martes. 30.04.2024
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En el diario Público, el 12 de agosto de 2018, en su apartado Punto y seguido, se publicó un artículo con los puntos más relevantes del Estado judío de Israel. Es necesario mencionarlo por las implicaciones que tiene en el Genocidio que sigue perpetrando el gobierno de Israel con el pueblo de Palestina; Genocidio que he denunciado en varios artículos, en Nuevatribuna.

Del texto mencionado reproduzco los puntos más destacados, con sus correspondientes comentarios, de La Ley Básica de, “Israel, el Estado Nación Judío:

1) La “nación israelí” deja de existir para ser sustituida por la “nación judía”, convirtiendo a los miembros de otros grupos étnicos y religiosos en ciudadanos de segunda. Así, se excluye a las minorías nacionales de participar en la construcción del país mientras los países avanzados buscan fórmulas para la integración de los inmigrantes recién llegados.

2) Afirma que Israel es un estado para todos los judíos del mundo (¡siempre y cuando no sean negros!), a la vez que niega proteger a los sectores no judíos que habitan su territorio, poniendo patas arriba las teorías del Estado. Israel abandona oficialmente la idea de ser un Estado plurinacional, al imponer la condición de “jurar la lealtad el Estado judío” para obtener la ciudadanía, y a sabiendas que los israelíes musulmanes, cristianos o drusos (fieles de un credo ecléctico que lleva el nombre de su fundador iraní Mohammad Darazi), no lo harían, les convierte en una minoría extranjera en su propia tierra, y a los refugiados en eternos apátridas. Es como si Japón o China piden lealtad al budismo para obtener la nacionalidad. En la India, por ejemplo, el juramento de lealtad es a la constitución y a las obligaciones civiles, y no al hinduismo.

Que Israel nunca haya definido sus fronteras le deja las puertas abiertas para ocupar “desde el Nilo hasta el Éufrates” manda el proyecto sionista

3) La Ley acaba con confusión acerca de la “identidad judía”: hace referencia a la fe o la etnicidad. Israel nunca ha sido un estado secular. La misma razón declarada de su fundación es religiosa, y parte de su legislación nada tiene que envidiar a la Sharia islámica en cuanto a la mujer se refiere. Pero no se confundan, no se trata de establecer una religión del Estado, como la que ha hecho Rusia con la religión ortodoxa, o lo es la católica en Argentina: ninguno se presenta como un “Estado cristiano” que asigne determinados privilegios a los fieles de estos credos. Más bien es como el nacionalcatolicismo de Franco o el nacionalismo de Irán. De hecho, esta ley elimina conscientemente el término “democrático”, que en las anteriores definían a “Israel como un Estado judío y democrático”. Ahora solo será judío.

4) Planea expandir los asentamientos judíos “como un valor nacional”, por lo que mantendrá los actuales (que son ilegales) en Cisjordania y Jerusalén, y los ampliará: Que Israel nunca haya definido sus fronteras le deja las puertas abiertas para ocupar “desde el Nilo hasta el Éufrates” manda el proyecto sionista.

5) Declara a Jerusalén como ciudad “indivisible” unida a Israel para que entre otras implicaciones el poco probable futuro estado palestino no pueda instalar su capital en la parte oriental de la urbe como exigen los acuerdos internacionales.

6) Imposibilita también la creación de un Estado binacional para los judíos y árabes.

7) Reserva el derecho a la autodeterminación exclusivamente para el pueblo judío, evitando así futuras intenciones separatistas.

8)  Revoca el estatus de la lengua árabe, que en teoría era cooficial junto con el hebreo (nada que ver con la cohabitación del finés y el sueco en Finlandia o el pastún y el darí en Afganistán), y la rebaja a una posición “especial”. Elimina, así, la demanda de los ciudadanos árabes de incluir su idioma en los trámites oficiales, los carteles y anuncios, etc.

9) Consolida el sistema de Apartheid contra los no judíos. A lo largo de décadas, Israel ha demolido decenas de miles de casas árabes, ha encarcelado a sus propietarios o los ha expulsado; ha arrancado millones de sus árboles frutales, quitándoles el pan, secándoles el agua y ha ocupado Cisjordania con medio millón de colonos. En el mismo Tel Aviv, según el diario Haaretz, los árabes sufren la segregación: hasta en las maternidades de los hospitales las madres árabes son separadas de las judías, sin que ninguna lo pidiera.

10) La ley así también discrimina a millones de judíos no religiosos.

