sábado. 20.04.2024
desmemoria

Varios han sido los artículos publicados en apoyo y solidaridad del historiador Fernando Mikelarena. En algunos de ellos se repite una afirmación que no contempla toda la verdad. A saber, que la querella del nieto de Del Burgo tiene que ver con el hecho de que Del Burgo fuese sin más jefe de requetés.

Si Del Burgo solo hubiera sido jefe de requetés, ahí se habría quedado la constatación fría y objetiva del historiador.

La evidencia de que Del Burgo fue capitán y jefe de requetés de Navarra, aunque de modo accidental, ha estado siempre al alcance de cualquier lector asiduo a visitar las hemerotecas navarras.

Recordemos el hecho.

El Pensamiento Navarro y Diario de Navarra publicaron la noticia de su nombramiento como jefe de requetés accidental el mismo día, es decir, el 18 de octubre de 1936.

El periódico de los carlistas lo anunciaba de este modo por boca de Esteban Ezcurra: "Requetés de Navarra. Órdenes de Jefatura. Teniendo precisión de ausentarme de esta plaza, y en tanto dure esta mi ausencia, vengo en disponer: que en mi ausencia actual me sustituya, con plena representación de las facultades que me han sido conferidas, el capitán don Jaime del Burgo Torres. Lo que comunico a los señores jefes, oficiales, clases y soldados, para su conocimiento y demás efectos. Pamplona 16 de octubre de 1936".

Por tanto, Del Burgo asumió el cargo de jefe de requetés de Navarra el día 16 de octubre.

Más todavía. El día 17 de octubre, ya como jefe de requetés ordenaba que –con motivo del fallecimiento de don Alfonso Carlos y los funerales que se celebrarán en la catedral–: "a las nueve y media de la mañana del domingo día 18 de los corrientes forme en el patio del cuartel toda la fuerza del requeté, tanto activo como auxiliar, y Pelayos al mando de sus respectivos jefes, al objeto indicado".

A lo que añadía: "Todos los requetés tanto del Auxiliar como del activo se presentarán hoy para las nueve de la mañana. Los que no lo hagan o envíen justificante serán severamente castigados y se les retirará el carnet, causando baja en la organización. Firmando El Jefe".

Otra prueba efectiva de su ordeno y mando sería la requisitoria, fechada el 23 de octubre, en la que exigía "la presencia inmediata en la secretaría del requeté" a dos requetés navarros, a Damián Moreno y a José María Sagüés, para dar cuenta de unos hechos añadiendo que "en caso contrario, se les seguirán los perjuicios consiguientes a su no comparecencia."

Una nueva requisitoria, fechada el 24 de octubre, decía:

 "1º. Queda terminantemente prohibido el uso de leguis, polainas, etcétera, y cualquier otra prenda que por categoría no corresponda a cabos y soldados de requetés. Tanto estos como los oficiales deberán atenerse en el vestuario a las disposiciones terminantes del reglamento del uniforme. 2º. Todos los requetés deberán cuadrarse militarmente y saludar en el primer tiempo del saludo cuando oigan los acordes del Oriamendi. Asimismo, cuidarán de que dicho himno se oiga con todo respeto en cuantas ocasiones se ejecuten. El jefe de requetés. P. O., El capitán Jaime del Burgo".

¿Hasta cuándo permaneció Del Burgo en la jefatura de requetés? O lo que es lo mismo, ¿cuándo volvió Esteban Ezcurra a recuperar el ordeno y mando del requeté como jefe natural del mismo?

Si hacemos caso a su aparición en la prensa carlista y en Diario de Navarra, lo fue el 4 de noviembre de 1936, fecha en que Ezcurra publica una "Orden importante: se ruega a las autoridades de los pueblos de Navarra hagan saber a todos los músicos, tambores y cornetas de sus respectivas localidades afectos a la Banda de Música de Requetés de Pamplona que inmediatamente, sin pretexto alguno, deben presentarse en el cuartel de requetés. El jefe de requetés, Esteban Ezcurra".

¿Qué demuestran estos datos? Una evidencia incontrastable. Que Jaime del Burgo ejerció la jefatura de requetés de Navarra desde el día 17 de octubre hasta el día 3 de noviembre de 1936. Si lo hizo de cuerpo presente o de forma ubicua eso ya es milagro que solo testigos oculares y documentos pertinentes deberían zanjar.

El 21 de octubre de 1936 hubo una saca en Tafalla llevada a cabo por requetés y en la que fueron asesinados 64 personas. Si fueron los requetés quienes perpetraron dicha masacre, cabe señalar que el jefe de requetés tendría que saber lo ocurrido, tanto a priori, para dar el visto bueno, y a posteriori, responsabilizarse militarmente del suceso.

El detalle tiene una importancia capital, si recordamos que Ezcurra, en una orden del 29 de agosto, había dictado que: "Con el fin de unificar y sean realizados con mayor escrúpulo, prontitud y disciplina a que se hallen obligados, ordeno a todas las fuerzas de requeté a mi mando que se abstengan de prestar ningún servicio que por mí no haya sido previamente ordenado: en la inteligencia que, de no hacerlo así, estoy dispuesto a castigar con la severidad que a esta Jefatura le está conferida".

Así que, a buen entendedor, pocas palabras bastan.

Fernando Mikelarena, tanto en su libro Sin Piedad como en La (des)memoria de los vencedores, no acusa a Del Burgo del hecho, ni de estar presente en la matanza, ni de haberla decidido. Pero sí plantea una hipótesis aterradora que ha quedado solapada y sin responder por parte de la historiografía, y es la siguiente: dada la simultaneidad en el ejercicio de la jefatura de requetés durante esa fecha, 21 de octubre, y la brutal carnicería llevada a cabo, ¿es lógico que el jefe de requetés no tuviera conocimiento del hecho?

Es a esto a lo que hay que responder. En cuanto a las bondades del abuelo, que las reivindique su nieto cuanto quiera. El sabrá en qué berenjenal se mete.


Firman este artículo: Pablo Ibáñez, Clemente Bernad, Laura Pérez, Carolina Martínez, José Ramón Urtasun, Carlos Martínez, Víctor Moreno, Orreaga Oskotz, Jesús Arbizu, Ángel Zoco y Txema Aranaz Del Ateneo Basilio Lacort


Jaime del Burgo Torres, de Jefe de Requetés a censor franquista


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