sábado. 27.04.2024
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SUMAR hizo su debut electoral de forma aceptable, con la consecución de 31 diputados y más de 3 millones de votos, muy cerca de lo conseguido por Podemos en las últimas elecciones generales del 2019.

Hasta ahí lo positivo, posteriormente la escisión de los cinco diputados podemitas desdibujó el buen sabor de boca. En el presente año Sumar deberá afrontar toda una serie de pruebas electorales, en Galicia, Euskadi, Parlamento Europeo y posiblemente un poco más lejos las de Catalunya. Todo ello a la vez que afronta su actividad parlamentaria y de gobierno.

Para hacer frente con posibilidades a todos estos retos SUMAR precisa “Hacer Organización”. Y este no es un reto fácil sino el más difícil de todos. Porque una organización no se hace de la nada. No basta tener un nutrido grupo de profesionales con capacidad, la organización es mucho más. Eso si se quieren superar las deficiencias del modelo organizativo “gaseoso” de Podemos y que lo ha llevado al actual punto de irrelevancia como fuerza de futuro.

SUMAR parte en principio de un campo de juego ideológico diferente. Su objetivo no es dar una batalla de relato abstracto muy ideologizado, sino una política de “reformismo fuerte”  basado en solventar las necesidades de la clase trabajadora y de las capas más desfavorecidas, lo que a veces ha llevado a calificar a SUMAR y especialmente a Yolanda Díaz de “nuevo laborismo”.

Sin embargo para conseguir consolidar su electorado y su proyecto deberán efectuar un esfuerzo hercúleo para crear una verdadera organización que se comporte como “un intelectual colectivo”. Y esto significa tener un núcleo dirigente de altas capacidades junto a una organización capilar que llegue al conjunto de la sociedad. Lograrlo no consiste en tener muchos seguidores en las redes sociales, que también deben tenerse, ni tener muchos activistas, que también, lo que comporta es tener una militancia organizada en el conjunto de núcleos de la vida ciudadana e imbricados en el seno de los movimientos sindicales, sociales y ciudadanos. Y la militancia comporta participación en la economía del proyecto, mediante cuotas, y sistemas de participación y debate en la definición de las bases del proyecto político.

Crear una organización es una tarea compleja y continuada, pero es la única manera de que el proyecto gane en consistencia al ser socializado y no fruto únicamente de una reflexión de “cabezas pensantes” por muy valiosas y lúcidas que sean.

La militancia debe vivir el proyecto político e identificarse con él. Y eso no es posible sin debate interno

La militancia debe vivir el proyecto político e identificarse con él. Y eso no es posible sin debate interno. Es necesario que a la propuesta de la dirección política se añadan aspectos que puedan surgir de las vivencias y las realidades en que está subsumida la militancia.

Es decir un proyecto asentado con raíces en la sociedad. Del mismo modo que los sindicatos confederales determinan sus políticas a partir de la realidad que les surge de la afiliación y de los representantes sindicales  en los diferentes sectores laborales. Un proyecto político que quiera permanecer más allá de las oportunidades ha de basarse en el contraste de sus propuestas con la realidad de la militancia que puede plantear modificaciones o añadidos a la propuesta del núcleo dirigente.

La organización debe constituirse en todos aquellos lugares donde sea posible y estructurarse en forma de “malla”, de abajo arriba, a nivel local, provincial, autonómico y estatal. Y debe ser una organización viva lo cual sólo va unido a la participación bien informada. Y los cuadros para hacer frente a las diversas contiendas electorales surgirán precisamente desde estas estructuras y someterán su validez a la decisión de sus conciudadanos en cada tipo de contienda electoral.

Una organización jamás tendrá potencial duradero sin presencia municipal o autonómica, y sin estar imbricada en los diversos movimientos que existen en la sociedad, sean sindicales, sociales, feministas, o de cualquier otro tipo.

Este es ni más ni menos el reto al que se enfrenta SUMAR. Lo importante no es su Ejecutiva ni el grupo Promotor. Ellos no conformarán una organización política potente y con proyección de futuro sin la existencia de una masa militante que se sienta concernida en la política que se realice a todos los niveles y que se sienta representada por una dirección elegida en los diversos ámbitos de la organización.

Es evidente que SUMAR debe ser dos cosas, un partido político con su propia militancia y organización lo más extensa posible, y un frente político plural con las izquierdas que no deseen diluirse en el proyecto de partido de SUMAR.

Los partidos con futuro son aquellos que tienen organización estructurada fuerte

Los partidos con futuro son aquellos que tienen organización estructurada fuerte, tanto de derechas como de izquierdas e implantación general. Si SUMAR no quiere ser flor de una temporada como lo ha sido Podemos debe evitar sus errores, tanto políticos como organizativos, y posiblemente sus errores políticos vayan ligados a su falta de organización realmente existente. Un militante no es aquel que vota en un referéndum por medios electrónicos, sino aquel que participa de la vida de la organización y donde puede exponer sus puntos de vista.

Como hemos señalado es una tarea difícil y hercúlea crear una organización y la historia nos demuestra que es fácil destruirla cuando no existe o no tiene vida interna. Es fácil tener unas propuestas políticas acertadas en un momento determinado pero sin estructura organizativa tendrán una corta vida. En la política realmente existente una idea política no persiste sin su correspondiente estructura política amplia, organizada y competente insertada en el conjunto de la compleja realidad social de la actual sociedad.

Sumar, es hora de organizarse