martes. 23.04.2024
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Foto: Ayuntamiento de Barcelona

Por Mariola Marrero | Media humanidad vive en la actualidad en ciudades, El Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas prevé que en el año 2050 el 68% de la población habitará en urbes, por esa razón, es tan acuciante que se empiece a pensar desde ayer en el desarrollo sostenible para gestionar adecuadamente el crecimiento urbano.

Las ciudades que más crecerán son las de los países en desarrollo, con migraciones del campo a la ciudad que producirán dos situaciones alarmantes; Una sobreocupación y expansión del territorio metropolitano y un vaciado total de zonas rurales que ya hoy se manifiesta.

La ocupación masiva de ciudades conlleva una gran problemática en su gestión por parte de las instituciones públicas en una época donde, la sostenibilidad es fundamental para el futuro de la urbe y sus habitantes. 

El cambio de paradigma urbanístico es todo un reto, mejorar la accesibilidad, aumentar los espacios públicos, incrementar las zonas verdes y transformar las viviendas indignas son planeamientos a corto plazo para la supervivencia de la propia urbe porque al final del día, el bienestar personal, es lo más importante que puede ofrecer una ciudad a sus vecinos.

La ideología influye siempre en el modelo de ciudad desarrollado, solo tenemos que recordar el plan Haussmann con el cual, literalmente, se relegaba a la periferia a las clases menos favorecidas para que la pujante burguesía se apropiara del centro de París. La mayoría de las trasformaciones urbanas vienen de la mano del pensamiento político de turno y es en los espacios públicos donde se palpa el valor ideológico, un espacio que debe ser siempre de convivencia compartido, donde las instituciones acuerden con los ciudadanos el uso que quieren darle a ese espacio en un marco común y modelarlo juntos, que vaya más allá de calles por donde moverse para ir y venir y que, además, sirva para disfrutar del tiempo libre, de compartir con otros en armonía, algo que cuesta implantar cuando vivimos en una sociedad llena de desigualdades.

Durante décadas, en España se construía vivienda pública para hacinar a los obreros, y mucho peor, se levantaban zonas poligonales de exclusión fuera del núcleo urbano para concentrar a los habitantes menos favorecidos, creándose así, urbanismos marginales donde los servicios no llegaban de la misma manera y que fue, caldo de cultivo de mafias y violencia y gran problemática social por las pocas expectativas de progreso que éstos suburbios ofrecían, sin vínculo estrecho con la ciudad, se erigieron de forma segregadora avocando a sus habitantes a la exclusión social. 

Es una tarea titánica para instituciones municipales de ciudades históricas, pero en otras, esa transición es muy necesaria para salir de la decadencia y abrirse al mañana que tiene que comenzar hoy

También hay que mencionar la burbuja inmobiliaria y la especulación urbanística sufrida en España que se alimentó de corruptelas en los años noventa y explotó, marcando un antes y un después, en la forma en la que arquitectos y políticos debían plantear soluciones urbanísticas. Después de todo, son los que tienen que procurar que la ciudad crezca de forma ordenada, accesible y democrática. 

El espacio público está considerado espacio social donde acontece el transcurrir cotidiano de la vida de sus habitantes y que, se transforma para darle una identidad que la distinga de otras. Desde el Neolítico, el ser humano siente la necesidad de relacionarse con otros, en la Antigüedad, en las ciudades-estado griegas, el Ágora era parte indisoluble en la concepción del núcleo urbano y en torno a ellas, se desarrollaban las calles que delimitaban el espacio y organizaba la construcción de edificios. Los mercados medievales eran un lugar de encuentro y diversión. Con la revolución industrial, la trama urbana se complica y se estructura según las necesidades de la producción, eso duró hasta que se dio la necesidad sanitaria de planificar espacios verdes dentro de las urbes. A mediados del siglo XX ya se entendía que las zonas verdes públicas eran fundamentales para el equilibrado funcionamiento de las ciudades, pero en los años 90 de ese siglo, éstos espacios públicos pasaron a manos privadas para su gestión provocando un retraimiento ocupacional y de consenso. 

Las ciudades según las Naciones Unidas han sido partícipes del cambio climático, responsables de más del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero del Mundo y ahora tenemos la oportunidad de revertirlo desde su transformación verde. Para ello se ha creado una red de grandes ciudades del mundo, el C40 Cities, donde se asumen compromisos para reducir los efectos del cambio climático. La III Conferencia de las Naciones Unidas sobre vivienda y desarrollo urbano sostenible, Habitat III adoptó en 2016 la Nueva Agenda Urbana para establecer normas a nivel global sobre la forma de vivir, construir y gestionar las ciudades futuras desde lo público y lo privado.

Las antiguas y típicas plazas mayores en España que se reprodujeron por la Europa del Renacimiento, áridas y con estrechos accesos y cerradas por nobles edificios, tiene que dar paso a otra estructura de lugar de encuentro, disfrute y vitalidad en las ciudades del futuro donde el acceso a ellas esté garantizado por rampas accesibles y rodeadas de un entramado ordenado de amplias zonas peatonales, con vías para  tráfico motorizado y a ser posible sostenible, reducido y de carriles para uso exclusivo de transporte público y bicicletas, patinetas, etc. Esta es la transformación ideal que cada ciudad debe acometer si aún quiere salvar su futuro y la salud de sus habitantes. Es una tarea titánica para instituciones municipales de ciudades históricas, pero en otras, esa transición es muy necesaria para salir de la decadencia y abrirse al mañana que tiene que comenzar hoy.

Actualmente, con la pandemia Covid-19 aun afectando y cambiando a las ciudades, se habla de un nuevo modelo de ciudad adaptado a posibles pandemias futuras, las viviendas deberán adaptarse, contar con áreas abiertas, la forma en que nos relacionamos ya está cambiado pero el espacio público, verde, inclusivo, será el único que garantizará que no perdamos la humanidad por el camino.

El espacio público, público