España es un sillón
España ya no es una piel de toro “enamorao” de la luna, ni un país que empujar para subir a una cumbre.
España ya no es una piel de toro “enamorao” de la luna, ni un país que empujar para subir a una cumbre.
Seis días del año nuevo y dos mujeres asesinadas y los gobiernos dispuestos a suscribir un pacto como si eso garantizara la imposibilidad de un crimen.
El 20 de diciembre parecía la fecha de la alegría. Las elecciones la convirtieron en un esperado nacimiento, en el belén de un gozo democrático.
Creo que fue Juan XXIII quien dijo que sólo tiene derecho a hablar quien tiene algo que decir.
Las opiniones sobre la idoneidad de llamar indecente a Rajoy están divididas. Yo no estoy a favor. ¿Pero encierran una ofensa o describen una realidad?
Felipe González dejó una frase para la posteridad: Los expresidentes son jarrones chinos. Todos alaban su hermosura, pero nadie sabe dónde colocarlos.
Lo sé, puede parecer una tontería o una manía sin fundamento alguno, pero desde que hace varios días leí que se había aplazado el juicio de Díaz Ferrán...
Ahí están nuestros políticos. Ofreciendo lavadoras brillantes, pletóricas de tecnología moderna, frigoríficos último modelo...
Las religiones se convierten con frecuencia en un intercambio comercial. “Si mi hijo encuentra trabajo, voy de rodillas desde Aluche hasta tu iglesia de Medinaceli”.
Rajoy se ha vuelto campechano, hace deporte con pantalón corto y calcetines blancos, se toma una caña y besa todo lo que se pone por delante.
La bondad es invencible mientras haya nardos, amapolas, rosas y claveles. La tierra respira perfumes.
¿Qué haremos los humanos sin un trocito de utopía y sin el valor creador de la palabra?
El centro está saturado. ¿Alguien es capaz de girar a la izquierda y permanecer allí con la cabeza llena de orgullo, de lucidez y de utopía?
Cuando se habla de políticos, es muy frecuente oír una conclusión dolorosa y según mi visión, absolutamente inexacta: “todos los políticos son iguales".
La tolerancia parece ser un tranquilizante de conciencia. Un relajante interior de la musculatura dispuesta siempre al ataque como defensa de los valores propios.
Rajoy, Aznar, Aguirre. No sé si estamos en tiempo preelectoral por el brillo de tanto puñal, o si ya han ganado las elecciones y entonces los puñales se dirigen hacia la ciudadanía.
Confieso que estoy asimilando la veracidad de eso de que la veteranía es un grado. Seguramente necesito mentirme a mí mismo.
Los existencialistas del siglo pasado nos asignaron una presencia en el tiempo un destino inapelable una mundanidad que globalizaba nuestro ser.
Dios no es catalán. Es más bien Pelayo de Asturias o Fernando el del espíritu que impera y moriremos besando la sagrada bandera.
Yo, lo confieso, casi siempre deformo lo que me dicen ciertos políticos. Es que yo también soy tonto.