jueves. 28.03.2024

Los nuevos dueños del mundo: las empresas digitales o tecnológicas

Montesquieu señalaba que el poder corrompe y si el poder es absoluto corrompe absolutamente. Tal frase se refería al ámbito político. Mas, hoy podría aplicarse a las grandes empresas tecnológicas o digitales que se esconden tras las iniciales de GAFA. G-oogle, A-pple, F-acebook y A-mazon.

Es tal su poder económico que controlan el poder político, el cual está a su servicio. Lo refleja de una manera contundente en este medio Pedro Luis Angosto en su artículo El nuevo orden global será la dictadura digital. E igualmente el artículo de Santiago González Vallejo, miembro de la Plataforma para la Justicia Fiscal Las empresas digitales, sus accionistas y los gobiernos que las protegen se ríen de nosotros. Ambos espléndidos y de una claridad meridiana. Los títulos son suficientemente explícitos de la auténtica dictadura ejercida por las empresas tecnológicas o digitales.

Del de Pedro Luis Angosto quiero fijarme en dos hechos descritos. El primero, es que Google, a una empresa particular se le ha permitido fotografiar hasta el último rincón del planeta. Y de la misma manera Facebook en un auténtico atentado a nuestro derecho a la intimidad se sirve de nuestros datos para tener pingues beneficios, que además ambas los camuflan en paraísos fiscales. ¿Cómo los Estados soberanos lo han permitido? Al haberlo permitido en el caso español, en un auténtico atentado a la intimidad personal,  el artículo 18 de nuestra Carta Magna debería ser eliminado, ya que su mantenimiento es toda una afrenta a la dignidad y a la intimidad  de todos los españoles.

Los paraísos fiscales facilitan las maniobras tributarias abusivas que generan enormes perjuicios para la comunidad mundial

Todavía recuerdo con nostalgia que en otros tiempos el abrir una carta sin permiso de su destinatario era un acto de una gravedad extrema. Ahí va: Artículo 18. 1. Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. 2. El domicilio es inviolable. Ninguna entrada o registro podrá hacerse en él sin consentimiento del titular o resolución judicial, salvo en caso de flagrante delito.3. Se garantiza el secreto de las comunicaciones y, en especial, de las postales, telegráficas y telefónicas, salvo resolución judicial. 4. La ley limitará el uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos y el pleno ejercicio de sus derechos.

Pero el poder absoluto de estas tecnológicas o empresas digitales ante el que, insisto, sucumben los Estados, lo podemos observar en dos aspectos también muy importantes, el laboral y fiscal.

Me fijaré en el trabajo realizado en las plataformas digitales, descrito en el libro de Mary L. Gray y Siddharth Suri GhostWork: Howto Stop Silicon Valley fromBuilding a New Global Underclass (Trabajo fantasma: cómo evitar que Silicon Valley construya una nueva subclase global). Según Gray en una entrevista de la periodista Esther Paniagua, la idea del libro surgió tras llegar a Microsoft en 2012. «Estaba hablando con investigadores que usaban Amazon Mechanical Turk para entrenar sistemas de aprendizaje automático a etiquetado para reconocimiento de imágenes.

Descubrí cómo funcionaba la inteligencia artificial, mediante plataformas que asignan a las personas disponibles online tareas a la sombra». Le sorprendió que los investigadores no tenían ni idea de quiénes son estos trabajadores, ni les importaba. Por ello, quería saber cómo funcionaba todo el ecosistema de lo que ella denomina «trabajo fantasma». Examinan el impacto de la automatización en el futuro del trabajo a través de las experiencias de los trabajadores de la economía online bajo demanda (la gig economy), de largas jornadas de trabajo mal pagadas, sin leyes laborales ni beneficios sociales. Más allá del debate sobre los repartidores de Deliveroo, los recaderos de Glovo o los conductores de Uber –que son apenas la punta del iceberg– se refieren a lo que se conoce como «computación humana»: trabajos que empiezan y terminan online y que realizan cualquier tipo de tarea que pueda ser administrada, procesada, efectuada y pagada en línea. Google, Twitter, Facebook, Microsoft generan tareas bajo demanda en estas plataformas. Esta forma de trabajo significa el problema de que podría hacer invisible la labor de cientos de millones de personas.

