domingo. 28.04.2024
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Una salida de un día va a ser lo que les voy a proponer hoy. El recorrido sería los Bañales y Uncastillo por la mañana y comer en Uncastillo o Layana. Por la tarde visitar la portada de Santa María la Real de Sangüesa y sobre todo fíjense en la parte del Juicio final, que es una auténtica maravilla y para terminar en el monasterio de Leyre con su explicación correspondiente y después asistir a una sesión de gregoriano.

Este viaje sería el ideal para hacer desde Zaragoza. También se puede hacer al revés desde Pamplona que es que yo realicé.

El guía de Uncastillo es Jesús que explica conciso y claro, pero sobre todo, háganle cantar. El guía de Los Bales es Joaquín, un jubilado enamorado del mundo de los romanos y que disfruta explicando todo.


  1. La iglesia de Santa María de Uncastillo
  2. La Iglesia de San Felices
  3. La iglesia de San Martín de Tours 
  4. El castillo de la Peña de Ayllón
  5. Los Bañales

La iglesia de Santa María de Uncastillo

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Iglesia de Santa María (Imagen: uncastillo.es)

Es una iglesia románica que fue construida sobre una antigua iglesia mozárabe del siglo x entre los años 1135 y 1155 a expensas del rey Ramiro II de Aragón. Ha sido tradicionalmente el templo principal.

La iglesia de Santa María de Uncastillo tuvo por un tiempo la categoría de colegiata y en ella destaca poderosamente su escultura, que se atribuye al Maestro de Olorón, y decora las arquivoltas de la portada sur, además de la sobrepuerta del atrio de la fachada occidental, los canecillos del ábside y otros lugares de los muros.

Su Planta es de estilo románico, del siglo xii, es rectangular de una sola nave, rematada por un ábside semi-circular. En su construcción se usaron sillares de buena calidad y talla regular.

Tiene una única nave, que consta de seis tramos, reforzada por contrafuertes y cubierta con bóveda de cañón ligeramente apuntada y soportada por arcos fajones dobles, está rematada por un presbiterio de tramo recto y ábside semicircular rematado por cinco contrafuertes y cinco ventanas aspilladas.

La cubierta del ábside apoya en una cornisa decorada con ajedrezado jaqués y canecillos esculpidos con relieves figurativos. La entrada a la iglesia se efectúa por la fachada Sur mediante un pórtico con arco de medio punto y tres arquivoltas abocinadas apoyadas en columnas, algunas de fuste helicoidal, y capiteles historiados.

Se realizaron diversas modificaciones a la planta original:

  • Se añadió una torre gótica en el muro Sur-occidental en el s XIV,, rematada en un estilizado pináculo gótico.
  • En el s XVI, un claustro renacentista en el muro norte y el coro gótico en los dos últimos tramos de la iglesia.
  • La capilla del Santo Cristo se construyó en el siglo XVII, situada a los pies de la iglesia en el lado de la Epístola y un atrio que sustituyó la portada oeste.
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Portada sur Santa María de Uncastillo (Foto:Wikipedia)

Sobre la entrada del atrio, se encajó una epifanía, probablemente procedente del tímpano de la derruida portada románica del muro de poniente, colocada directamente sobre la puerta.

Se sitúa en el centro una Virgen en su trono con niño bajo un arco de medio punto profusamente ornamentado con telas y apoyado en dos columnas con capiteles de ornamentación vegetal. A su izquierda está San José y a su derecha los Reyes Magos sobre los que aparece una estrella.

La iglesia de Santa María de Uncastillo expresa “una euforia carnavalesca, un llanto y crujir de dientes”. En uno de los canecillos historiados que decoran el ábside, ha sido señalado a menudo como un ejemplo de representación de la lujuria carnal. En él se representa a una mujer sentada a caballo sobre un hombre, mientras una serpiente le susurra a ésta al oído.

La Iglesia de San Felices

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Iglesia de San Felices (Foto: uncastillo.es)

La iglesia de San Felices tiene dos importantes portadas cuyas mochetas y tímpanos están esculpidos por el taller del Maestro de San Juan de la Peña.

