jueves. 25.04.2024

¿Hay algún país en la comunidad europea con un ministro comunista?

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Que nadie vea sarcasmo en la pregunta que encabeza este artículo. Todo viene a colación de una conversación que he mantenido esta mañana con alguien que se mostraba poco partidario -mas bien nada- a que en un hipotético gobierno de coalición del PSOE con UP tras las elecciones del 10-N, haya algún ministro de ideología comunista.

Lo primero que me ha venido a la mente para responder a mi interlocutor ha sido el reconocimiento de que nuestro país arrastra una inercia hacia el bipartidismo que nos impide (sobre todo a los políticos) asumir que, sólo con un gobierno de coalición, se evitará un permanente bloqueo institucional, una paralización de la vida política con un presidente en funciones, rodeado de un gabinete también en funciones, y sin la aprobación de unos presupuestos imprescindibles para que funcionen los engranajes del gobierno de la nación.

La persona con quien hablaba esta mañana, me ha puesto el ejemplo de Portugal diciendo que allí los socialistas han pactado con los comunistas, una circunstancia para él negativa y que le he tenido que aclarar, explicando que en el país vecino gobierna el Partido Socialista, pero lo hace en solitario y en base a una alianza con dos partidos ubicados a su izquierda (el Partido Comunista y Los Verdes), circunstancia que hace pocos años los portugueses contemplaron con desconfianza y que, sin embargo, ha resultado ser beneficiosa para el país. No obstante, de coalición en Portugal nada de nada, pues allí los socialistas firmaron un pacto con sus socios, pero en ningún momento les concedieron que su participación en el Ejecutivo fuera más allá de un apoyo en las decisiones parlamentarias. Es decir, «ministerios al partido comunista ni uno ni medio», le he dicho a mi tertuliano con ánimo de tranquilizarle.

Hay cambiar el chip del bipartidismo y asumir que lo importante es aprender a convivir con gobiernos heterogéneos en los que, pese a las diferencias ideológicas, los partidos democráticos se opongan en bloque a que la extrema derecha gane terreno

Igualmente le he informado, siempre de memoria y con miedo a cometer algún error de bulto, que en Alemania gobierna una «gran coalición» que aúna a los conservadores (el equivalente a nuestro PP) con los socialdemócratas (lo que podríamos considerar el PSOE alemán), ambos partidos unidos por la decisión firme de que la extrema derecha no acceda a poder ni responsabilidad gubernamental alguna, algo que aquí en España se han saltado a la torera tanto los populares como Ciudadanos al pactar con Vox en tantas autonomías y municipios.

«¿Pero hay ministros comunistas en algún país europeo o no?», insistía alterado mi contertulio. «Pues, honradamente no lo sé» -le he respondido- «pero sí puedo decirte que coaliciones las hay en casi todos los países, algo a lo que aquí deberíamos acostumbrarnos de una vez por todas».

Ha sido entonces cuando he invitado a mi interlocutor dar un paseo imaginario por los gobiernos europeos, comenzando por Italia donde desde junio de 2018, lleva las riendas del país una coalición de los populistas del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) junto con la ultraderecha, repartiéndose entre ambos los ministerios.

Luego le he hablado del Reino Unido, donde gobierna el Partido Conservador, aunque en minoría y con un pacto de apoyos con el partido ultraconservador de Irlanda del Norte.

Un salto al sureste nos ha conducido hasta Grecia donde, si bien ahora gobiernan en solitario los conservadores de Nueva Democracia, hasta hace bien poco lo hacía una estrambótica asociación de la izquierdista Syriza junto a un partido ultraconservador, dos inquilinos de las antípodas ideológicas unidos surrealistamente por su ansia de sacar al país del atolladero de una grave crisis económica y los problemas inherentes al consiguiente rescate.

Viajando hacia el norte hemos llegado a Suecia, donde gobiernan en coalición los socialdemócratas con los verdes, o sea, algo dentro de una lógica nada objetable. Sin embargo, lo que de verdad destaca en ese gélido país es la honrosa circunstancia de que el centro-derecha pudo gobernar y no lo hizo al negarse a pactar con la ultraderecha, algo que ni de lejos se espera que pueda ocurrir en nuestro país si el centro derecha de los populares tienen ocasión de meter a Casado en la Moncloa con la ayuda de Abascal y sus huestes.

En fin, estimados lectores, esta ha sido más o menos la conversación que he mantenido en mi tertulia de desayuno de esta mañana, una charla que ha comenzado con una pregunta y que yo he finalizado con otra, al plantearle a mi interlocutor si no le parecía más importante la cuestión de cuándo seremos capaces de cambiar el chip del bipartidismo y asumir que nos quedan muchos años por delante (tal vez varias generaciones) en las que lo importante será aprender a convivir con gobiernos heterogéneos en los que, pese a las diferencias ideológicas, los partidos democráticos se opongan en bloque a que la extrema derecha gane terreno y se aproveche de las prebendas que les ofrece una democracia que, si en sus manos estuviera, aniquilarían apenas gobernaran en mayoría. No olvidemos que gracias a la democracia, gracias a las urnas, Hitler accedió al poder.

Lo que sucedió después, es por todos conocido.

¿Hay algún país en la comunidad europea con un ministro comunista?