lunes. 29.04.2024

Pablo D. Santonja | @DatoSantonja

Lo primero a destacar en “Con lo bien que estábamos” es el impecable trabajo actoral de Carmen Barrantes y Jorge Usón. Estos están acompañados de una impecable y sencilla producción escénica con 3 elementos que lo hacen todo en el escenario y una música en directo que dota cada escena de la cadencia necesaria. El diseño de vestuario te traslada perfectamente al arquetipo de matrimonio que quieren definir, y desde los primeros segundos, te dibujan a estos dos personajes fruto de un tebeo de Ibáñez. Con una puesta en escena que va directa al grano, y con una forma de actuación estilo cartoon, la obra nos plantea un juego que empuja al espectador a que sea él el que profundice en su texto. 

“Con lo bien que estábamos” cuenta la historia de Esteban y Marigel, un matrimonio felizmente casado, acomodados en su rutina diaria, hasta que un día deciden ir al teatro. En aquel momento Esteban se ve poseído por el espíritu de la música, lo que trastoca su tranquila y monótona vida hasta arrastrarle a la locura. 

Es una carta de amor a la comedia de situación, al costumbrismo patrio de los años 50/60, a las vecinas cotillas, y a la vida de barrio

“Con lo bien que estábamos” es una obra sobre la locura. La locura de hacer una y otra vez lo mismo, y esperar resultados diferentes. Habla sobre un matrimonio sin hijos que busca dotar a su vida de un sentido que rompa con la tradición familiar, pues como cita Marigel: “Tu padre Esteban tuvo una ferretería. Tu abuelo Esteban tuvo una ferretería. Tu bisabuelo Esteban tuvo una ferretería. Y tú, Esteban, tienes una ferretería”. A lo largo de la obra se enfrentarán a una crisis vital existencialista que te lleva a plantearte cuál es tu verdadero papel en la vida, y cómo puedes cambiar aquello para lo que parece estas condenado a hacer y repetir día tras día, usando el teatro como herramienta transformadora o elemento de catarsis. 

“Con lo bien que estábamos” es una meta-obra que rompe la cuarta pared, haciendo un juego muy interesante sobre cómo un personaje es consciente y partícipe que su vida carente de sentido, pues, no es ni más ni menos que un actor en un teatro. En esa revelación, esa rotura de su realidad para acceder a “nuestra” realidad, dará como resultado el intento de arrastrar a los demás personajes a su nivel de claridad y percepción. Un mundo nuevo donde puede hacer, ser y tener lo que quiera. Un lugar donde no hay reglas, puede dejar de repetir patrones, y, como cita Esteban, el personaje, “si lo haces bien, puede que hasta te aplaudan”, en referencia al público. 

“Con lo bien que estábamos” es una obra sobre la locura. La locura de hacer una y otra vez lo mismo, y esperar resultados diferentes

En los últimos tres párrafos he hecho tres sinopsis diferentes de la obra, las tres, hablando de cosas diferentes, y a su vez, la obra en cuestión acoge todos estos niveles de lectura. No voy a negar que sales del teatro algo desconcertado, pues has pasado de la comedia más absurda a la seriedad de un drama intrafamiliar con una estúpida sonrisa en tu cara de principio a fin. Pero según vas camino a casa, y la vas comentando, y la vas masticando, y te acuerdas de escenas, frases, momentos, caes en la cuenta que aquí hay mucha tela que cortar. 

“Con lo bien que estábamos (Ferretería Esteban)” es una carta de amor a la comedia de situación, al costumbrismo patrio de los años 50/60, a las vecinas cotillas, y a la vida de barrio, en un tiempo en el que el nuevo día es igual al anterior, donde una voz dentro de tu cabeza te dice que algo debe ser cambiado. 

Con lo bien que estábamos: meta-teatro y existencialismo dentro de una ferretería