La puerta meridional lleva un tímpano con el martirio del santo que es arrastrado por dos caballos en presencia de sus verdugos y de un ángel. Presenta un gran dramatismo la escena quizás en espera de recoger su alma. Su iconografía está esmeradamente elaborada.

Sostienen el tímpano dos montantes decorados con bestias que están devorando a figuras humanas. Estas figuras empiezan a desvelar lo que será el estilo característico del Maestro Agüero, aunque todavía es poco refinado al tratarse de una obra temprana.

Ala izquierda de la puerta hay una inscripción muy erosionada y distribuida en dos sillares. También encontramos una lápida funeraria escrita en otro sillar.

La portada norte, cegada, también muestra otro magnífico tímpano esculpido por el taller del Maestro de San Juan de la Peña. En este caso, tenemos a dos ángeles que sujetan un crismón trinitario. Este tipo de Crismón fue un símbolo muy utilizado como señal o marca de identidad por numerosos maestros y gremios de anteros medievales.

El templo tiene una única nave dividida en tres tramos y acabada en un ábside semicircular. La bóveda de este ábside tiene características de ser de más de un cuarto de esfera. La nave está cubierta con una bóveda de cañón apuntada, que está reforzada por tres arcos fajones. Los arcos se apoyan en columnas adosadas a pilastras, que exteriormente se transforman en contrafuertes.

Los capiteles de los arcos fajones están esculpidos con motivos vegetales de factura muy sencilla, mientras que los del arco triunfal son lisos.

La cripta está formada por un ábside semicircular de diámetro ligeramente superior al de la iglesia. La bóveda está reforzada por gruesos nervios. Exteriormente está hecha con sillares de un tono más gris que el resto del templo. Tiene un acceso propio desde el exterior a través de una puerta situada en el inicio del ábside por el lado derecho.

Debido a la poca altura de los arcos torales y las bóvedas arrancan directamente el nivel del suelo.

En el interior del templo se conserva una pila bautismal de planta cuadrada y que se ha reaprovechado como base del altar.

La iglesia de San Martín de Tours 

San Martín de Uncastillo

Su construcción data del siglo XII, siendo un importante templo románico que llegó a ser la segunda iglesia de Uncastillo en dignidad de su arciprestazgo. La consagración de la cabecera actual fue oficiada por el obispo de Pamplona en el año 1179. De este evento da muestras la inscripción bajo el ventanal central de la cabecera donde podemos leer: ERA MCCXVII.

La fundación de un templo intramuros bajo la advocación de San Martín parece remontarse al siglo XI d.C., durante el reinado de Ramiro I, por lo que parece que la localidad contaba ya con un templo anterior antes de edificarse el románico. Un documento datado en el siglo XI d.C., actualmente en paradero desconocido, pero del que se conserva una copia realizada en la primera del siglo XX, constata que Pedro I, hijo de Sancho Ramírez, cedió al obispado de Pamplona dos iglesias de Uncastillo: San Felices y San Martín.

La iglesia actual consta de tres naves, con la central más ancha que las otras dos, y todas ellas cubiertas con bóvedas de crucería estrelladas, además de disponer de un claustro de planta irregular. La torre, de planta cuadrada, es de difícil datación, ya que algunos especialistas creen que el templo original contó con una, pero otros indican que su construcción se llevó a cabo a finales de la Edad Media. En ella se observan varias fases constructivas, pudiendo pertenecer su arranque al periodo románico, si bien el campanario sufrió una transformación posterior.

En origen, el templo era de planta rectangular, con una sola nave cubierta con bóveda de cañón apuntado, con un ábside semicircular y una torre a los pies. Esta disposición se perdió con la reforma que sufrió el templo en el siglo XVI. El templo que se conserva hoy en día enmascara, bajo su aspecto renacentista, parte de los restos de época románica.

