sábado. 20.04.2024
pension

Por Ignacio Apestegui.

En la novela de George Orwell nos encontramos un mundo distópico donde, a través de los panfletos publicados por el Ministerio de la Verdad, el protagonista descubre toda una trama para mantener a la población controlada.

Tres bloques dominan el mundo. Se entrevé que cada uno regido por sistemas político-económicos diferentes, pelean o se alían según le conviene a la clase dominante para mantener el status quo. La población es un medio, un Item, un engranaje en una máquina sin importancia.

Al leer el artículo de Mario Regidor, Las Pensiones del Futuro (muy interesante, por cierto), no pude evitar tener cierto asalto memorístico del libro de Orwell, no tanto por la idea neo-Comunista del Gran Hermano (que también pero ya llegaré) sino por la división del mundo en bloques.

Nuestra sociedad, la europea, está centrada en la persona. Las leyes, los gobiernos, la Unión Europea en sí es un paradigma (o pretendemos que llegue a serlo) de un Estado Social con todo lo que ello significa. La sociedad americana (la Yanki y gran parte de Sudamérica) es una sociedad capitalista-liberal. A este bloque se le podrían unir algún que otro país del mundo y está China y su área de influencia (que no creo que sean los malos en nuestra historia la verdad).

En este punto voy a hacer un inciso. En este texto, al igual que en la historia de Philip K. Dick, The man in the high castle, África es irrelevante en la historia. No por menosprecio, sino por el abuso que se ha hecho y se hace del continente. Y lo más importante, la falta de unión de los africanos para crear una Unión Africana fuerte que proteja a su población de los desfases y abusos propios y ajenos que sufre el territorio.

Volviendo al asunto del título del artículo, Mario hace mención a la necesidad de enfocar el devenir de las pensiones dentro de la sostenibilidad económica, contemplando el aumento de la esperanza de vida, el empeoramiento del poder adquisitivo y la falta de capacidad de ahorro que se ha suscitado en las familias en las últimas décadas.

Resumiendo su artículo, estamos jodidos y a ver cómo salvamos lo poco de estado social que nos queda.

Ese es el error que creo que estamos cometiendo. No los socialistas o la gente de izquierdas, sino los europeos en general (pues entiendo que todo el espectro político, a su manera, cree en la necesidad del bien social general). El error es preguntar “¿Cómo va la sociedad a poder seguir pagando las pensiones?” y no “¿Cómo vamos a construir una sociedad que pague las pensiones?”. Las pensiones, la educación, la sanidad, los servicios sociales, la seguridad, etc.

¿Cómo vamos a hacer para seguir siendo Europa (La Unión y sus valores)?

Al final esa es la pregunta. ¿Queremos un Estado del Bienestar o una jungla capitalista con los derechos que puedan comprar nuestros dólares?

Por mi parte la respuesta es clara. Mi lucha, mi objetivo, mi sueño (utópico supongo) es la construcción de un Estado Europa donde su propia esencia suponga la ejecución del Estado de Bienestar, justo, igualitario, democrático…, esa debe ser la fuerza de gravedad sobre la que orbite nuestro mundo. Ese debe ser el objetivo último de nuestra sociedad.

Esto, por supuesto, hay que pagarlo. Europa (y los países que la componen) debe tener unos presupuestos que contemplen el gasto social, esa mal llamada Hucha de las Pensiones, que debería englobar toda la cartera de gastos INTOCABLES de la sociedad (la POLÍTICA en letra mayúscula) que nos hemos dado, y después, con el resto de los euros hacer política (en letra minúscula).

Para entendernos con ejemplos sencillos que me llevan a estos devaneos mentales.

En la novela 1984, el 74% de la población son trabajadores cuyo único fin (y principio) es trabajar para el mantenimiento del estado. En nuestra realidad es el 68% (Fuente: Banco Mundial) de los cuales en el sector servicios se encuentra el 70,9%, construcción 6,7%, agricultura 4,1% y en industria (y cuello blanco) 18,3% (Fuente: EuroStat). Con estos datos en la mano podemos entender (al menos yo lo hago) que algunas medidas propuestas (al entender “lo social” como un gasto) que se están aplicando, como el aumento de la edad de jubilación o el cambio del cómputo del tiempo de las mismas, son un parche, en el mejor de los casos, que no solucionará la viabilidad del sistema. Sobre todo, teniendo en cuenta la injusticia que la gran masa de las personas que sostienen el sistema, trabajan en sectores cuyo gasto físico es tremebundo en comparación con los “señoros” que deciden sobre estas cuestiones.

