domingo. 28.04.2024
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Álvaro Gonda Romano | @AlvaroGonda

El vuelo 571 (destino Chile), sufre un grave accidente en la Cordillera de los Andes. El aparato es destruido en el impacto. Viajaban 40 pasajeros y 5 tripulantes, entre los que se encontraban integrantes del equipo de rugby uruguayo Old Christians, familiares y amigos. Permanecerán varados en las montañas durante 71 días, 16 vivirán para contarlo.

 La cinta relata los momentos cruciales de la tragedia y la presión emocional a la que fueron sometidos los protagonistas de una catástrofe sin precedentes. Frío, hambre, tormentas de nieve, avalanchas, muerte, dilemas éticos; un conglomerado de situaciones límite pondrá a prueba la resistencia de los sobrevivientes.

Los personajes no son desarrollados más allá de la peripecia que los une y diferencia a la vez; esquemáticos matices subrayan iniciativas y compromisos de supervivencia. Una breve introducción, a manera de contextualización, los presenta fugazmente. La idea es mostrar los antecedentes inmediatos a la partida. Luego, vendrá la peripecia del accidente y sus connotaciones (núcleo de la obra), para culminar de forma somera con todo el proceso de rescate. Tres bloques bien definidos, con énfasis en el segundo; a Bayona le interesa examinar la situación límite, las emociones humanas en estado de alto riesgo. 

Bayona instituye un caos volátil, transitorio devenir de acercamientos y distancias que encarna solidaridades múltiples

Austeridad balanceada en una visión que presenta el incidente de manera ordenada; la técnica oscila entre el cataclismo y la sobriedad. La referencia es a una de las acepciones del término que no contradice en absoluto la característica típica del evento. Si bien, alude a una catástrofe natural, no es el caso, el avión se estrella por error humano. Lo más grueso de la narración remite a un grave suceso que altera las expectativas de quienes participan del viaje: estamos frente a un cataclismo.

El hilo sigue en función de un interesante tratamiento que juega con turbulencias emocionales semejantes a las que padece el avión entre las montañas. Un integrante de la tripulación explica los fenómenos por desplazamientos de aire frío y caliente, la dialéctica genera descensos bruscos. El símil anticipa, la peripecia funciona por alternancia; la gravedad abre espacios a la supervivencia por inmediata descompresión en los tiempos. “Alegría”, tristeza, angustia, momentos de una tragedia, intentos por superar condiciones adversas, la propia vida está en juego.

Todo se desarrolla a la interna de un evento gravísimo donde la estabilidad emocional es difícil de sostener. La sociedad de la nieve es esa capacidad de rescate en comunidad, instancia primigenia que tiende a la autoconservación del grupo. 

Bayona acierta, confronta planos donde la inmensidad de lo hostil se manifiesta con el propio peso de la neutralidad. La naturaleza acoge un golpe de mala racha en sus posibilidades ecológicas, sitúa lo trágico en la relevancia de instancias de aglomeración contrastantes, diferenciadoras de solidarias lógicas comunitarias. La vista de las montañas luce a manera de paisaje inocuo. Los primeros planos aumentan la intensidad de la angustia, los personajes padecen el caos, las sorpresas se traducen en momentos impredecibles, las sorpresas no cesan, el peligro contradice una obsoleta noción de cálculo ante lo extraño. 

Caminos que se hunden en la nieve cual ficción alternativa de llegada. Pasajes abiertos remiten trayectos, puntos fijos de referencia, rastros de pasado inmediato camino a la civilización. 

Una radiografía del hacer y obrar en la especie humana, las intermitencias emocionales obligan a un espontáneo sinceramiento teñido de profundos dilemas filosóficos. La muerte es obstinada presencia, asumida por algunos, combatida por otros. 

Nando Parrado irá creciendo, su liderazgo anticipa y destruye prejuicios; la vida se antepone a los hechos consumados. Canessa acompaña en la rebeldía con un tinte diferente; todo comienza con el consumo de carne humana, la transgresión se hunde en la posibilidad de sostener una continuidad. La incomodidad condiciona, resurgen los héroes en su deseo de vivir. Épico trayecto en contienda con la incertidumbre. La naturaleza es obstáculo para el desprevenido, aprendizaje de constantes, lógica de subsistencias acumuladas, “perversión” del deseo ante la necesidad de la vida. Los intentos intensifican temores a intervalos, evitan el melodrama, dimensionan el sufrimiento humano en condiciones que habilitan el germen de la cordura. Es la proeza del “cálculo” tenaz. La montaña se ciñe, cual intermediario esperanzador, al abrigo de la moderada ilusión. 