El castillo de la Peña de Ayllón

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El castillo de la Peña de Ayllón. (Foto: Wikipedia)

Está asentado sobre un montículo rocoso desde donde domina todo el paisaje, conocido con el nombre de la Peña Ayllón. ​ Es una de las más extensas y mejor emplazadas de Aragón, sobre una peña de laderas muy escarpadas, a cuyo alrededor se apiña el caserío, del mismo nombre, entre los cauces de los ríos Riguel y Cadenas, que hacían la función de fosos 

Tiene planta ovalada e irregular está adaptada al terreno rocoso donde fue construida, y presenta una extensión de unos 115 por 75 metros. Está dividida en dos espacios.

El primer espacio es el más grande, y está situado en el lado sur del castillo. En él se encuentran la puerta de entrada, en recodo, y unas escaleras excavadas en la roca.

El segundo espacio está situado en la zona más elevada. En él se sitúan dos torres, una en cada lado: la torre del homenaje y la torre vigía. Ambas están unidas por muros levantados en los bordes de la propia peña, que los hace prácticamente inexpugnables. En su interior se presenta un pequeño patio de armas y el aljibe.

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Torre del Homenaje

La torre del homenaje de este castillo data del siglo xiii. Tiene una planta cuadrada de 10 metros de lado, con dos de ellos levantados al borde de la peña, del mismo modo que los muros.

En sus orígenes estaba dividida en su interior en tres plantas y tenía chimenea, a causa del duro clima del lugar. Está construida con sillares de calidad y rematada con almenas, y posee dos puertas en arco de medio punto, en sus otros dos lados:

La primera de ellas, cubierta por bóvedas ojivales. Las otras dos, con arcos fajones sujetando los techos.

Los Bañales

Son los restos de una ciudad romana cuyo nombre no puede certificarse aún con seguridad. Debió ocupar una extensión de algo más de veinte hectáreas de terreno, delimitadas al norte por un monumental espacio residencial, al sur por el cerro de El Huso y La Rueca, al este por Puy Foradado y el trazado elevado de un acueducto romano, y al oeste por la supuesta necrópolis al pie del cerro de El Pueyo. ​

De la citada ciudad, durante muchos años, lo único estudiado con detalle fue su sistema hidráulico, dotado de unas monumentales termas, construidas a finales del siglo i d. C., y de un acueducto que transportaba el agua a la ciudad desde un posible embalse próximo.

Fueron precisamente las termas las que debieron dar nombre al lugar y a la antigua advocación de Nuestra Señora de los Bañales, cuya ermita preside el área arqueológica.

Historia

El nombre que actualmente se considera más plausible es el de Tarraga, la Teracha listada en el Ravenatem, que es una civitas foederata según los listados de Plinio relativos al convento jurídico de Caesaraugusta, que sería la Tarraga vascona citada por Prolomeo en la vía de Caesaraugusta a Pompelo, aunque dicha vía no se cite en el itinerario de Antonino.

Según proponen los últimos datos conocidos, la ciudad tuvo un primer y casi general abandono en torno al siglo iii d. C., un traslado de sus élites locales a fincas rurales explotadas ya desde el siglo i a. C., y una retracción de su poblamiento hacia El Pueyo, el montículo prominente de la ciudad, donde parece sobrevivir hasta el siglo ix d. C.

Sus restos ofrecen sensacionales ejemplos de la arquitectura pública y privada romanas y, en especial, de la ingeniería hidráulica.

El Pueyo

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Estructuras de un posible templo en la cumbre de El Pueyo. (Foto: Wikipedia)

Se calcula que la ciudad ocupó una superficie aproximada de 24 hectáreas, entre la ladera sur del cerro de El Pueyo y el montículo de El Huso y La Rueca (503 m.), al fondo del valle hay dos grandes y toscas piedras en posición vertical, levantadas en época romana y cargadas de viejas leyendas de gigantes y de sansones, posiblemente un hito terminal de la ciudad, al pie del paso de la vía.

El cerro de El Pueyo, un pequeño promontorio de 567 metros de cota y algo menos de un centenar sobre las tierras circundantes, es posiblemente el punto de origen del poblamiento de la zona en época prerromana, romanizado en distinta medida en cada una de las tres terrazas en las que está estructurado y según las últimas evidencias conocidas, muy probablemente ocupado hasta el siglo ix de nuestra era, cuando la ciudad ya hacía siglos que estaba en proceso de desmantelamiento y sus habitantes dispersos por el territorio.

