viernes. 26.04.2024
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Lesbos
 

Ya nadie se acuerda de los migrantes que se quedaron en la isla griega de Lesbos estancados sin poder salir y allí siguen o de las personas que son utilizadas por gobiernos autoritarios para chantajear a sus vecinos.

El caso más reciente ha sido el del dictador Aleksandr Lukashenko, Presidente de Bielorrusia que paga vuelos chárter a desesperados iraquíes, afganos o sirios prometiéndoles la tierra prometida en Europa.

Una vez aterrizan en Minsk, los trasladan en coche a la frontera polaca y los dejan allí tirados.

Objetivo: presionar a Europa para que no les impongan sanciones a sus tropelías. Pero para llevar a cabo estos hechos deplorables ha tenido que contar con la ayuda de agencias de viajes, compañías de aviación además de autorizaciones de los países de origen para poder finalmente embarcar a miles de personas hacia lo desconocido, hacia la nada porque una vez llegan a la frontera de Bielorrusia con Polonia, sólo hay vallas, potentes mangueras y muchos militares para repelerlos.

Y a dictadores como Lukashenko no le importa que entre estos viajeros estén niños o personas muy mayores. Veremos cuánto tiempo pueden aguantar en pleno invierno esas personas. Los medios de comunicación han dejado de hablar de ellos.

Pero eso ya lo vimos este verano en Ceuta. Marruecos abrió la puerta y dejó pasar a cientos de menores prometiéndoles asistir a un partido de futbol de Messi. La causa: haber dejado ingresar en un hospital español a un dirigente del Frente Polisario.

Algunos de estos niños volvieron con el paso de semanas a sus ciudades de origen, pero otros siguen en la ciudad ceutí intentando a diario llegar a la península con el sueño de una vida mejor.

Y desde hace años estamos viendo cómo Turquía, que tiene en su país a tres millones y medio de refugiados sirios, además de otros muchos de otros países, cómo de vez en cuando abre la mano y amenaza a Europa con la llegada a Europa de estos migrantes.   

Que Europa no paga, pues comienzan a lanzar pateras con migrantes hacia las costas de Grecia y algunos de ellos allí se quedan ya que el viejo continente no los acoge. En la citada isla tienen que enfrentarse diariamente a condiciones de vida deplorables, a una gran incertidumbre sobre su futuro y con frecuentes casos de depresión y suicidio.

Más de siete mil personas viven en el limbo griego que no tiene visos de desaparecer ya que las autoridades de dicho país han construido un campo nuevo. Su posición geográfica en plena ruta del Egeo la convierte en la puerta de Europa. Hay que pensar que Grecia recibe centenares de miles de migrantes cada año, y muchos de ellos entran por Lesbos, lo que permite entender la importancia de este territorio.

Un grupo llamado Los Ciudadanos de Lesbos publicó, en febrero de 2021, una carta llamando a la ciudadanía a abrir sus casas para recibir a los demandantes de asilo, y protegerles de las olas de frío que se estaban sucediendo. El colectivo denunció también las vulneraciones que ocurrían en los campos, especialmente en Mavrovouni, donde muchos de los habitantes se ven obligados a dormir en el suelo, y el 40% de los residentes son menores de edad.

Por lo que se ve, tras las declaraciones de miembros de la Comisión Europea, van a seguir ampliando campos para que estos migrantes no lleguen al corazón del continente europeo pero nadie da soluciones a sus vidas. ¿Hasta cuándo piensan dejar a estar familias enjauladas en la isla de Lesbos?

No se sabe. Mientras tanto los medios de comunicación llaman a este chantaje con la utilización de personas: guerra híbrida. No sé quién ha sido el autor de dicho concepto pero lo podríamos calificar de impresentable.

La agencia Europea Eurostat, afirma que los países de la Unión Europea pasarán de los 446 millones de 2019 a unos 416 en 2.100, lo que significa que la pirámide poblacional experimentará un fuerte envejecimiento.

Pero Europa sigue en silencio. No hay solución para estas familias de sirios, iraquíes o afganos que están encallados en la isla griega. Ya nadie habla de ellos y los suicidios entre la población migrante va en aumento.

Algunos pensarán que Europa no puede asumir la llegada de estas personas pero lo curioso, es que Europa además de ser solidaria, (recordemos la liberté, égalité, fraternité francés), debería reconocer que necesita mano de obra. Que nuestra tasa de crecimiento es bajísima y necesitamos gente joven que trabaje y pague impuestos. Eso desde el punto de vista egoísta.

Pero si miramos con un poco de solidaridad tendríamos que llegar a la conclusión que no podemos tener gente en nuestras fronteras muriéndose de frío y hambre.

Jugar con seres humanos