Esta nueva modalidad de trabajo se estudia en el informe de la OIT Las plataformas digitales y el futuro del trabajo. Cómo fomentar el trabajo decente en el mundo digital de 2019, que deberían conocer políticos, sindicatos y ciudadanos en general. Es producto de encuestas a 3.500 trabajadores de 75 países. El 46% informó que realizaba tareas de consultar contenidos, creando cuentas de usuarios falsos en sitios web, pasar imágenes o mirar videos poniéndoles «me gusta» o «compartir». Otras tareas, como la investigación y el estudio de mercados, se orientan a promover sitios o productos en Internet y las calificaciones no son reales. Los participantes informaron haber hecho reseñas de destinos turísticos sin haberlos visitado nunca.

Los moderadores de contenido son personas educadas, a pesar de pasarse la vida examinando contenido «plagado de imágenes o lenguaje racista, homofóbico o misógino, o violencia». En unos pocos segundos tienen que juzgar si el contenido viola los códigos morales o éticos de la plataforma, que no necesariamente coinciden con los de los moderadores de otras partes del mundo. Un ex moderador de Facebook describió: «Piensen en un caño cloacal que manda hacia ustedes toda la basura/suciedad/desperdicios/m*** del mundo para que ustedes lo limpien». Otro dijo: «Hay que examinar unas 8 .000 publicaciones diarias llenas de odio, videos de posible explotación sexual, y violencia». En ocasiones: «Algunos rechazos parecían dudosos. Por eso, decidí hacer capturas de pantalla. Pero después de recibir un rechazo, mis capturas de pantalla demostraron que estaba haciendo un trabajo perfecto. Pero no pude pedir más justicia, porque podían inhabilitarme. (Encuestado de AMT, India)».

Es una obviedad que el Estado español, como los demás, hacen dejación de funciones al permitir una situación laboral, que recuerda la de los inicios de la Revolución Industrial en Inglaterra, cuando no la esclavitud. Insisto, el Estado español hace dejación de funciones, porque nuestra Constitución es muy clara a la hora de salvaguardar y proteger unos derechos socio-laborales. Solo me referiré al artículo 35 de nuestra Constitución, aunque podría hacerlo a otros. Artículo 35. Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.

Por último, quiero referirme a la cuestión fiscal. La globalización está aquí y ha llegado para quedarse. Y una de las críticas más acertada es el haber permitido y facilitado a las grandes multinacionales como Google, Amazon, Facebook, Apple, Starbucks, además de otras,la elusión y evasión fiscales, que alcanzan cifras astronómicas con el peligro para el mantenimiento de nuestro Estado de bienestar.

Un ejemplo nos puede ilustrar. Apple declara que unos centenares de empleados en Irlanda son los que generan todos sus beneficios, y eso fue posible por un acuerdo con el gobierno irlandés, por lo que solo tiene que pagar un 0,005% de impuestos. O lo que es lo mismo, 5 euros por cada millón de beneficios. Todas esas empresas se declaran sin ningún recato que son socialmente responsables, pero una empresa es socialmente responsable si paga los impuestos que en justicia le corresponden, como hacemos los trabajadores.

Es muy claro que si los demás eludiéramos o evadiéramos nuestros impuestos como hacen estas grandes multinacionales, el funcionamiento de la sociedad sería imposible. ¿Cómo se sostendrían las pensiones, la sanidad, la educación, la dependencia públicas? Y esos grandes emprendedores, como Jeff Bezos, Bill Gates, Mark Zuckerberg, saben perfectamente que los impuestos públicos posibilitaron la financiación para conseguir internet, sin el cual sus extraordinarias ganancias no existirían. Mariana Mazzucato en El Estado Emprendedor, muestra que muchos avances tecnológicos no se originaron en arriesgadas inversiones privadas, sino en cuantiosas inversiones públicas de las que los economistas no hablan. Se fija en el Ipad de Apple, que debe su «inteligencia» al gasto de EEUU en la carrera espacial. Por eso, cuando en 2013 Apple repartió dividendos para sus accionistas, Mazzucato argumentó que los contribuyentes estadounidenses poseían más derechos que los accionistas.