Desde el punto de vista doméstico, el sistema urbanístico varió en cada una de las terrazas. Así, en la más inmediata al foro, una calle central y aún hoy visible servía de eje para que las viviendas se dispusieran en torno a ella de modo radial.

Protegiendo la segunda terraza se conservan restos de una muralla realizada con grandes sillares y en el punto más alto del cerro vestigios de un edificio monumental, tal vez un templo de factura romana, manteniendo el uso que pudo tener esta misma zona en época prerromana, ya que desde este punto se domina visualmente todo el valle.

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El Foro

La primera terraza de El Pueyo, pudo estar reservada a fines de carácter público. Así permiten evidenciarlo los restos de la edificación de un templo, consistentes en una importante concentración de pedestales y elementos moldurados de notable envergadura junto a un muro de cierre en ángulo hacia el cerro, revelando ya sin lugar a dudas, que se trata en realidad de un foro monumental del que hasta el momento solo se conocen parte de sus laterales norte y oeste.

El foro se sustentaba sobre grandes cajas de cimentación asentadas sobre la propia roca y realizadas con grandes sillares almohadillados, lo que hace intuir que los espacios superiores fueron de una majestuosidad imponente.

Esto unido a su situación elevada y aterrazada en una amplia área comprendida entre la Ermita de Nuestra Señora de Los Bañales y el camino de subida a El Pueyo hacen suponer que el foro sería ostensiblemente visible desde la vía, a su paso a cierta distancia al sur de la ciudad cruzando el valle.

Las Termas

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Las Termas (Foto: Wikipedia)

Las termas son sin duda, el monumento más representativo del yacimiento de Los Bañales. Tiene un excelente estado de conservación actual se debe a su aprovechamiento durante años como vivienda.

Su extensión de unos 530 m² y una capacidad para 60 personas aproximadamente, hacen suponer que no serían las únicas termas de la ciudad, dado que el potencial que la misma está desvelando necesitaría de unas termas de mayor capacidad.

En cualquier caso estas disponen de todas las salas necesarias para realizar un recorrido termal o de aseo completo:

  • Se accedía por dos pequeños vestíbulos con bancos, que permitían controlar los turnos de entrada y salida de estos.
  • Se pasa a un vestuario llamado apodyterium en el que se conservan en sus paredes las hornacinas a modo de guardarropa.
  • Desde éste y a través de dos puertas se puede acceder a la sala fría, el frigidarium en la que hay una pequeña piscina llamada natatio.
  • De ella se pasa a la sala templada llamada tepidarium.
  • Desde esta a la sala caliente, el caldarium, donde también había una bañera de agua caliente, en una sala que funcionaba como sauna llamada sudatio.
  • En el lateral este de las termas había unas letrinas accesibles desde el frigidarium y desde el vestíbulo.
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Apodyterium de las termas de Los Bañales. (Foto: Wikipedia)

Zonas residenciales, artesanales y comerciales

Existen varias zonas en la ciudad de Los Bañales, con estructuras que se identifican como zonas residenciales y comerciales, tanto en época romana como en otros momentos de su historia. Cada una de esas zonas tiene sus particularidades.

Área doméstico artesanal

Junto a las termas, se descubrió un espacio de carácter artesanal e industrial, construido aprovechando otros espacios de aspecto monumental de uso posiblemente público, y reutilizando materiales arquitectónicos de otras construcciones.

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V son los vestíbulos. A el apodyteirum. F frigidarium. T el tepidarium. C el caldarium. PI piscina. La wáteres. Al sauna sudatio. PR el propnigeum que era la sala de calderas. Al/lb Recipiente de agua.

Se observan en este espacio, tanto estancias de tipo residencial, como otras que parecen ser industriales, como hornos o zonas de almacenaje, lo que hace pensar que pueda tratarse de viviendas con talleres artesanales y teniendo en cuenta que se han encontrado gran cantidad de objetos realizados en hueso, es posible que se tratara de una tienda, llamada tabernae dedicada a la fabricación y venta de estos productos.

