domingo. 12.05.2024
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Francisco Nieto | 

El refranero no engaña: La cama es un buen prado: si no se duerme, se está echado. El escritor alemán Bernd Brunner tomó buena nota de ello e hizo de su capa un sayo regalándonos un ensayo tan original como adictivo, este Vivir en horizontal que ahora nos ocupa. El autor se pregunta, con más razón que un Santo, si tumbarse no es en sí mismo algo que frena las cosas y va más allá del relax obligatorio: puedes tumbarte leyendo, mirando las estrellas o, por supuesto, haciendo el amor. ¿Cómo se puede disfrutar del mayor logro de la civilización, las vacaciones, si no es tumbado en la playa?

De la necesidad de descansar, tumbarse pasó a formar parte de la historia cultural de la humanidad; hoy en día, el sofá sigue siendo uno de los muebles más importantes de la cultura viva burguesa. Existen libros importantes que ya trataron el tema de estar acostado: por ejemplo, la gran novela sobre la pereza del escritor ruso Iván Goncharov titulada Oblomov. También muchos escritores fueron creativos estando acostados tal y como reza en sus respectivas biografías, caso de Marcel Proust, Mark Twain o Heinrich Heine, e incluso Truman Capote, al que podemos ver serializado en la reciente Feud: Capote vs los cisnes se autodefinió como “escritor horizontal”.

Acostarse no tiene nada que ver con la pereza. Miguel Ángel, que decoró el techo de la Capilla Sixtina, yacía boca arriba, como bien pudimos ver en el clásico filmado El Tormento y el éxtasis, de Carol Reed. Y por supuesto, el inigualable Groucho Marx no iba a dejar pasar la ocasión y nos regaló una de sus ingeniosas ocurrencias: "Lo que no puedes hacer en la cama no vale la pena hacerlo". S nos ofrecen datos tan hilarantes como el de que los humanos llevamos construyendo camas desde hace unos setenta y siete mil años, pero sin embargo nunca se ha desarrollado una cultura de actividades reclinadas, seguramente porque acostarse suele asociarse con la enfermedad y la muerte y, en el mejor de los casos, con la pereza y la indolencia. ¿Tenemos, por tanto, reservas a la hora de reconocer lo horizontal como una forma de vida?

Sorprende ver hasta qué punto una actividad como tumbarse, que a primera vista podría parecer que requiere poca explicación, está impregnada de ideas culturales y contemporáneas. Lo que se le permite hacer mientras está acostado o cuando se le permite acostarse varía mucho de una cultura a otra. Aquí se suele decir mucho aquello ya dormiré lo suficiente cuando esté muerto. Esto me parece sintomático de cómo la gente hoy en día se enfrenta al sueño y al hecho de estar tumbado, ya que nuestras vidas están programadas con tanta precisión que parece que no haya tiempo material para otra cosa que no sea no parar de movernos como los tiburones.

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Cada uno desarrolla su propia coreografía al tumbarse y dormir, sin importar si es consciente de ello o no. Surge de necesidades y hábitos fisiológicos. También hay intentos repetidos, no científicos, más bien entretenidos, de sacar conclusiones sobre el carácter de una persona a partir de su posición acostada.

Así pues, esta oda al yacer plano funciona como una inmersión rica y profunda en la historia cultural y al mismo tiempo una entretenida colección de historias. Aborda la horizontal de maneras muy diferentes, pero nunca pierde de vista lo extraño y extravagante: ya sea explicarnos como se tumbaban en la Edad de Piedra; la historia del desarrollo del colchón o los últimos descubrimientos conocidos en la investigación del sueño.

Una obra literaria escrita de manera muy elegante y amena sobre un arte que todos dominamos pero que no paracticamos lo suficiente.

Vivir en horizontal, de Bernd Brunner.
Publicado por la Editorial Acantilado

Vivir en horizontal, de Bernd Brunner