sábado. 27.04.2024
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Foto de familia del nuevo Gobierno de Sánchez.

Reconozco que desde el 24 de julio por la mañana, cuando desperté y me sorprendió (creo que como a muchos millones de españoles/as) que PP y Vox no habían alcanzado mayoría de 176 diputados para poder gobernar, nunca tuve muchas esperanzas que al final se volviese a nombrar un nuevo gobierno de coalición de PSOE y SUMAR.

Tampoco estaba convencido cuando se llegó al acuerdo entre PSOE y Junts, ni cuando Pedro Sánchez salió elegido presidente. Hoy que los nuevos ministros han prometido ante el Rey y se han realizado los traspasos de carteras ya sí me lo creo. Siguiendo el ejemplo de Santo Tomás según nos dice el Evangelio de San Juan: “si no veo en sus manos los agujeros de los clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros de sus clavos, y no meto mi mano en la herida de su costado, no creeré”.

Han sido casi 4 meses en los que han pasado muchas cosas en España y en el Mundo.

Los inhumanos ataques de Hamás a ciudadanos israelíes y la brutal e inmisericorde respuesta de Israel contra los civiles palestinos, han puesto el mundo en pie exigiendo la paz inmediata, pero ni las resoluciones de la ONU ni los llamamientos de millones de personas han sido capaces de frenar los bombardeos indiscriminados de Israel.

Pensé, ahora veo que equivocadamente, que ese conflicto iba a ser una nueva fuente de enfrentamientos entre PSOE y Sumar y que podía incidir en la capacidad de ambas fuerzas para ponerse de acuerdo, si alguna llevaba hasta sus últimas consecuencias una posición maximalista. Estas diferencias, al igual que otras muchas, han sido aparcadas en busca de un objetivo mayor. Continuar con políticas de progreso e impedir el acceso de la ultraderecha al gobierno como ya lo han conseguido en muchas comunidades autónomas y ayuntamientos.

Mi mayor preocupación no ha venido en estos meses por la posición de Junts o de Esquerra, porque he tenido en todo este proceso la convicción de que Puigdemont quería volver ya a España, cuanto antes mejor, y que con ese objetivo, aunque hagan declaraciones diciendo lo contrario, la realidad es que han aceptado negociar, terminar con la unilateralidad y votar afirmativamente a un Presidente que efectivamente apoyó la aplicación del 155 y había repetido insistentemente que llevaría al Molt Honorable a juicio. En mi opinión la frase más adecuada para este acuerdo no es la de “Hacer de la necesidad virtud”, sino la de “A la fuerza ahorcan”.

La oposición interna dentro del PSOE a la concesión de la amnistía no podía llegar hasta el punto de romper la disciplina de grupo. Una derecha desorientada ha buscado traidores por todas las partes pero afortunadamente no los han encontrado. De ex dirigentes y antiguos socialistas que llevan muchos años viviendo de las empresas y de los favores económicos del Partido Popular y los lobbies de poder mejor ni mencionarlos. Sólo merecen el olvido y el desprecio.

El día 24 de julio escribí un watsapp a un buen grupo de amigos en los que decía textualmente: “La única solución para la investidura es dar una amnistía. Pero no por necesidad, sino por convicción. Demostrar que es bueno para todos los españoles y un primer paso para acabar con la bronca de los independentistas en Cataluña”. Me alegro profundamente que se haya empezado a recorrer ese camino, que estará lleno de trampas y dificultades por todos los lados. El comportamiento de amplios sectores de la judicatura es muy peligroso y no se puede quedar sin respuesta. Sobre este asunto el diario El País del 20 de Noviembre publica un excelente artículo del magistrado emérito de la sala cuarta del Tribunal Supremo Ricardo Bodas Martín "Jaque a la imparcialidad judicial" que merece la pena ser leído.