Calle porticada

Lo primero que se encuentra el visitante que llega a Los Bañales por la población de Layana, son dos colosales columnas toscanas. Durante décadas se consideraron erróneamente un posible acceso al foro de la ciudad o parte de un mercado llamado macellum.

En realidad, estas dos columnas y otras de las que solo se conserva su base formarían parte de un pórtico ubicado en el cruce de dos calles, de las que se conservan parte de las aceras en uno de cuyos ángulos se ubicó una vivienda monumental, previsiblemente perteneciente a la élite local.

Se trata de una vivienda, con peristilo central, al que se abrían las estancias principales, de las que se conservan partes del zócalo de piedra, en el que se apoyarían los distintos muros.

Junto a esta zona se conservan, también, los restos de una escalera que conduciría a otra zona ubicada en una terraza inferior, actualmente zona de cultivo.

Viviendas de El Pueyo

Viviendas en El Pueyo de Los Bañales y vista del valle. (Foto: Wikipedia)

Ocupado por viviendas de época prerromana, El Pueyo fue extraordinariamente aprovechado en toda su extensión y en el caso de las viviendas, especialmente su segunda terraza, donde hoy en día se pueden intuir, observándola desde un punto elevado, las distintas manzanas de casas, las llamadas insulae.

En las fachadas de estas casas, que en algunos casos debieron tener bajos comerciales, las tabernaes que se pueden observar bloques bien escuadrados y de gran tamaño situados en zonas clave de la edificación, mientras que los zócalos medianeros del interior fueron elaborados con sillarejo y ortostatos (1) perpendiculares para dar mayor consistencia al muro.

Su estructura atípica para el modelo romano hace suponer que son viviendas adaptadas a las distintas épocas de pervivencia de la población en esta zona de la ciudad, desde siglos antes a la romanización y hasta siglos después del desmantelamiento de las estructuras públicas de la ciudad romana.

Una parte de la segunda terraza, se encuentra en la actualidad de nuevo en estudio, habiendo descubierto en las últimas excavaciones un tramo de la muralla que rodeaba esta terraza, con el basamento de una de sus torres e incluso el quicio de una puerta de la muralla.

Abastecimiento de agua

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Tramo de specus del acueducto de Los Bañales. (Foto: Wikipedia)

Ubicada en una inmensa planicie en el centro de las cuencas fluviales de los ríos Riguel y Arba de Luesia, la ciudad de Los Bañales debió solventar, por medio de cisternas y de manantiales hoy extintos, el abastecimiento de agua en sus orígenes, pero su crecimiento o la pérdida de los acuíferos originales le llevaron a construir un sistema hidráulico, sin parangón en el mundo romano, que le proporcionara el volumen de agua necesario para cubrir todas sus necesidades.

A juzgar por las marcas atestiguadas en algunos de los sillares de los pilares del acueducto, alude a la Legio III Macedonica, que participó en la construcción entre los años 9 y 5 a. C. en la construcción de la vía entre Caesaraugusta y Pompaelo junto a la Legio VI Victrix y la Legio X Gemina se podría datar la construcción del acueducto en esas mismas fechas, coincidiendo con el que sería el primer despegue monumental de la ciudad.

Tramo elevado del acueducto: los Pilarones

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Pilares del acueducto. (Foto: Wikipedia)

El acueducto constituye uno de los elementos más destacados del yacimiento arqueológico de Los Bañales. Se trata de una obra, que a pesar de su aparente tosquedad es una referencia entre los acueductos romanos en España debido a su sistema constructivo.

Se extiende desde Puy Foradado, que salvando una pequeña depresión de unos 350 m, apoyándose en una cresta rocosa, en parte elevado sobre pilares y en otros puntos por un canal tallado en la propia roca llamado specus, para acceder a la ciudad de Los Bañales en algún punto aún por determinar.