La cooperación internacional incluyente en materia tributaria resulta esencial para combatir los retos que plantean las prácticas tributarias abusivas de las multinacionales

Las grandes multinacionales, entre ellas las tecnológicas o digitales, llevan años aprovechándose de la competencia entre los países, que les ofrecen grandes ventajas fiscales. En definitiva está en manos de los Estados el corregir esta situación tan injusta. Pero por aquí no cabe esperar cambios. Por ello, resulta interesante la Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional (Icrict), de la que forma parte Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía de 2001, que tiene por objeto promover el debate sobre la reforma del impuesto a las sociedades a nivel internacional, mediante una discusión lo más amplia e incluyente posible de las normas fiscales internacionales; considerar las reformas desde la perspectiva del interés público mundial en vez del nacional; y buscar unas soluciones fiscales justas, eficaces y sostenibles para el desarrollo.

Icrict fue fundada por una amplia coalición de la sociedad civil y organizaciones de trabajadores, entre las que se incluyen ActionAid, Alliance Sud, CCFD-Terre Solidaire, Christian Aid, el Consejo Global Unions, la Alianza Mundial por la Justicia Fiscal, Oxfam, la Internacional de Servicios Públicos, la Red de Justicia Fiscal y el Consejo Mundial de Iglesias. Icrict es apoyado por Friedrich-Ebert-Stiftung.

Sus principios son: las tácticas abusivas en el ámbito tributario por parte de las multinacionales aumenta la presión tributaria sobre el resto de los contribuyentes, vulnera las obligaciones cívicas de las corporaciones, roba a países desarrollados y en desarrollo recursos críticos para luchar contra la pobreza y para financiar los servicios públicos, exacerba la desigualdad de ingresos y aumenta la dependencia de los países en desarrollo de la asistencia oficial.

Las prácticas tributarias abusivas de las multinacionales constituyen una forma de corrupción que debilita la sociedad y requiere medidas urgentes. Esto es cierto incluso cuando las prácticas de las corporaciones se atienen a la legalidad y, especialmente, cuando las corporaciones utilizan su influencia política para lograr que se introduzcan leyes tributarias que les dan margen para cometer dichos abusos.

Las multinacionales actúan —y por lo tanto deberían tributar— como una sola entidad que hace negocios a escala internacional. Esta es la clave de toda reforma en este campo, porque las multinacionales suelen estructurar los precios de transferencia y otros acuerdos financieros para trasladar los beneficios que generan a empresas pantalla radicadas en las jurisdicciones con baja tributación.

Los paraísos fiscales facilitan las maniobras tributarias abusivas que generan enormes perjuicios para la comunidad mundial.

Los primeros pasos básicos para frenar los abusos tributarios deben ser exigir una mayor transparencia y acceso a la información.

Dado que cada persona y cada país sufre los efectos de las tácticas tributarias abusivas de las multinacionales, debería ampliarse el debate sobre su elusión tributaria y hacerlo más accesible al público.

La cooperación internacional incluyente en materia tributaria resulta esencial para combatir los retos que plantean las prácticas tributarias abusivas de las multinacionales.

Y estas son sus propuestas: las multinacionales deben tributar como entidades únicas. Frenar la competencia tributaria. Asegurar el cumplimiento de las normas. Aumentar la transparencia. Reformar convenios tributarios de los Estados con las multinacionales. Desarrollar un sistema de cooperación tributaria internacional más incluyente.

Como colofón a este auténtico expolio fiscal parece oportuno la lectura de otro artículo de nuestra Carta Magna. El artículo 31. 1. Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio.

Su lectura debería producir sonrojo a nuestros gobiernos y vergüenza a la ciudadanía por su pusilanimidad ante semejante injusticia que pone en grave peligro el futuro de nuestro Estado de bienestar.  Como señala muy bien Pedro Luis Angosto: ¿Para qué quieres vivir, soñar, protestar, crecer, discutir, leer, escuchar al que de verdad sabe, admirar si todo y mucho más de lo que puedas imaginar te lo proporciona ese aparatico desarrollado por Steve Jobs, aquel a quien llamaron “visionario”? 

Los nuevos dueños del mundo: las empresas digitales o tecnológicas