viernes. 29.03.2024
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Usted está tranquilamente en su casa sin saber, como el personaje de Cortázar, que el asesino de la novela que está leyendo se acerca hacia su víctima cautelosamente y que la víctima de su sangrienta fechoría es el lector de su historia, es decir, usted. La realidad se convierte en ficción y la ficción en realidad, pero en ambos casos usted siempre será el damnificado. Como afirmaba Cervantes: vaya el cántaro a la piedra o la piedra al cántaro, mal para el cántaro. De pronto el precio de la luz comienza a subir sin que la gente normal como usted sepa los motivos de unos precios enloquecidos de algo tan necesario como la energía. Prometeo ha fracasado, la falta de fuego lo empobrece todo. Después de los ucranianos, usted es la víctima de que Putin decidiera invadir a su país vecino. El lockout de los transportistas con el aliento de la derecha en su interés de acabar con el gobierno a la “chilena” también lo pagará usted.

Usted sentado en el sillón de su casa es el culpable y, por ello, la víctima de todo cuanto ocurre. Simplemente porque todo lo que ocurre sucede para que usted pague los platos rotos. Los oligopolios energéticos, los monopolios, los ideólogos posmodernos,  los comisionistas de estiércol, lo tienen a usted como su principal cliente, aunque no lo digan, pero no cliente como consumidor,  el capitalismo posmoderno y canalla no trabaja para el consumidor, para ello tendría que respetar al mercado y ciertas reglas del juego y mejor que consumidores y normas es tener cautivos y alienados.

Los presuntos peligros de la demagogia, el populismo o la inestabilidad se esgriman ante el vacío creado por el hecho de que la política se haya convertido en un interminable acto de insinceridad

Esta etapa de capitalismo posmoderno o canalla es un espacio incompatible con la democracia, porque no es posible  criminalizar al ciudadano medio sin arrebatarle la soberanía. Desde la caída del Muro de Berlín toda la metafísica posmoderna en su variante neoliberal de la economía, se ha fundamentado en la alienación del ciudadano medio al objeto de que aceptara todos aquellos posicionamientos contrarios a sus propios intereses. Así lo anunciaba uno de los ideólogos del neoliberalismo, Milton Friedman cuando decía sin complejos que había que conseguir que lo políticamente imposible fuera políticamente inevitable. 

En realidad, era crear un acotamiento del terreno político mediante un vacío. En los vacíos intelectuales o políticos siempre hay que poner un peligro que los justifique, como cuando los conocimientos geográficos eran laxos y en medio de grandes vacíos en los mapas, se leía: hic sunt leones (Aquí hay leones). Es por ello, que los presuntos peligros de la demagogia, el populismo o la inestabilidad se esgriman ante el vacío creado por el hecho de que la política se haya convertido en un interminable acto de insinceridad donde la derecha dice defender los intereses generales de la ciudadanía cuando lo que defiende son los de las élites económicas y sociales y la izquierda abandona a su sujeto histórico, los trabajadores, para perseguir la inexistente sociología de una artificiosa y extinguida clase media y un fantasmagórico centro político.

Usted es el culpable de todo cuanto ocurre