viernes. 29.03.2024

La FIFA es la institución donde se concentra el poder que gobierna el futbol a nivel global, a través de las respectivas federaciones continentales y nacionales. También es la responsable de organizar los Campeonatos Mundiales de Futbol. Todo el complejo de la FIFA se encuentra envuelto en un oscuro mundo de secretismos, sobornos, movimientos de capitales e influencias políticas y económicas que parecería que nada tiene que ver con la práctica deportiva.

Sin duda la elección de Qatar como sede de la última Copa del Mundo ha puesto en evidencia todas las corruptelas y falta de principios de la propia FIFA. Ello no debería sorprendernos de una organización que ya en 1978 celebró con toda la pomposidad el Campeonato de Futbol en la Argentina de la Dictadura y con decenas de miles de desaparecidos.

Pero en esta ocasión la imagen de Qatar y la de la propia FIFA han quedado ensombrecidas desde el principio y en toda su ejecución. La propia elección causó sorpresa al tratarse de un estado donde el futbol es cuasi desconocido y que sólo se justifica por los subterráneos corredores de dinero que desde Qatar fluyeron a las arcas de la FIFA y se supone que al bolsillo de sus dirigentes.

La elección de Qatar como sede de la última Copa del Mundo ha puesto en evidencia todas las corruptelas y falta de principios de la propia FIFA

Desde el inicio se ha cuestionado el hecho de su celebración en un país autocrático, cuasi feudal donde existe una falta de derechos democráticos y sociales. Las mujeres están discriminadas, la homosexualidad prohibida y severamente castigada y donde el trabajo cuasi en su totalidad migrante se realiza en unas indignas condiciones tanto laborales como de seguridad, como se ha demostrado en la construcción de las instalaciones, más propias del feudalismo y la esclavitud. Todo ello contradictorio con la modernidad arquitectónica de sus edificios e instalaciones deportivas. La prensa nos ha explicado claramente como el trabajo en Qatar está realizado básicamente por inmigrantes asiáticos y africanos a los que no se les reconocen los mínimos derechos laborales. Los trabajadores están sujetos a la autoridad de su contratista que les retiene su pasaporte y no pueden cambiar de empresa ni tampoco abandonar el país. Sus salarios son míseros y sus jornadas de trabajo prolongadas, con temperaturas que en ocasiones bordean los 50º. En cuanto a sus condiciones de vida y de cobijo totalmente tercermundistas.

Es bajo estas circunstancias que medios de comunicación como The Guardian y observadores de ONG consideran que en la construcción de las obras del Mundial pueden haber fallecido entre 6.500 y 10.000 trabajadores. Pero todo ello para la FIFA no ha sido el más mínimo inconveniente para la celebración del evento. Ha habido más debate por la época invernal del campeonato y los cambios que ha provocado en las ligas nacionales que por las muertes y las condiciones de trabajo de los trabajadores migrantes, los cataríes naturalmente no se dedican a estos menesteres.

Nos encontramos con la modernización del famoso “pan y circo” de la antigua Roma, donde para aplacar a la plebe hay que darles un poco de espectáculo

Nos encontramos con la modernización del famoso “pan y circo” de la antigua Roma, donde para aplacar a la plebe (hoy la ciudadanía del mundo) hay que darles un poco de espectáculo, en la Roma Antigua era el “circo” y ahora es el futbol u otros deportes o en su caso los “juegos olímpicos” de los que ya hablaremos en otra ocasión. Las voces críticas en el mundo del futbol han sido pocas y aisladas. Algunas selecciones de países nórdicos han jugado partidos antes del mundial con camisetas defendiendo los “derechos humanos” y hubo un tímido intento de algunas selecciones europeas, no la española, de que sus capitanes lucieran un brazalete arco-iris lo que fue abortado por la FIFA al manifestar que serían sancionados con una tarjeta amarilla. Durante todo el campeonato ninguna acción de protesta, ninguna referencia por parte de ninguno de los famosísimos y riquísimos astros de futbol sobre la falta de derechos laborales o humanos en el país anfitrión. Nada y ello a pesar de que la mayoría de estos futbolistas se han dedicado al futbol provenientes de sectores no privilegiados de la sociedad, pero ahora cuando sus chequeras ya están llenas estos temas no son de su mundo. Incluso en el caso de astros como Messi o Mbappè son empleados de lujo de un equipo como el PSG situado en la órbita del propio Qatar. Pero nada impide cuestionarles ya que el hecho de que una simple declaración suya habría tenido una repercusión sin lugar a dudas muy importante a nivel internacional. No hay duda de que este Mundial ha contaminado con su infamia a todos los participantes desde la FIFA a directivos de las federaciones, políticos, jugadores y público.

No hay duda de que este Mundial ha contaminado con su infamia a todos los participantes

Por suerte algunas voces del futbol, pocas eso sí pero dignas, han manifestado su disgusto con el mundial, especialmente claro como siempre en sus declaraciones sociales ha sido Jürgen Klopp, el famoso entrenador del Liverpool que ha dicho: “Nadie ha pensado en esos trabajadores. Ha habido muchas oportunidades para denunciarlo, pero mucha gente ha ganado dinero por razones equivocadas. Todos somos culpables”. También se han dado manifestaciones claras de jugadores como Toni Kroos o antiguos jugadores como Eric Cantonà pero en todo caso muy minoritarias. Más positivo ha sido el hecho de que un buen número de medios de comunicación hayan aprovechado el Mundial para explicar la verdadera realidad del país.

También ha habido quien ha salido a defender el Mundial comenzando por el Presidente de la FIFA con un desgraciado discurso al inicio del Mundial. Y también entre los adoradores del becerro de oro ha estado Xavi Hernández entrenador del Barça y embajador para el Mundial nombrado por el propio Gobierno de Qatar, quien ha manifestado desde el Mundial que “Qatar es un país muy fácil para vivir: cómodo, acogedor y seguro”. Seguramente lo es para Xavi Hernández pero no para los trabajadores migrantes.

El Mundial de Qatar sólo nos dio un momento de respeto, el del silencio de los jugadores de Irán al no cantar con la cabeza baja cuando sonaba el himno

En fin el Mundial de Qatar sólo nos dio un momento de respeto, el del silencio de los jugadores de Irán al no cantar con la cabeza baja cuando sonaba el himno de Irán en solidaridad con las revueltas de su país, ellos sí que supieron estar a la altura. Por el contrario cabe destacar que nadie de los que formaban parte del circo del Mundial se haya hecho eco solidario sobre la situación del jugador de futbol iraní Amir Nasr-Azadani previsiblemente condenado a muerte en Irán por participar en las protestas en defensa de las mujeres en ese país, cosa que si ha hecho la Federación Internacional de Asociaciones de Futbolistas Profesionales.

Dos últimas consideraciones: La primera es la satisfacción de ver como la comunidad marroquí de nuestro país supo celebrar sus triunfos entre ellos la victoria sobre España, con alegría pero también sin ningún mal modo ni estridencias. La segundo es corroborar la opinión del futbol como el moderno “circo” al ver las celebraciones en Argentina, donde una sociedad totalmente desarticulada y hundida se lanza a celebrar el triunfo como única forma de abstraerse de su penosa realidad social, hasta hubo argentinos que empeñaron sus enseres para sufragarse un viaje a Doha, realmente todo propio de un esperpento o una desesperación.

En definitiva un Mundial, el de Qatar, que ha sido un ejemplo de infamia global. 

El Mundial infame de Qatar