Los seres humanos han creado leyes para resolver los problemas de convivencia. No es este el objetivo de la extrema derecha que gobierna algunos países: las elabora para provocar tensión y conflictos sociales y así justificar la represión. Si uno de los motivos de este cambio ha sido el temor al alto índice de natalidad de los árabes que hoy componen el 21% de la población (en 1948 eran 1,2 millones árabes frente a 600,000 judío), es como si el gobierno de España acabara con los derechos de la ciudadanía de los andaluces. A demás de inmoral es ineficaz: la minoría supremacista blanca de Sudafrica fue condenada y asilada por todo el mundo, a excepción de algunos países como Israel.

Hasta aquí el texto referido, al que tengo que agregar los antecedentes que le precedieron, ya que mucho antes de proclamar la declaración de “Estado judío”, en 2018, los sucesivos gobiernos de Israel se comportaron como si ya existiera el redactado en el subconsciente de los diversos gobernantes.

A la creencia de superioridad de un grupo humano respecto a otros se le sigue llamando “racismo”, de momento; y esa es la ideología que primer ministro israelí, Manachem Begin, (1977-1983) llevaba en su cabeza cuando pronunció: “Nosotros somos dioses sobre este planeta. Somos tan diferentes de las razas inferiores como ellos lo son de los insectos... Las demás razas son consideradas como excremento humano”.

Anteriormente, la ministra Golda Meir dijo el 15 de junio de 1969, al Sunday Times: “No existe el pueblo palestino, … ellos no existen”. Al igual que Golda Meir. Recientemente, un político ha dicho que son animales humanos. La negación del pueblo palestino les otorga vía libre para usurparles sus tierras, la vida misma, meter en prisión a quienes osen oponerse al expolio permanente cometido por el ejército de Israel y los colonos, levantar muros y puntos de control para impedir normalizar la vida del pueblo palestino.  

Con una larga a trayectoria de acoso y derribo, que se inicia en 1949, el parlamento israelí aprobó, la Ley Básica de Israel con 62 votos a favor, 55 en contra y dos abstenciones, en el año 2018, convirtiendo a “Israel en el Estado Nación Judío”. Las religiones al igual que los nacionalismos, siempre son excluyentes y, por tanto, supremacistas. Habrá que repetir cuantas veces sean precisas que la religión es un asunto personal y, por ello, debe mantenerse separada de los estados, si es que queremos hablar de democracia. Además, la ley del 2018 es antisemita porque los árabes también son semitas y quedan excluidos en ella, ya que, según los textos sagrados, los judíos son descendientes de Isaac y los árabes de Ismael, ambos hijos de Abraham. Pero seguro que nadie, o muy pocos se rasgarán las vestiduras. Ya sabemos que Israel goza de Impunidad absoluta.

¿Dónde fue aparar la declaración de independencia de 1948, cuando la ONU dictaminó la creación de un Estado para los judíos? Aquella que prometía: “completa igualdad de derechos sociales y políticos para todos sus habitantes independientemente de su religión, raza o sexo”.

La cruel realidad es que Israel pretende expulsar al pueblo palestino de sus tierras; terrenos que habitan durante siglos

La cruel realidad es que Israel pretende expulsar al pueblo palestino de sus tierras; terrenos que habitan durante siglos. Dicha pretensión parece estar en el ADN de los diferentes gobiernos de Israel y se ha ido reforzando año tras año hasta llegar a la solución final que pretenden aplicar. En agosto de 2005 el gobierno de Ariel Sharon retiró los colonos del territorio de Gaza, de forma unilateral. Pero la retirada no fue movida por ningún sentimiento de justicia; se hizo con la idea de lanzar próximas embestidas contra la integridad física del pueblo palestino, sin que los colonos pudieran sufrir pérdidas humanas. Y a las pruebas me remito: tras los bárbaros ataques contra la franja de Gaza, llamados, muro de defensa, operación hierro fundido, cerco protector, han dejado un reguero de muertos, mutilados, enfermedades y destrucción sistemática de infraestructuras civiles, incluidas Instituciones Internacionales, el Genocidio no ha parado, (en mis anteriores artículos están los datos).

A las masivas movilizaciones que las sociedades han realizado por todo el planeta, ahora se ha sumado las del pueblo israelí pidiendo negociaciones con Hamas y la devolución de los rehenes que mantiene Hamas. El pueblo palestino ya no puede esperar más. El informe de Mary Lawlor, Relatora de la ONU para los derechos humanos, deja muy clara la situación en la que sobrevive el pueblo palestino, y ello debería ser suficiente para terminar con el Genocidio. Pero, aun así, cierto escepticismo me embarga. ¿Servirán los Organismos Internacionales creados para mantener la justicia y la paz para tal fin, o tendremos que enterrarlos porque ya se han muerto por Inanición?

Israel perpetúa el genocidio del pueblo palestino