¿Queremos una sociedad donde los auxiliares de Geriatría tengan 67 años cuidando residentes de 68? ¿Kellys septuagenarias limpiando los destrozos de universitarios imberbes en Magaluf? y ¿los transportistas, cocineros, albañiles, etc.? ¿Esa sociedad queremos?

No hay suficiente masa laboral en las profesiones liberales o de cuello blanco para que con la renta del trabajo se “pague el gasto social”. En esta frase he englobado el meollo de lo que quiero proponer.

En primer lugar, para que haya justicia social y dado que es absurdo pensar que no hace falta el mismo número de arquitectos que de albañiles en una obra, también lo es, que los peones trabajen más tiempo, con un trabajo más duro, para alcanzar las mismas cuotas de derechos sociales que los primeros (Lo mismo aplicable a cualquier otro sector).

Segundo, la renta del trabajo en una Sociedad del Bienestar no puede ser la fuente de los bienes sociales que nos damos. La evolución del mercado laboral nos lleva a un cambio de paradigma, la producción automatizada en la industria, agricultura, incluso en el arte, nos lleva a plantear el gravamen sobre la producción per sé. Ya hace cuatro años Bill Gates sugirió la carga fiscal sobre las máquinas, robots o las IA’s (y no es precisamente una persona que no sea especialista en el tema) posteriormente he podido leer varios artículos sobre la “Cuarta revolución industrial” del Doctor en Economía Carl Frey de la Universidad de Oxford que aúnan en esta teoría, sobre el gravamen a los robots.

Y tercero y último, el concepto de “Gasto Social” debe desaparecer del debate y convertirse en “Mantenimiento Social”. Europa, la sociedad europea, somos eso. Una sociedad del bienestar, nos hemos dado ese valor como columna vertebral de nuestra Unión. Mario hacía referencia a la necesidad europea de la inmigración para el sustento de la sociedad, yo lo apoyo. No como necesidad de mano de obra sino como valor humano añadido. Como gotas de color en la paleta que conforma nuestro pantone social, nos completen, nos hagan crecer en la dirección que hemos elegido. La Europa del Bienestar.

Aquí quiero hacer otro inciso. La migración es un fenómeno en dos sentidos y en múltiples direcciones. El mundo evoluciona como en 1984 en varios bloques y por tanto hay múltiples posibilidades de sociedad. Aquellos que deseen una cultura abierta, social, justa, igualitaria y democrática tendrán en Europa un lugar. Los que deseen una sociedad capitalista, individualista, liberal tendrán su referente en “América”, incluso aquellos que deseen una sociedad alejada de la ciencia y el progreso y centrada en su religión podrán caminar mirando hacia sus lugares sagrados.

Concluyendo, volviendo al asunto del título y a mi opinión del meollo del asunto.

La renta del trabajo en Europa no puede ser el baremo económico sobre el que construir el mantenimiento del sistema de pensiones, ni por extensión del sistema de bienestar que debe significar la Unión Europea. Aun así, la renta del trabajo debe aumentar, para ello el salario mínimo europeo debe crecer y ser igual en toda la Unión. Así cumplir con los mínimos de calidad de vida que se espera de nuestra sociedad. Como se ha demostrado en España la inclusión de una renta mínima vital y el aumento del SMI un 68,97% en los últimos siete años (Fuente: INE) (que no ha provocado una inflación galopante o una crisis en empresas como auguraban los liberales) mejora las perspectivas económicas del País y la resiliencia de la población a las crisis.

