sábado. 27.04.2024
Nayib Bukele El Salvador
Nayib Bukele
 

Washington vigila de cerca los procesos electorales de Latinoamérica, su patio de atrás, en donde sus candidatos títeres se aprestan para dar batalla en las urnas. Del mismo modo que en Argentina se produjo el triunfo del libertario Javier Milei, es muy probable que el próximo 4 de febrero suceda lo propio en El Salvador, un país sumido en la tragedia del neoliberalismo impulsado por Nayib Bukele, quien -según las últimas encuestas realizadas por la Universidad Centroamericana (UCA)- sería reelecto con un 81,9% de los votos.

Las políticas sociales y económicas impulsadas por los gobiernos de corte neofascista implican sistemáticas violaciones contra los derechos fundamentales de la sociedad. En El Salvador de Buekele se registran más de setecientas denuncias por violaciones de los derechos humanos, en su mayor parte detenciones arbitrarias. Según la ONG Cristosal, en la aplicación del Régimen de Excepción en El Salvador los “victimarios” son –en más del 70% de los casos- integrantes de la Policía Nacional Civil (PNC). Los derechos suspendidos son la libertad de asociación, la inviolabilidad de la correspondencia y comunicaciones, el periodo de detención administrativa de 72 horas, la detención con derecho a conocer las causas, y el de defensa. Algo similar a lo que pretende la Ministra de Seguridad argentina, Patricia Bullrich, con la aplicación del Protocolo de Seguridad 2024 que criminaliza la protesta social y el derecho a huelga, entre otras aberraciones totalitarias.

En opinión del español Gabriel Bayarri, observador de los procesos electorales en la región, el ascenso de la derecha en Latinoamérica “es un fenómeno autoritario en el que básicamente se ve cómo estos pequeños grandes hombres, líderes imperfectos, asumen espacios de control en el ejecutivo y cómo la gente, guiada por categorías que no son la izquierda y la derecha, sino otras vinculadas a la desafección y a un sentimiento de anticorrupción y de pureza, encuentran en estos líderes una respuesta a la situación política”.

El decretazo que le permitió a Bukele tomar el control de las calles y sacar al ejército en contra de las pandillas, es el mismo que ha permitido a Milei, en términos de la justificación económica, llevar a cabo el experimento social que está haciendo en Argentina. Pero también se asocia a lo que está ocurriendo en Ecuador, en donde la crisis social, como consecuencia de las políticas extremas del gobierno, han provocado una ola de violencia sin precedentes en la historia del país.

Bayarri explica que durante las entrevistas que está realizando en El Salvador, “la gente asegura que prefiere tener seguridad en la calle a comer. Estamos viendo cómo la juventud está siendo muy estigmatizada y otros sectores de la sociedad. Principalmente el activismo, el ecologismo, o la defensa de los derechos humanos, están siendo atacados por la gestión del gobierno”.

La creación del enemigo interno, la inoculación del miedo al otro, de la desconfianza hacia el pobre, es una de las estrategias del manual neoliberal. La distracción es una herramienta de los mandamases de la ultraderecha, una cortina de humo detrás de la cual se esconden los intereses auténticos por lo que han llegado al poder. En el caso argentino, para saquear los recursos naturales, para vender al mejor postor las empresas públicas y favorecer a la élite para la que Milei trabaja en pos de proteger sus privilegios.

Las derechas latinoamericanas han sabido capitalizar el uso de las redes sociales. Durante su estadía en Davos, en donde el presidente argentino hizo su primer papelón internacional al asegurar que “Occidente está en peligro” porque “Abren las puertas al socialismo”, las redes sociales del mandatario ultra registraron una actividad que hace pensar que, lejos de trabajar como presidente, Javier Milei es, además de cipayo, un simple tuitero. 

“En el caso de Milei, hemos visto una cultura influencer muy fuerte; y lo mismo sucede con Bukele en El Salvador. Bukele es una figura que ha atravesado distintas esferas de la gestión política, incluso fue alcalde de San Salvador hasta llegar a la presidencia, y de alguna forma utiliza las redes sociales como una plataforma pública a través de la cual hace despidos, habla de la forma en la que se tienen que realizar gestiones, etc. Las ideas del futurismo fascista eran así, había toda una proyección en lo urbano, y en el caso de El Salvador se está viendo de forma muy clara cómo el propio urbanismo afecta la forma de entender ese populismo de derechas. Cuando Bukele era alcalde hablaba de un proyecto por día, y ahora mismo lo que utiliza es el instrumento de la hipérbole para hablar constantemente de la mayor carretera, la mayor biblioteca, etc. Son términos de maximización, de ampliación de proyección que estaría haciendo que los salvadoreños recuperasen cierta autoestima”.

Las extremas derechas utilizan la fragilidad latinoamericana para facilitar una subida de la autoestima a través de la hipérbole, según sostiene Bayarri. “Esto hace que las personas puedan sentir nuevamente orgullo de lo que son. Y este es un elemento que a través de las redes sociales, estos líderes autoritarios manejan muy bien. Que estemos viendo la represión bestial que Bukele ha hecho en El Salvador, o la que ahora se está viviendo en Ecuador, representa las formas, las pautas del discurso más populista que veamos en los próximos tiempos en toda América Latina”

Latinoamérica y el futurismo fascista