sábado. 20.04.2024

Carta abierta al Rey Felipe VI

¡Ay¡ Majestad. Usted se encuentra en una encrucijada y son malos tiempos para la lírica.

Hasta ahora los discursos de Navidad solían ser una balsa de aceite. Un poco de buenismo por aquí, un poquitín de populismo por allá. Unas cuantas frases que valen igual para un roto que para un descosido. Un poco de solidaridad con alguna desgracia ocurrida en el año. Y casi está acabado. Sin tocar las narices a nadie y deseando lo mejor para todos en un futuro cercano.

Ahora esa fórmula no vale. Ni los unos, ni los otros, ni los de más allá le van a dejar. Tendrá usted la cabeza como un bombo, abotargado por tanto mensaje siguiendo el dicho de consejos vendo que para mí no tengo.

No, no lo tiene fácil. Por una parte su padre con la que está liando. Por otra mucho republicano de salón intentando echar leña al fuego en un momento inapropiado. Y por otra, una derecha montaraz que se deja barba para hacerse más machote, enredada en una crisis de liderazgo con la amenaza de la nueva Juana de Arco parida por la Comunidad de Madrid haciendo bisagra con los recién llegados de Vox dudando entre el franquismo y el nazismo, que siempre han estado aquí, porque nunca se fueron,

En otra carta dirigida a su digna madre, le recordaba que España es un país de retranca. Piense en ello. Bucee en Maquiavelo y busque la realidad por usted mismo, lejos de aduladores y cortesanos que le puedan hacer un círculo donde su vista no alcance más allá de La Zarzuela.

Cuando la derecha y la extrema derecha se llenan la boca de monarquía, banderas y patrias, en realidad le están haciendo un flaco favor. No se fíe. Puede haber falsos republicanos de derechas pensando en un presidente escondido en alguna fundación. O más sencillo. Quizás piensen en un golpe de mano utilizándolo a usted como pretexto para luego quitarle de en medio por melifluo y poner a un espadón según nos enseña su Historia.

Supongo que habrá mucha gente que le envidie y le gustaría estar en su Alta Magistratura. Sinceramente Majestad, no es mi caso. Este país es muy aficionado a disparar las escopetas antes de empezar la caza. Por encima de esas miserias no hago más que pensar en los miles de españoles que lo están pasando mal con la covid, bien por estar  enfermos, bien en crisis económica, o lo que es peor, en una UCI o en una camilla tirado en un pasillo. Seguro que esas personas no están para tantas zarandajas, sino en salvar el pellejo primero y después que la situación mejore.

Así que lo mejor que le puedo desear es que acierte en su discurso. En la seguridad de que no estamos para muchos lujos. No ganamos nada si usted se equivoca, salvo disfrutar de nuestra atávica envidia y del cainismo carpetovetónico.

Como no tengo la barita mágica, no voy a caer en el error de tantos. Sólo se me ocurre que no haga caso a nadie. Que rompa cuanto papel le hayan escrito. Que haga abstracción de cuantas presiones le lleguen. Aíslese. Sea usted mismo. Busque en su corazón y, sobre todo, en la Historia. Suerte  Majestad.

Carta abierta al Rey Felipe VI