Lo que he visto peor y que se ha ido agrandando el conflicto en estos cuatro meses es la situación interna de SUMAR. El enfrentamiento entre Pablo Iglesias y su “nominada” Yolanda Díaz llevaba ya varios años endureciéndose. La configuración de las listas, las declaraciones, la organización de actos donde se invitaba a unos dirigentes y a otros no, iba configurando un clima interno que podía saltar en algún momento. Incluso antes de la votación para elegir nuevo Presidente.

Creo sinceramente que Yolanda Díaz y su núcleo, ya que todavía SUMAR como tal no se puede definir como Partido o Movimiento, sino como una plataforma electoral para estas elecciones, habían decidido hace tiempo prescindir de Podemos. 

Podemos ha ido aceptando la situación e incluso han promovido una votación “sobre la campana” entre sus militantes para reforzar su identidad propia diferenciada de SUMAR, demostrar músculo organizativo y militancia, (55.000 votos frente a menos de 6.000 alcanzados por Izquierda Unida y Más Madrid) y poder iniciar una nueva singladura a partir de su salida del gobierno que estaba cantada y decidida hace tiempo, como las propias Irene Montero e Ione Belarra sabían. Podemos debe recordar que una cosa es tener bastantes miembros apuntados en un censo que votan telemáticamente y otra tener votantes.

Proponer a Nacho Álvarez, con seguridad una de las personas más valiosas de Podemos, ha sido un brindis al sol porque tanto Yolanda Díaz como su núcleo sabían perfectamente que Podemos no lo iba a aceptar y en consecuencia el economista iba a rechazar la propuesta.

La carta que Ione Belarra ha enviado a todos sus militantes anuncia un camino en solitario y sus duras críticas y las de Irene Montero en las tomas de posesión de las nuevas ministras auguran una relación muy difícil. Han acusado directamente a Pedro Sánchez de “echar del gobierno a Podemos” y que su voluntad es volver a estar. Yo sinceramente creo que no se les ha “echado del gobierno”. El “trabajo” de ministro no es en absoluto un contrato laboral indefinido. Es una competencia del Presidente su nombramiento y no parece que la líder de la candidatura en la que se presentó Podemos haya propuesto en ningún momento que Irene Montero o Ione Belarra repitieran ministerio. En todo caso a quien deben pedir responsabilidades es a Yolanda Díaz. El PSOE ha respetado su representación de 5 ministerios a pesar de tener menos diputados y menos votos que en 2019 tuvo Unidas Podemos.

En mi modesta opinión, presentarse conjuntamente en una misma candidatura, formar un mismo grupo parlamentario, tener un mismo programa y unos objetivos comunes (frenar a la derecha, repetir gobierno de coalición, buscar soluciones al problema catalán, etc.) obliga a todos los diputados de SUMAR incluidos los de Podemos a respetar el funcionamiento democrático de ese grupo, aceptar sus nombramientos (como ya se ha hecho con la diputación permanente) y respetar los límites de la crítica midiendo con prudencia las discrepancias y el enfrentamiento.

¿Y ahora qué?

Cualquier cosa puede pasar. Con una mayoría tan frágil en el Congreso de los Diputados, los portavoces del PSOE y SUMAR, tienen sobre sí varias espadas de Damocles de los grupos que tienen 5 o más diputados y a los que tendrán que convencer en cada votación.

Podemos (que aunque no tenga grupo ejercerá como tal), PNV, Bildu, Esquerra y Junts. Son 5 grupos con 5 o más diputados que cambian las mayorías parlamentarias. Cada uno de estos grupos deberá medir bien hasta dónde quiere estirar la cuerda.

El Gobierno puede permitirse perder alguna votación… pero no muchas.

Les deseo lo mejor a todos los componentes de esta mayoría parlamentaria variada y compleja. Que piensen en el bien superior de favorecer la convivencia y el bienestar de los trabajadores y trabajadoras españolas y que sepan “cerrar filas” ante las brutales andanadas que sin ninguna duda generarán continuamente los malos perdedores del Partido Popular y de VOX.

Dicho esto “Viva la democracia española”.

Larga vida a la mayoría parlamentaria y al nuevo Gobierno de coalición