martes. 19.03.2024

Clotilde Sarrió y Alberto Soler Montagud | Con el paso del tiempo y como consecuencia de los cambios en los modelos socioculturales, han salido a la luz  nuevas formas de relación de pareja que van más allá de la concepción tradicional impuesta por los condicionantes culturales y religiosos de cada grupo social. Cada vez son más conocidas las relaciones abiertas (parejas swingers) caracterizadas por un acuerdo entre ambas partes que les permite mantener relaciones sexuales con personas ajenas a la propia pareja. Otra forma de relación en boga es el poliamor, modalidad más compleja que contempla la posibilidad de mantener relaciones íntimas (tanto sexuales como románticas) con distintas personas, simultáneamente y sin especificidad de género. Ya por último (aunque hay muchas variedades más) mencionaremos las relaciones entre dos personas que, independientemente de que tengan o no pareja, sólo pretenden tener sexo y  descartan la posibilidad de un vínculo afectivo o compromiso. 

En contra de lo que pudiera parecer, no son las redes sociales las responsables de que estas nuevas relaciones hayan proliferado con tanta rapidez y aceptación. Internet solo ha sido el medio de difusión pero más allá de la informática cobran protagonismo otros factores como la progresiva independencia que ha alcanzado la mujer respecto al hombre, tanto en lo laboral como en lo económico, social y emocional. Maticemos igualmente que considerar nuevos modelos a estas formas de relacionarse no es del todo exacto, pues estos modos relacionales ya existían mucho de que hubiera redes social aunque su visibilidad y difusión fuera infinitamente inferior a la actual.

Los sociólogos, sexólogos y expertos en salud mental coinciden en que acceder a estas relaciones abiertas o al poliamor de un modo frívolo e impulsivo, puede acarrear consecuencias negativas en la estabilidad emocional del individuo y de la pareja. La principal causa de estos efectos perniciosos para la estabilidad emocional es la ausencia de una educación sexual que contemple la posibilidad de otras relaciones más allá del modelo tradicional de pareja monógama constituido por un hombre y una mujer.

Es de suma importancia que la sociedad asuma la proliferación de los nuevos modelos de pareja cuyas posibilidades llegan mucho más lejos de aquello que el subconsciente de cada cual lleva interiorizado como un legado sociocultural cuyo guión escribió la tradición

Es responsabilidad de quienes planifican los programas de educación, y también de los progenitores, ofrecer desde la infancia una  información que contemple la existencia de modelos de pareja más allá del tradicional, así como los pros y los contras (desde una óptica psicológica y sociológica a ser posible no sesgada) de las distintas modalidades. La desinformación, la ocultación y/o la negación de las opciones que el joven encontrará al desenvolverse en el mundo real, podrán ocasionar desequilibrios proclives a provocar trastornos mentales.

El amor líquido

No sólo la desinformación sino también la mercantilización que suele acompañar a los modos de relaciones sexuales diferentes al impuesto por la tradición, puede repercutir en las estabilidad emocional de quienes incorporan estas prácticas en sus relaciones de pareja. Ciertos factores como el individualismo, la cultura de la inmediatez, el culto al hedonismo, y el consumismo que caracterizan a la sociedad actual, han dado lugar a un nuevo fenómeno conocido como amor líquido, un término acuñado por el sociólogo Zygmunt Bauman quien en su libro, “Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos” publicado en 2003, lo describe como un modelo de relación interpersonal (tanto en lo que respecta al amor romántico como a los otros tipos de relaciones que Bauman denomina «relaciones posmodernas») caracterizado por la «ausencia de solidez, calidez y compromiso, y una tendencia a la fugacidad y la superficialidad»

Sin excluir la libertad de explorar y elegir nuevas formas relacionales, el componente mercantilista inherente al modelo consumista de la sociedad neoliberal, hace necesario no desatender las necesidades psicológicas de conexión y vinculación que siempre estarán presentes y cuya exclusión podría ocasionar daños si el tipo de relación elegida no estuviera precedido de una información y un estudio reflexivo y razonado, así como también el mutuo acuerdo de las personas implicadas en la misma. El deseo sexual lleva implícita una carga de urgencia en la satisfacción del impulso, y es por ello que en estos casos no se deberían tomar decisiones con la misma espontaneidad que un impulso consumista promueve una compra en Amazon. 

En beneficio de los implicados en una relación donde el afecto y el sexo juegan bazas importantes, es esencial saber bien lo que se quiere, hasta donde se está dispuesto a llegar, el grado de compromiso que se acepta asumir, y también conocer la disposición de la otra parte a fin de evitar falsas expectativas, pues aunque las reglas de la relación parezcan estar claras, son muchas las veces que subyace la búsqueda no consciente de un amor romántico tradicional que aboque en una relación de pareja a la que se acabará exigiendo una fidelidad que puede que la otra parte no esté dispuesta a asumir jamás. 

Ante lo fácil que resulta acceder con un simple clic a la oferta de algo tan distinto al paradigma relacional tradicional, es preocupante que un elevado porcentaje de quienes recurren a Tinder o aplicaciones similares, nunca hayan recibido una educación sexual que contemple modelos relacionales más allá de los implantados en las generaciones que les precedieron.

De este modo, los primerizos (y primerizas) que se adentran en la diversidad, carecen de habilidades para que sus impulsos estén en sintonía con sus emociones. El resultado es que, aun sin saberlo y de sentirse modernos y atrevidos, estos neófitos del sexo libre se rigen subliminalmente por algunos fundamento de la fidelidad monogámica que les transmitieron las generaciones que los educaron. El resultado de esta disparidad suele abocar a sentimientos de inseguridad y de culpa por no saber gestionar lo novedoso de un modo adaptativo.

Es de suma importancia que la sociedad asuma la proliferación de los nuevos modelos de pareja cuyas posibilidades llegan mucho más lejos de aquello que el subconsciente de cada cual lleva interiorizado como un legado sociocultural cuyo guión escribió la tradición.

 

El derecho a la libertad de cada cual (tanto la propia como la del otro) para decidir el modelo de pareja y de sexualidad que desea es incuestionable. Cada persona, cada pareja, deben sentirse libres de elegir su modo de sentir y vivir en pareja y cómo canalizar el respeto y la lealtad en una relación. No es válido dogmatizar desde ninguna ideología que imponga la monogamia como única opción cuando la los hábitos sociales de muchas culturas anteriores y posteriores al cristianismo demuestra que siempre existieron muchas y más atrevidas opciones.


Clotilde Sarrió es psicoterapeuta Gestalt y Alberto Soler Montagud es médico y escritor

Parejas abiertas, poliamor y otras alternativas a la monogamia