viernes. 10.05.2024
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Imágenes: Filmaffinity

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Ainhoa Mela | @ainhoacriticas

De vuelta a su Japón natal tras haber participado en la segunda Guerra Mundial y después de firmar una de sus grandes obras “Primavera tardía” (1949), el maestro de cine japonés Yasujiro Ozu inició la década de los 50 con “Las hermanas Munekata” una obra para muchos olvidada entre las grandes genialidades que el director regaló a la historia en la que es sin duda su década dorada y que ahora recupera Atalante para llevarlo a nuestros cines después de su restauración en 4K.

La enfermedad terminal de un padre es la ocasión que sirve de carta de presentación de dos hijas con dos personalidades diferentes pero unidas por el amor, para algún secreto, hacia un mismo hombre.

Dos mujeres serán las que se reparten por turno el protagonismo de una película en la que el maestro Ozu profundiza en la nueva feminidad que despertaba en el Japón de la posguerra, desplegando por el camino una técnica y una temática ya conocida por los amantes de su cine. Y es que si algo caracteriza a la filmografía de Yasujiro Ozu es la constate presencia de la familia y los conflictos generacionales como temas estrella recurrentes. Y “Las hermana Munekata” no son una excepción. Criadas en el mismo entorno, Setsuko y Mariko parecen haber nacido en tiempos y mundos opuestos.

Con una resignación y cierto conformismo, la primogénita vive una vida desgraciada junto a un marido alcohólico cuyo único trabajo es hacer la existencia de su mujer más infeliz. Malos tratos o en le mejor de los casos una indiferencia hiriente marca el día a día de una mujer cuya única vía de escape es regentar un bar en Tokio, un trabajo al que, a pesar de los apuros económicos del matrimonio, su marido desea que le ponga fin. 

Ataviada siempre con kimonos, Setsuko es el epitome de esa cultura tradicional japonesa que Yasujiro Ozu tiene siempre tan presente en sus obras. Pero frente a ella, personajes cosmopolitas aparecen como faros de luz dentro de esa cultura cerrada, dando muestras de un Japón que, después de la guerra, no tiene miedo a abrirse al mundo. Referencias al Quijote de Cervantes o el Hamlet de Shakespeare llenan una historia que se acerca a occidente a través de la otra mitad de esta historia. 

Y es que frente al conformismo de una vida que detesta, Mariko, hermana de Setsuko, vive con idealismo y libertad ofreciendo así la historia de estas hermanas dos concepciones distintas de la mujer japonesa y de la forma de vivir el amor hacia un mismo hombre que marca la vida y la historia de las hermanas de Ozu.

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Pero lejos de ser una de esas películas de amores imposibles de sobremesa en la que dos mujeres opuestas pelean por el amor de un hombre, Yasujiro Ozu sabe sacar todo el partido a la historia con un guion lleno de fina ironía e inteligentes debates sobre la tradición, la vida, el amor y los estragos de las desgracias sobrevenidas y del paso del tiempo que dejan en el espectador un poso emocional y de reflexión.

Junto con los personajes, es el espacio otro de los grandes protagonistas de las obras de Yasujiro Ozu que en “Las hermanas Munekata” no podia faltar. Si bien las ciudades niponas están lejos de tener la importancia que el director otorgó a una Tokio en ruinas en “Historia de un vecindario”, son numerosos los planos fijos de lugares y objetos haciendo de la contemplación de los espacios cotidianos entre los que transcurre la vida de los personajes un deleite para el espectador.

Lejos de sus grandes obras maestras y no tan agraciada de ver por el metraje como “Historia de un vecindario”, “Las hermanas Munekata” no deja de ser una de esas grandes obras que contribuyeron a que el director japonés permanezca más de 50 años después de su muerte en el olimpo de los grandes contadores de historias del siglo XX. Con temáticas y una estética que siempre llevó por bandera “Las hermanas Munekata” regresan a nuestras pantallas y nos recuerdan que entretenimiento y arte reflexivo y emotivo nunca están reñidos en el cine de un maestro atemporal.  

'Las hermanas Munekata': la feminidad en el mundo de Ozu