viernes. 29.03.2024
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“Memento, homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris”, o lo que es lo mismo, “recuerda, hombre, que polvo eres y al polvo volverás”. Este fragmento de la Biblia nos recuerda el paso efímero de las personas por esta vida.

Y, al final de ese paso, llega la muerte. Las personas, a través de nuestro Testamento Vital podemos transmitir a los que queden, cómo queremos que los nuestros nos recuerden, si a través de una tumba con un entierro, o a través de una urna con nuestras cenizas.

Cada vez más cremaciones

Parece ser que son, cada vez más, las personas que se deciden por la cremación, ya sea de uno al morir con ese testamento, o ya sean los familiares del fallecido quienes, en el caso de no haber testamento, pueden decidir la opción que deseen con su familiar.

Esta tendencia lleva siendo habitual en los últimos años y el porcentaje de incineraciones supera ya el 40% de los fallecimientos en España. Es más, según la Asociación Nacional de Servicios Funerarios, se estima que dentro de cuatro años, en 2025, el 60% de los decesos serán incinerados.

Las causas de este crecimiento

Los expertos del sector apuntan que este incremento se debe a nuevas tendencias culturales, en donde se experimenta un desarraigo de las tradiciones cristianas. También es cierto que el espacio en los camposantos es cada vez más escaso.

También es cierto que este auge tiene otra causa importante, que no es otra que la incineración puede costar hasta 1.000 euros menos por el menor coste del ataúd y también por la ausencia de nicho para los restos.

Urnas funerarias para el recuerdo

Sea como fuere, también los cementerios disponen de espacios en donde ubicar los restos de nuestro familiar incinerado para su visita y recuerdo, denominados columbarios; pero son muchas las personas que no depositan estas urnas, para ubicarlas en casas u otros lugares especialmente diseñados para el recuerdo de sus allegados fallecidos diferentes de los cementerios y que cada vez proliferan más.

Con la tendencia de incremento de las incineraciones, también se ha extendido mucho más el uso de urnas funerarias que contienen las cenizas. Su origen, como la muerte, se pierde en los siglos. Hay que remontarse a la Edad de Bronce para encontrar las primeras urnas funerarias.

Lugares para el recuerdo

Como hemos mencionado, nuevas tendencias culturales hacen que los lugares en los que se depositan las urnas sean diversos. Para los cristianos, el lugar para depositarlos es en los columbarios de cementerios o templos, pero las personas no creyentes piden ser recordadas en otros lugares, a veces inverosímiles, como en estadios de fútbol que disponen de columbarios para esta función.

Pero lo usual es disponer las urnas en casa, con la finalidad de tener el recuerdo de la persona a diario, o en lugares amados por el fallecido, o esparcir las cenizas al viento en algún lugar especial para el fallecido y sus allegados.

Eso sí, antes de decidir esta práctica de esparcir las cenizas en algún lugar es muy importante que los familiares consulten la normativa de cada municipio antes de hacerlo. Y es que una práctica que puede parecer tan inocente como verter las cenizas de nuestro ser querido al mar puede conllevar multas de hasta 750€ en según qué poblaciones, por considerarse delito contra el medio ambiente.

El mar como último destino

Alrededor de este incremento de las incineraciones y con el fin de dar respuesta a las voluntades de fallecidos y familias sin infringir ninguna ley, están surgiendo un sinfín de servicios. Por ejemplo, en algunos lugares de costa se ofrecen embarcaciones para llevar a cabo un funeral en el mar y poder arrojar la urna o esparcir las cenizas en ese lugar, cumpliendo con la normativa de la administración que exige que ello se haga a más de cinco kilómetros de la costa.

En el caso de querer llevar a cabo este tipo de despedidas, es importante tener en cuenta que deberán utilizarse de manera obligatoria urnas biodegradables, también conocidas como biournas. Estas urnas de degradan rápidamente, con unos plazos que van desde los 10 minutos, hasta los seis meses, sin que quede ningún tipo de residuo tóxico, de manera que son respetuosas con el medio ambiente.

También en la montaña

Hablamos del mar como el último destino de un familiar querido porque suele ser muy habitual y muy vinculado a nuestra cultura costera. Pero también la montaña o los ríos son también lugares habituales para el descanso eterno de un fallecido. También en este caso deben utilizarse las biournas.

Lo cierto es que, en el caso de que la última voluntad de un fallecido sea la incineración y el depósito de sus restos en un determinado lugar, puede cumplirse ese deseo y elegir la urna correcta para ese destino final.

Existe una urna funeraria para cada necesidad