jueves. 25.04.2024
Josiah Royce
Josiah Royce (20 de noviembre de 1855-14 de septiembre de 1916)

La lealtad, como otros valores humanos, no encajan en una única definición, incluso han cambiado las maneras de entenderla y de asumirla, así hay formas de lealtad que implican fidelidad a los valores morales, a las personas, a los compromisos a través de la palabra y del honor, hasta lealtades más sumisas, complacientes, falsas o simplemente interesadas. La lealtad es compromiso, con uno mismo, con la verdad, con los principios, con las causas que se defienden. La lealtad vale tanto en política como en los demás aspectos de la vida, amistad, pareja, trabajo etc.

La lealtad se ha relacionado directamente con la práctica de la veracidad, porque tener las agallas decir la verdad, es un modo de practicar la lealtad para uno mismo y también para con los demás. El tema de la lealtad política se encuentra en íntima conexión con el de la obligación política. Podría decirse, que la lealtad política es el contenido de la obligación política. La obligación política es, desde luego, obligación de obedecer las leyes, pero eso no es lo que la caracteriza específicamente, y ni siquiera es válido referir esa obligación a las leyes, (la Constitución y demás normas básicas de la organización del Estado), porque eso es una obligación jurídica y la obligación política no se agota en los deberes jurídicos. El carácter específico de la obligación política radica en una implicación relacional, en una situación de poder, que debe ser mantenida mediante y en virtud de una recíproca lealtad por parte de cada uno de los elementos de la relación que constituye la unidad política en cuestión.

Algunos teóricos de la política han llegado a afirmar que la lealtad y la gratitud son hermanas siamesas, que caminan entrelazadas para ir forjando una relación donde la envidia, las zancadillas, los intereses y los indignos no pueden entrar. La lealtad no se puede confundir con la sumisión, adoración o adulación. La lealtad debe ir acompañada de la sinceridad.

Desde que se crearon las agrupaciones políticas como tales, a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, encontramos ejemplos de lealtades forjadas en las páginas de la historia, como también descubrimos muchos personajes que no honraron ese valor, ciertamente escaso en el quehacer partidario. Hace más de un siglo, el filósofo estadounidense Josiah Royce escribió La filosofía de la lealtad, dónde exponía que ésta era "la devoción consciente, práctica y amplia de una persona a una causa”.

¿La lealtad en política es un valor a la baja a día de hoy?. Hace unos días, con motivo de la celebración del día de la Constitución, Meritxell Batet exigía a los políticos que recuperen la lealtad constitucional tanto en su comportamiento, como en que renueven los grandes pactos previstos en la misma.

Hace un mes el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, reivindicaba "confianza o lealtad federal" para abordar la reforma del sistema de financiación autonómica, "en la que cada cual debe defender sus intereses, pero también los intereses del conjunto y entender los intereses de la otra parte".

En nuestra sociedad, a priori, parece que las personas leales, tienen un espacio político mermado en la esfera sociopolítica. Importan menos las ideas, el discurso político se centra más en atacar al oponente. La política, hoy y siempre, es un marco donde conviven múltiples intereses, donde a diario se ponen a prueba las lealtades y juramentos de amistad eterna, pero obviamente, la capacidad de asombro ante las debilidades de la condición humana no tiene límite.

Por último, compartir esta reflexión de Antonio Cánovas del Castillo:”la política es el arte de aplicar en cada época aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible”.

La lealtad en política