De esta parte elevada del acueducto se conservan 32 de los más de 70 pilares que se supone que debió tener, construidos con sillares de arenisca de la zona, en número y grosor variable en cada pilar, dependiendo de la altura necesaria, colocados en seco uno sobre otro e ingeniosamente apoyados sobre el estrato de areniscas que aflora en la zona y en el que se labraron las cajas de cimentación necesarias para el equilibrado de cada pilar sobre el terreno.

El sillar superior de cada pilar, tiene un rebaje en forma de U que serviría para el apoyo del dintel que sostendría el canal o tubería que transportaría el agua y, a unos 90 cm de la coronación de cada pilar, aparece una perforación horizontal de lado a lado, que permitiría crear un sistema de apuntalamiento para el apoyo del dintel en el centro del vano entre cada dos pilares, reforzando de ese modo la estructura.

El tramo elevado de este singular acueducto se complementaba con tramos de specus tallado en la propia roca -se han recuperado algunos metros de este sistema-, aprovechando la ladera de algunas lomas, manteniendo el nivel necesario y con la pendiente adecuada para la continuidad del tránsito del agua. Teniendo en cuenta las cotas a las que se encuentran los distintos elementos del recorrido se ha calculado que todo el acueducto mantenía una pendiente constante inferior al 0,1%, un metro de diferencia por cada kilómetro de recorrido, lo que hace una diferencia de altura entre pilares de unos pocos milímetros.

Existe una leyenda popular que atribuye la construcción del acueducto al Diablo:

“Una joven que supuestamente viviría en Los Bañales, cansada de acarrear el agua desde el río, hace un pacto con el Diablo para que le construya un acueducto que traiga el agua hasta su casa antes de que cante el gallo al día siguiente aportando su alma a cambio, pero cuando próximo al amanecer del día siguiente el Diablo está colocando la última piedra de su obra, la joven acerca un candil al gallo, que creyendo que ya es de día, canta y hace que el Diablo desista pensando que no ha podido conseguir su cometido, consiguiendo la joven de ese modo y tras colocar la última piedra, su preciado acueducto sin pérdida de su alma”.

La Presa

La tradición oral atribuye el origen del agua que llegaba a Los Bañales, basándose exclusivamente en la memoria colectiva, a la Fuente del Diablo de Malpica de Arba. Hasta el momento no ha podido confirmarse este dato y las mediciones de cota realizadas en los más de nueve km en línea recta de recorrido entre este lugar y la ciudad romana lo hacen difícilmente viable, lo que hace pensar que el origen del suministro es otro.

Hay posible presa en el paraje llamado Cubalmena que distaría poco más de 2 km del centro del actual yacimiento, aunque se encuentra ya en el término municipal de Biota.

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Recreación de la presa de Cubalmena.

La estructura descubierta, sin duda se trata de una presa romana, aunque en la actualidad sirve de muro de separación entre dos parcelas de cultivo a distinta altura, pero excavado en su totalidad lo que sería su frontal aguas abajo, se observa un muro de 53 m de largo en forma de arco, realizado con sillares colocados en hiladas escalonadas y apoyado en sus dos extremos sobre dos afloramientos rocosos en los que se apuntalaría para resistir el empuje de la masa de agua. Se han realizado catas en la parte superior del dique, constatando que se construyó sobre un lecho de arcillas que además de apoyo le servía para impermeabilizarlo.

Teniendo en cuenta el tamaño del dique, una altura aproximada de 3 m y la extensión del lienzo de agua según la orografía de la finca superior, se ha calculado que en su momento pudo contener unos 30. 000 m³ de agua. Sería el agua proveniente de un manantial actualmente desaparecido, así como el agua de la lluvia que recogería de los cerros cercanos por los pequeños barrancos que confluyen en esa misma parcela.

Desde esta presa y rodeando u horadando el cerro de Puy Foradado, la salida de agua buscaría el valle en dirección a la ciudad y enlazaría con el tramo elevado del acueducto, aunque de momento no se conoce el punto de arranque ni el modo en el que enlazarían estas dos estructuras.

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Presa de Cubalmena.

