Jaime Polo | @lovacaine
"No me llame Ternera" es un documental que enfrenta con valentía y profesionalismo uno de los capítulos más oscuros de la historia contemporánea de España. La película, dirigida por Màrius Sánchez y Jordi Évole, se centra en una extensa entrevista con José Antonio Urrutikoetxea, conocido como Josu Ternera, uno de los líderes destacados de la banda terrorista ETA.
La controversia que rodeó al film desde antes de su estreno en el Festival de San Sebastián refleja la sensibilidad del tema abordado. La película se defiende, y tiene que hacerlo, de las acusaciones constantes de "blanqueamiento del terrorismo" al demostrar un enfoque riguroso y respetuoso, distanciándose de glorificar a ETA o justificar sus acciones.
Jordi Évole, reconocido por su trabajo en la televisión, lleva a cabo la entrevista con precisión, exponiendo las contradicciones de Urrutikoetxea sin caer en concesiones. La intersección de la historia de Francisco Ruiz, un policía víctima de un atentado de ETA, agrega un elemento adicional y necesario para comprender la complejidad del conflicto. Por esta parte, creo que muchos espectadores han tirado el máximo “hate” posible desde el palco de la “derecha” sin parar a pensar el contenido y lo que se está tratando de contarnos con esta entrevista.
La película se adentra en el corazón del relato a través de la entrevista con Urrutikoetxea, ofreciendo a los espectadores la oportunidad de conocer la perspectiva de uno de los protagonistas de un conflicto que marcó a España durante décadas. El uso de material de archivo refuerza la impactante realidad de los atentados de ETA y las marchas de protesta contra el grupo terrorista.
"No me llame Ternera" adopta una forma convencional, más cercana al reportaje televisivo que a una obra cinematográfica
"No me llame Ternera" adopta una forma convencional, más cercana al reportaje televisivo que a una obra cinematográfica, pero su potencia radica en la honestidad y la incómoda sinceridad de la entrevista. El documental se distancia de simplificaciones y ofrece una visión más completa del conflicto vasco, que dejó casi 1.000 muertos y unos 3.000 heridos.
Algunas críticas señalan la dureza del contenido y la dificultad de escuchar las explicaciones de Urrutikoetxea. Sin embargo, creo que es aquí donde reside toda la importancia histórica del documental, destacando la valentía de Évole al abordar la entrevista y la necesidad de comprender los eventos que marcaron la historia de España.
Nuestro país se ha convertido en una polarización constante del pensamiento y cada vez nos alejamos más del otro. Disfrutemos y comprendamos las piezas audiovisuales a las que nos enfrentamos y dejemos atrás tanto odio, que lo único que hace es romper la unidad de España más y más.