Debemos establecer una renta a la producción que equilibre la reducción de mano de obra humana. Incluso fomentar la tecnificación del sector primario y secundario para la optimización del sistema productivo. Es fácil pensar que esto podría desequilibrar la recaudación, pero cualquiera que haya estudiado un poco de organización industrial (o cocina) conoce la terminología hora/hombre que define a una unidad productiva en una cadena o sistema. Teniendo en cuenta esto no es complicado establecer la aportación a la sociedad europea que debería realizar cualquier máquina, robot, IA (o lo que inventen estas últimas de aquí a unos años) debe servir para el mantenimiento de nuestra Sociedad del Bienestar.

Pero este cambio del modelo taxativo no debe ser la única transformación, debemos (como hemos escuchado en múltiples deliberaciones de la COP26 de Glasgow) cambiar el modo de hacer las cosas a nivel mundial o no va a haber que preocuparse de las pensiones ni de muchas otras cosas. No es alarmismo, es ciencia. No es opinión, es ciencia. No es cosa de abraza árboles y planta margaritas, es ciencia. No son histerias de Greta Thunberg, es ciencia.

Por la ciencia (y la supervivencia de nuestra sociedad) debemos cambiar el sistema productivo a uno más tecnificado, verde y sostenible. Para ello el Green Deal Europeo no puede ser un programa de este septenio económico de los presupuestos europeos sino una base para el desarrollo del entramado industrial del continente. Debe implicar una relocalización en Europa de las principales cadenas de producción de materias y componentes estratégicos de nuestras empresas y de aquellos sectores (IA, Aeroespacial, Defensa, Biotech, etc.) que son la base y el futuro de un proyecto europeo fuerte de Defensa, Seguridad y Autoprotección sin la tutela americana.

Una reforma agraria compleja y completa. Crear una normativa de recuperación de los espacios agrarios. Convirtiéndolos además en un nuevo foco de desarrollo de trabajo de valor. Recuperando la Europa despoblada. Para ello se debe ayudar al sector con tecnología (como el uso de satélites para el control de los cultivos y el manejo a distancia de maquinaria pesada agraria). La creación de un programa europeo de I+D+I para el desarrollo de especies autóctonas para evitar la destrucción de biodiversidad provocada por los monocultivos. A su vez, potenciar el uso de algas y otras proteínas (como ha demostrado Ángel León en Nobbot) que no solo son mejores fuentes que la soja como alternativa a la proteína animal, sino que además servirían como sustituto a la soja y cultivos similares (que están esquilmando los bosques del planeta) para piensos, con el añadido nada despreciable de poder (las algas) la mayor fuente de absorción y transformación del CO2 a nivel global. Un nuevo sector agrario, productivo, sostenible, limpio y con una proyección de crecimiento estratosférico.

Imitar a China y crear una centena (cálculo a ojo de las necesidades de la UE) de centrales nucleares. Tecnología limpia, conocida y segura que además crearía puestos de trabajo de calidad. El absurdo del no uso de la tecnología nuclear ha llevado a los europeos a quemar gas y carbón como si estuviéramos en 1921 en vez de 2021. Añadiendo una inversión en tecnología de Fusión (energía que tiene visos de ser la única solución real para la crisis energética mundial que finiquitara todas las demás fuentes de energía) y en renovables (que hoy por hoy no pueden proporcionar la energía verde necesaria, pero son mucho más sostenibles que el gas y el carbón).

Una regulación del mercado común europeo sencilla. Sí no cumples nuestros estándares no puedes vender en la Unión. Esto arrastraría a la parte liberal del mundo a cumplir los mismos requisitos “verdes”. No podemos obligar a nadie a dar educación, sanidad, democracia, pero al menos podemos prevenir que destruyan el planeta sí quieren euros en sus bolsillos. En el otro lado del mundo, nos cueste admitirlo o no, el gobierno chino ha iniciado unas reformas muy potentes en la dirección correcta hacia la economía verde y curiosamente (por lo de ser una dictadura) sociales que la acercan a lo que tenemos en Europa y es posible que a medio plazo nos copien en la mejora de nuestro estado de bienestar.

En definitiva, la sociedad europea debe girar hacia este nuevo estado centrado en el bienestar y la única manera de hacerlo es la integración.

Europa, Europa y más Europa.

Las pensiones, Mario y 1984