Necrópolis

Los Bañales contaron con su propia necrópolis. Se han identificado sus restos al suroeste de lo que habría sido el núcleo urbano, es decir, a espaldas de la ciudad, accesible tanto desde esta como desde la vía que pasaría a poca distancia de este lugar.

Se ha podido constatar que en la necrópolis había estelas cuadrangulares y de cabeza triangular, altares funerarios, pedestales y especialmente cupae. 

 Las cupae son un tipo peculiar de monumento funerario de planta alargada con cubierta cilíndrica, imitando un tonel tumbado, que se utilizaron en algunas regiones del Imperio Romano entre los siglos I y III y que fue excepcionalmente frecuente en esta zona.

Bajo su forma de tonel disponía de un hueco en el que se introducía una urna con las cenizas del difunto y disponía de un orificio lateral para que los familiares pudieran hacer ofrendas y libaciones (2) y en uno de los laterales se esculpía una inscripción conmemorativa.

Las cupae no solo fueron frecuentes en la necrópolis de Los Bañales sino, especialmente, en las de sus fincas rurales, ocupadas por villae de la elite.

Monumentos funerarios

Al amparo de la ciudad de Los Bañales y no lejos de la vía que por allí pasaba, algunas de las fincas de la élite local, disponían en el entorno de sus lujosas edificaciones de acotados funerarios propios, de los que nos han llegado algunas evidencias.

  • Mausoleo de los Atilios. 
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El Mausoleo de los Atilios.

Llamado popularmente El altar de los moros, es un mausoleo romano del que se conserva su portada y en cuyas inscripciones indica que Atilia Festa lo construyó, en vida, para su abuelo Cayo Atilio Genial, para su padre Lucio Atilio Festo y para ella misma. Esta fachada es una de las joyas ornamentales del arte funerario romano en la península ibérica.

  • Mausoleo de la Sinagoga de Sádaba. 

Se trata de un mausoleo romano realizado en opus mixtum, un aparejo romano hecho a base de sillarejo y ladrillo, de planta cruciforme con dos exedras absidiadas a los lados, con brazos desiguales. El monumento sigue paralelos arquitectónicos de época constantiniana del siglo iv d. C. Estaría asociado igualmente a una suntuosa villa, de la que se conservan algunos restos a escasos metros del mausoleo.

La población rural

Pese a la intensa urbanización que la zona registró en época romana, sus antiguas ciudades vivían, sobre todo, de la actividad agraria. Cereal, aceite, vino, esparto, madera, productos ganaderos y, también, arenisca debieron ser los productos estrella de este territorio tan intensamente romanizado, muy bien irrigado por las aguas de los ríos Riguel y Arba de Luesia y atravesado, además, por una calzada fundamental, la que conectaba el valle del Ebro con el Cantábrico y con el Pirineo y una extensa red de caminos secundarios.

La élite local, que disponía de grandes explotaciones agrícolas, mantenía una activa relación con la ciudad, utilizándola como mercado de sus productos y como fuente de trabajadores.

Existían grandes distritos rurales anexos a la ciudad, donde se ubicaban los distintos grupos de artesanos y algo más alejadas y situadas estratégicamente las villae, suntuosas fincas que aprovechaban los recursos de su área circundante y que disponían en algunos casos de importantes instalaciones particulares como termas o necrópolis propias. Algunas de estas villae pertenecen los mausoleos de los Atilios o de la sinagoga de Sádaba.


(1) Los ortostatos son bloques rectangulares de piedra mucho más altos que gruesos, que generalmente se incluían en la parte inferior de un muro encima de los cimientos de los sillares. 

(2) Es un ritual religioso o ceremonia de la Antigüedad que consistía en la aspersión de una bebida en ofrenda a un dios. Los líquidos ofrecidos en las libaciones eran variados, normalmente de vino sin mezclar, leche, miel o hidromiel, aceite, cerveza u otros líquidos, incluso agua pura, que se vertían en el suelo. Fue muy practicada en las religiones de la Antigüedad: griega, romana, judaica.

Uncastillo y los Bañales