Los hombres de negro

A lo peor, su estanquero, el taxista o ese vecino al que nunca se le entiende lo que dice cuando saluda en el ascensor, son extraterrestres. Hollywood nos advirtió de que habitan entre nosotros y también de que hay hombres de negro que saben de su presencia, controlan sus movimientos y hasta negocian y llegan a acuerdos de coexistencia pacífica con ellos.

Curados de espanto gracias a las películas, nos resulta perfectamente natural por tanto que la prensa anuncie, si no hay acuerdo de gobierno y bajo amenaza de un multazo de magnitudes cósmicas, el regreso a España de estos hombres de luto, supuestamente encargados de inspeccionar nuestras cuentas públicas, no vaya a ser que se la estemos dando con queso a Europa. Supuestamente encargados de auditar los macronúmeros patrios, digo, porque ya somos mayorcitos, hemos visto la trilogía y sabemos que a lo que vienen es a otra cosa. Su misión es eliminar cualquier rastro de nuestra memoria reciente, para conjurar la alarma y evitar que sigamos pensando que estamos en manos de extraterrestres.

Porque, a ver, ¿a nadie más le extraña ese estrambótico andar deprisa, los tics que anuncian el reseteo del sistema y los continuos lapsus gramaticales del presidente en funciones? ¿Quién no se ha percatado de la perfección casi robótica de Sánchez y Rivera y de su extravagante lógica negociadora? Recordemos que el socialista escribe su nombre como el de un robot de Star Wars, Pdr Snchz o algo así, y que líder el de Ciudadanos hizo su primera aparición en nuestro planeta político en pelota picada. Los fans de Terminator ya saben a qué me refiero. Hasta el término podemita y su obsesión por “asaltar los cielos” remiten a un origen alienígena de Pablo Iglesias, si es que ese es su verdadero nombre y no lo ha copiado al azar de un viejo catón escolar.

Todos ellos se han delatado en algún momento así que, del mismo modo que Will Smith y Tommy Lee Jones se ponían las gafas de sol, reclamaban la atención del respetable y  apretaban el botoncito de un ingenio capaz de hacer perder la memoria a corto plazo a todo bicho viviente, ha llegado el tiempo de devolvernos a todos al otoño de 2015. Esa es la razón de tanta portada, tanta encuesta, tanto manifiesto e incluso de que vayamos de elección en elección sin que, aparentemente, avancemos gran cosa. Presos de un eterno retorno a base de mirar repetidamente al neuralizador.

Momentáneamente descolocados y confusos, nos parecerá entonces normal que sea Rajoy el encargado de elaborar los Presupuestos Generales, como si nada hubiera ocurrido desde aquella fecha. Borrón y cuenta nueva para la crisis, los casos de corrupción, la irrupción de nuevas fuerzas políticas, las tensiones nacionalistas o las citas electorales. Lo único raro será ver deambular por aquí hombres vestidos de riguroso negro en plena canícula pero, en fin, toda película de ciencia ficción tiene sus licencias.