo”, comienza a entender –demasiado tarde ya- que ha sido estafado, que la única libertad que ha logrado obtener gracias a la nueva administración, es la de morirse de hambre o baleado por la gendarmería por reclamar lo que ya no le pertenece.

Quienes no votamos a este engendro aun recordamos los desastres que los procesos neoliberales han causado en la Argentina; sabemos, además, que para aplicar estas políticas extremas del capitalismo más salvaje en países en vías de desarrollo, como el nuestro, la única vía posible es la represión. “Cárcel o bala”, tal como ratifican los fascistas desbocados de La Libertad Avanza. Es por ello que convertir a la protesta social en un delito grave, tipificado por la ley, fue el gran objetivo del anuncio del Protocolo Anti-Piquetes de la ex piquetera y actual Ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, la misma que hace un mes atrás, durante el debate presidencial televisado, era para Javier Milei una “Asesina de niños”; la misma sobre quien pesan los asesinatos de Rafael Nahuel y de Santiago Maldonado, ocurridos durante el nefasto y represivo gobierno de Mauricio Macri, el titiritero del libertario. 

A Milei le urge criminalizar a los movimientos sociales, a organizaciones barriales, a los jubilados, a los desamparados, a los vulnerables

A Milei le urge criminalizar a los movimientos sociales, a organizaciones barriales, a los jubilados, a los desamparados, a los vulnerables. Le urge, digo, porque como un auténtico cobarde, esgrime su prepotencia contra los débiles, y su debilidad con los más poderosos. En el DNU  -que ya ha dado la vuelta al mundo en sendos titulares y contra el cual ya se han presentado varios recursos de amparo- criminaliza además la reunión de tres o más personas (para ello se deberá pedir la autorización del Ministerio de Seguridad), amplía la discrecionalidad de la policía y de gendarmería para matar, e impide que los familiares de las víctimas de la violencia institucional puedan querellar al Estado. 

El derecho a protestar, reconocido por tratados internacionales -vigente en Argentina- es la base para defender derechos y conquistar otros. O lo era, porque la urgencia de Milei es derogar ese derecho e impulsar penas de prisión para quienes decidan ejercerlo. ¿Existe alguna duda de que se trata de una imposición de normas hechas a la medida y voluntad del bruto de la motosierra?

Al igual que lo hiciera durante su mandato Mauricio Macri, lo que Milei necesita es disciplinar a la sociedad para que acepte mansamente el plan de hambre y miseria mediante el cual ganarán los de siempre, los que ahora han vuelto al poder luego de haber conquistado a esa facción estupidizada del electorado que ya va comenzando a padecer las consecuencias de esta cosa que en nada se asemeja a la democracia que supimos conseguir hace cuarenta años.

Un tirano en la Casa Rosada