jueves. 28.03.2024
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Mapa de incendios de la web Global Forest Watch Fires

Al menos así se desprende del resultado de ese ficticio partido que parece haber sido jugado en el estadio de la sociedad de la información del siglo XXI entre la catedral de Notre Dame y la selva amazónica.

El imaginario marcador final refleja una goleada por parte del monumento gótico a la naturaleza sudamericana. Tal vez un Amazonía 20, Notre Dame 1.000. Eso es lo que se podría concluir a partir de los aportes “oficiales” para la recuperación de ambos monumentos. Una goleada de infarto y vergonzosa, porque para la supervivencia del ser humano y demás seres vivos sobre el planeta es mil veces más importante, ¿será que me quedo corto?, la Amazonía que una iglesia, por mucha riqueza, tradición e historia que tenga detrás. Y eso no quiere decir que esté en contra de la inversión en la iglesia parisina y todos sus efectos e impactos mediáticos.

El gobierno de Brasil es culpable, dice Eduardo Gudynas que “La bolsonarización significa impunidad ecológica”, pero también el resto de los gobiernos del resto de países con territorio amazónico entre sus fronteras

Cierto que las campañas de recogidas de firmas a favor de salvar ese pulmón de la naturaleza han reunido millones de rúbricas, como la de “Defenda a Amazônia! #AmazonDefenders” que lleva más de doce millones de apoyos de la ciudadanía. Pero, lo que me gustaría es llamar la atención sobre esa desigualdad que han producido ambos incendios en cuanto a su gravedad, la relevancia para la subsistencia y los presupuestos destinados a su posible solución.

Tal vez sea porque la iglesia parisina es un ente tangible perteneciente a una institución bien situada (aunque muy criticada), ubicada en un país “desarrollado” y visitada por cientos de miles de turistas anualmente. Y el espacio natural incomparable de Abya Yala no tiene aparentemente dueña reconocida, se reparte entre varios países con gobiernos bajo sospecha (la que sea), no tiene (por suerte) tantas visitas y está sometida a todo tipo de atropellos como deforestación, tráfico de materias primas y persecución a sus habitantes originarios.

Ustedes valoren y decidan con qué se quedan, pero no podemos dejar en manos de “cualquiera” la solución de un problema que nos afecta a todas y a todos. Es una crisis gravísima inmersa en la crisis mundial del cambio climático. Un bien universal como la Amazonia no puede estar al libre albedrío de políticos que miran más los intereses económicos propios que los valores generales de nuestro hábitat planetario.

En un solo día, el 16 de abril de 2019, según la cadena de noticias France24, se recaudaron por donaciones privadas más de 700 millones de euros para la reconstrucción de la catedral de Notre Dame, símbolo del arte, la cultura y la historia francesas. Incluso la UNESCO, con sede en París, prometió trabajar con el país galo para restaurar la catedral, inscrita desde 1991 en su lista de patrimonio mundial de la humanidad y que recibe una media diaria de treinta y cinco mil visitantes.

fraydyManifestación en Sevilla del movimiento Fridays For Future

Por su parte, hace unos días que los “ricos” del G7 reunidos en Biarritz (Francia) se han estirado y han destinado 22 millones de dólares, sí, han leído bien, veintidós millones, para ayudar a la Amazonía. Supongo que se les habrá roto el bolsillo, porque el corazón lo tienen de hierro y la cabeza llena de serrín. Solamente he leído de un “millonario” que haya declarado públicamente ayudar económicamente a la selva amazónica: Leonardo Di Caprio. Otros se conforman con publicar un trino denunciando y diciendo que apoyan, pero ni un centavo.

Necesitamos conocimiento frente a crecimiento. La economía no lo es todo ni va a salvar al planeta y a los seres vivos que lo habitamos. El gobierno de Brasil es culpable, dice Eduardo Gudynas que “La bolsonarización significa impunidad ecológica”, pero también el resto de los gobiernos del resto de países con territorio amazónico entre sus fronteras y tantos otros países que miran para otro lado o que tienen la conciencia manchada por años y años de esquilmar las riquezas naturales de la Tierra, incluida la madera y otros tesoros de la Amazonía.

No es solamente la vegetación incendiada, son las repercusiones directas sobre el ya grave cambio climático que nos afecta directa o indirectamente a poblaciones humanas, especies animales en peligro, recursos hídricos y vegetales. Lo que está ocurriendo en la Amazonía es una tragedia para la humanidad y el planeta, como también lo son los incendios en África o en el Ártico.

No se trata de compartir entusiasmos o de participar de los silbidos. Es solamente cuestión de que los indígenas europeos, como dice Alba Rico, deberían sentir el crepitar de las llamas amazónicas tanto como el de las parisinas, tener conciencia y conocimiento y buscar la forma de solucionar una situación creada por un enemigo que todo el mundo sabe quién es: el ser humano y sus ansias de enriquecimiento. Es una crisis climática consecuencia de una crisis ética de la humanidad que no ve que caminamos hacia el abismo.

Los científicos dicen que los incendios habituales en el verano han aumentado por efecto del cambio climático y que sus llamas agravan con sus emisiones de CO2 el calentamiento global.

En este mes de agosto que se fue hemos celebrado el día de la madre Tierra (Pachamama) el primer día del mes, el día de las poblaciones indígenas el 9 y el día de la solidaridad el 31. Pero esas celebraciones no sirven de nada si las palabras no se convierten en acciones que sirvan para salvarnos de la catástrofe. Necesitamos de toda la solidaridad y de todos los esfuerzos para que esta crisis no vaya perdiendo fuerza en los medios ni en las conciencias. Sigamos las recomendaciones del decálogo para informar sobre el cambio climático, “Los Medios de Comunicación y el Cambio Climático”, impulsado por la Fundación ECODES y el grupo de investigación Mediación Dialéctica de la Comunicación Social (MDCS) de la Universidad Complutense de Madrid y que firmaron más de veinte medios de difusión en reunión previa a la Conferencia Internacional sobre Cambio Climático 'Change the Change' celebrada a primeros de marzo pasado en el País Vasco.

Y recordemos nuevamente que la semana del 20 al 27 de septiembre está marcada en el calendario mundial para luchar por la vida futura en el planeta (Fridays For Future).

La Amazonía no cuenta tanto