lunes. 29.04.2024

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Vicente I. Sánchez | @Snchez1Godotx

Quizás de todos los momentos y situaciones ingeniosas que nos ofrece "El rey que fue", última obra de la compañía catalana Els Joglars, la más lograda sea ver al rey emérito Juan Carlos I cocinando una paella sobre la cubierta de un velero de lujo llamado Superbotín. Una metáfora interesante, ya que, aunque el propio monarca reconoce que una paella es un trozo de España, no duda en ponerle chorizo, agua de mar e incluso vino para cocinarla, dando como resultado un desastre imposible de comer y que será tirado por la borda. Una metáfora muy afilada de lo que ha sido el reinado de Juan Carlos I y con la que esta obra dirigida por Albert Boadella busca realizar un retrato implacable del monarca, analizando no solo cómo fue su reinado, sino cuáles son sus aptitudes como persona.

Para ello, Ramón Fontseré construye un rey emérito bobalicón y campechano que se aburre y se siente olvidado por todos, y que no acaba de entender nada de lo que le está pasando. Ni siquiera la tripulación del barco, entre la que se encuentra su bufón personal, una amante periodista o un capitán inglés, parece que le hagan mucho caso. Se trata de una construcción maravillosa sobre la que gira toda la obra, no solo por su increíble parecido en cuanto a ropa y comportamiento con Juan Carlos I, sino porque es un personaje que da mucho juego y con el que Els Joglars se permite diseccionar la monarquía española y sus errores. 

La actuación de Ramón Fontserè se convierte en el eje de una obra muy libre

Jugando constantemente en el alambre de lo que se puede decir y no decir, la dramaturgia de Fontseré y de Albert Boadella nos brinda una obra que, entre parodia y parodia, se postulan temas de mucho interés que aún son muy sensibles en nuestra sociedad. Así, el emérito no duda en decir que Franco era como su padre, que su hijo no le hace ni caso y es un monigote de los políticos, o que cuando se casó con Sofía se casó en realidad con una nevera. También se habla de cómo el rey disparó a su hermano o de cómo el golpe de estado de Tejero no era lo que parecía... Temas que hoy cuesta hablar con libertad pero que esta obra muestra con absoluta tranquilidad, siendo un indicativo interesante de que no estamos tan mal de salud democrática.

"Siempre fuiste un rey frívolo y un consentido", le dice uno de los personajes durante la obra al emérito. Y sí, esa es la sensación que se desprende en esta obra en la que el espectador podrá ver a un rey totalmente acabado que solo le interesan el dinero y las mujeres, y que ni siquiera es capaz de mantener bien el equilibro. El rey que fue, pero ya no es absolutamente nada. No obstante, su decadencia es en cierta manera también la de España, que al igual que esa paella que cocina de forma real en escena, es un caos absoluto en el que el chorizo parece ser un ingrediente fundamental.

La actuación de Ramón Fontserè se convierte en el eje de una obra muy libre, con ciertos elementos que no acaban de funcionar bien, como el bufón shakesperiano interpretado por Bruno López-Linares que, aunque le dice verdades como puños, se hace muy pesado y reiterativo en la obra, y especialmente un desarrollo narrativo algo lento que en ciertos momentos está a punto de comprometer la obra. Todo ello no impide que estemos ante una obra orgullosamente libre. Cuesta imaginar algo parecido con la familia real británica.

"El rey que fue" puede verse en el Teatro Infanta Isabel hasta el 31 de marzo.

"El rey que fue": banalidades y miserias de Juan Carlos I