viernes. 29.03.2024

Muerte y capitalismo en Lavapiés

lavapies

Que un hecho negativo, luctuoso y necesariamente objeto de reflexión para dar respuestas solventes se convierte de nuevo en objeto de multimanipulación para el pan y circo de nuestros días

Cuando todavía no acabamos de salir de la manipulación mediática y política de los horribles sucesos almerienses, en la que confluyen, confusión, oportunismo, populismo, morbosidad y prejuicios étnicos en paquete completo, entra en escena la tormenta perfecta de los enfrentamientos en Lavapiés, con motivo de la muerte de dos inmigrantes de origen senegalés. Los medios de comunicación e incomunicación social (redes telemáticas incluidas) se apresuran a “informarnos” de las violentas reacciones “raciales” en que se sume el hasta ayer barrio de referencia para la multiculturalidad y la integración multiétnica, ahora transformado en un “banlieu” periférico parisino por algunas horas o en nuestro particular Bronx de secano. Sorprende a bote pronto el que las imágenes ofrecidas por los medios solo reflejen a ciudadanos de raza negra enfrentados a las fuerzas policiales causando múltiples destrozos, para enterarnos un poco (solo un poco) más tarde de que hay seis detenidos todos de raza blanca ¿Y eso? Abruma también la inmediata capitalización de la protesta por el denominado e ilegal “Sindicato de Lateros y Manteros” reclamando “papeles” para los inmigrantes que carecen de ellos y achacando a su ausencia la causa principal si no única de las muertes.

Por si esto fuera poco algunos  Concejales con responsabilidades ejecutivas en el gobierno de la ciudad (lo que incluye se supone a las fuerzas policiales municipales) se lanzan en tromba a pedir responsabilidades haciendo un brindis al sol como si se tratara de la oposición y la cosa no fuese con ellos, poniendo en un brete una vez más a la Alcaldesa de Madrid. Y van… Como colofón se le atribuye el suceso al capitalismo, ente abstracto que tiene pocos visos de asumir responsabilidades efectivas de ningún tipo.

En medio de este vodevil de despropósitos varios, entra en carga toda la rumorología que hace competencia en número a las acacias de Madrid de la que ya nos alertaba Don Manuel Azaña. Resumiendo, que un hecho negativo, luctuoso y necesariamente objeto de reflexión para dar respuestas solventes, se convierte de nuevo en objeto de multimanipulación para el pan y circo de nuestros días. De paso las movilizaciones de pensionistas cívicas, pacíficas y protagonizadas por los sindicatos mayoritarios quedan en el subconsciente de no pocos madrileños en segundo lugar. La de las mujeres… prehistoria

Pocos dudan de que resulta imprescindible regularizar la situación de la emigración ilegal y dar cauce a un problema creciente por razones humanitarias, democráticas, éticas e incluso egoístamente económicas (nos los están diciendo hasta los organismos económicos europeos) que solo la cerrazón política e ideológica, a veces racial e ignorante, Impiden ver. No sé qué especie de muro de contención a los hechos reales pretenden construir algunos. Desde el de Berlín  a la fantasmada actual de Trump todos están condenados al fracaso a medio y largo plazo. La necesaria protección de nuestros intereses no pasa por una política migratoria inhumana, insolidaria y ajena a nuestras propias tragedias históricas más que recientes. Los problemas de “seguridad” a los que no pocos aluden no se resuelven con vetos migratorios sino con políticas de inteligencia “inteligentes”. Y esto ya es un clásico

Pero lo que parece increíble es que unas organizaciones ilegales, que están conectadas  objetivamente con el tráfico de personas por su situación de similar ilicitud y distribuyen a su vez mercancías sin control fiscal alguno y que no generan contratos legales de ningún tipo, pretendan vendernos que todo eso es la consecuencia necesaria de un sistema de opresión económica denominada capitalismo que explota a los sin papeles hasta dejarlos exhaustos.

Como si no fuesen esas redes mafiosas las que coadyuvan a esa situación de forma especialmente intensa. Esas estructuras no pretenden la regulación de su actividad en absoluto, porque a ver como se puede garantizar un flujo de oferta de productos en la calle de origen y control de calidad desconocidos, estocados en almacenes clandestinos y con un flujo de moneda opaca al fisco en su totalidad si ese control existiese.  

Porque esta nueva marea manteros, lateros, airbeneberos y toda la llamada economía residual, colaborativa y otras especies de metalenguajes pervertidos que encubren la insolidaridad básica entre población activa y pasiva, son también  responsables directos de conflictos permanentes de esclavización laboral a riesgo de la salud y la vidas de los inmigrantes y de  la ruptura de la convivencia urbana de nuestra ciudad. Y no obtienen pocos beneficios por ello (todo free taxes) que al parecer no es “capitalismo salvaje”. Como si fuésemos tan tontos para no recordar la influencia de las prácticas mafiosas en los movimientos migratorios a USA del siglo XX y las consecuencias que esto ha tenido y sigue teniendo en la economía mundial. Hay quien sí parece serlo o se lo hace.

No, a esos “sindicatos” y aplicaciones “colaborativas” diversas, no les interesan ciudadanos “con papeles” que puedan exigirles contratos legales, condiciones laborales y horarios ajustados a los derechos humanos sociales y económicos reconocidos en nuestra Constitución (esa tan mala). Tampoco son de su interés actividades fiscalmente controlables para que puedan aportar al erario público los fondos necesarios para las inversiones sociales que permitan, entre otras cosas, resolver las situaciones de paro, garantizar pensiones y gestionar gasto en  servicios urbanos además de sanidad y educación.

Lo único que se pretende es, sencillamente,  “normalizar” un tráfico comercial sin regulación legal ni fiscal en la calle o en un edificio y sin pagar un duro a los demás. La ignorancia y la demagogia populista sobre este tema hará estragos si el ayuntamiento de Madrid pierde el control de la actividad comercial en la vía pública o en los usos urbanos residenciales y cada uno puede hacer lo que se le venga en gana sin solidaridad ciuadana ni disciplina pública. Porque ¿cómo se va a generar una estrategia de integración humana y social progresista? ¿Con qué recursos? Ante la ausencia de respuestas eficaces bien vale la llamada a la utilización confusa e indebida de unas muertes trágicas. Y eso es otra forma de explotación inmoral del dolor. Hay más y se usan cada día.

Dejemos pues de hacer ficciones de fabulación territorial cuando el conflicto va por barrios. Entre otros el que el distrito Centro ha perdido 18.000 habitantes en periodo 2006-2016 ¿Por qué? ¿Cuántos en Lavapiés? ¿Qué remedios tiene eso? ¿Cuáles son las alternativas? Claro, que gran solución es echarle la culpa al capitalismo como al chachachá. Y si no tenemos en el planeta otra forma de producción e intercambio y capitalización parece que el recientemente fallecido Stephen Hawking nos indicó el camino del espacio exterior. Todos marcianos… ¿Sin capitalismo? Qué bien.

Muerte y capitalismo en Lavapiés