El grupo espera en el interior de un avión derruido, la debilidad humana opera como protección ante el desastre. Tolerancia que expande procesos de riesgo físico y moral; la carne humana se consume en territorio fuera de cuestión; la costumbre no exige razones, el fundamento permanece implícito en lo que fue. Así nacen los cambios culturales, la necesidad oprime a la legalidad hasta transformarla en cuestión zanjada por la urgencia. La magia es posible con el tiempo.

Acertada recreación de personajes, aunque con momentos fuera de tono, donde la forma se vuelve inauténtica, algunos diálogos denotan rigidez, su defectuosa ejecución resta credibilidad a la interpretación. Afortunadamente, son pocos. 

La vivencia es de prescindencia, el mundo abandona, marca la dependencia de un modus vivendi hacia una cultura que configura y nutre “necesidades humanas”

La Sociedad de la nieve ha arrasado en los Premios Goya: mejor película, dirección, actor revelación, fotografía, montaje, música original, dirección de producción, dirección artística, diseño de vestuario, maquillaje y peluquería, sonido y efectos especiales. También cuenta con 2 nominaciones al Oscar: mejor filme internacional, maquillaje y peluquería.

Filme acerca de un fatídico suceso que, 52 años después, merecía un recordatorio. La tragedia de los Andes nos sigue impactando con la misma fuerza de antaño; Bayona rinde tributo a un episodio arquetípico, fiel reflejo de acciones trascendentes ubicadas en esa indiscernible zona de la existencia que cada vez más nos sorprende. Culto a un misticismo cargado de lógicas emergentes, no alcanza a manifestarse como tal de forma directa, pero sugiere escenarios “improbables”, impensables formas más allá de la comodidad de lo cotidiano, reconocible, familiar. La esperanza reforzada en lo inmediato y, enseguida, el afloje, la ensoñación recupera territorios en diálogos donde casi todos intervienen: “¿Sabés lo que me comería yo? Un chivito del Bar Barcelona. Un chivito canadiense. Una milanesa de la Mascota. Con papas fritas. Qué buenas milanesas…” 

La tragedia subraya la posición de los vivos, los muertos ya no están. Accidente sobrio y espectacular, encierra la paradoja en planos breves de rápida sucesión, define la circunstancia que acaparará la mayor cantidad de metraje. La vivencia es de prescindencia, el mundo abandona, marca la dependencia de un modus vivendi hacia una cultura que configura y nutre “necesidades humanas”. El contexto dibuja la fragilidad como oportunidad para la pérdida de la inocencia. La voz en off nos ilustra acerca del sentimiento de pérdida. El mundo abandona cuando no nos provee de contextos conocidos capaces de aferrar movimientos instrumentales. El ruego es por la ausencia de fines seguros. La realidad se experimenta como caída en lo incierto, redoblar de cambiantes maquinaciones, inquietud de la rutina concebida en sucesos planificados. Acceso a un mundo nuevo, lo conocido resiste, la ansiedad se multiplica. Las radios no funcionan para comunicar, más si para informar; los renunciamientos obedecen a lógicas rescatistas. La nieve impide la localización, la estadística atempera impulsos de urgencia: 34 antecedentes, ningún sobreviviente.

El cine intenta hurgar interioridades con pocas pistas, lo hace desde el inevitable hacinamiento de cuerpos en planos cercanos que captan el vaivén y la alternancia de rostros desesperados. Los acercamientos son existenciales. Las necesidades son diferentes, la urgencia amerita soluciones que intiman de manera distinta.

Bayona instituye un caos volátil, transitorio devenir de acercamientos y distancias que encarna solidaridades múltiples. Caminos que se hunden en la nieve cual ficción alternativa de llegada. Pasajes abiertos remiten trayectos, puntos fijos de referencia, rastros de pasado inmediato camino a la civilización. 

'La sociedad de la nieve': el camino de la esperanza