martes. 23.04.2024

En mi artículo de 6 de octubre de 2021 en Nueva Tribuna (Reflexiones sociológicas en la Covid 19), hacía referencia al concepto de crisis de la vida cotidiana. La Covid 19 ha trastocado la normalidad, en esa normalidad nuestras rutinas de la vida cotidiana han sufrido una metamorfosis, como nunca habíamos conocido hasta ahora. Así, además de la crisis sanitaria, laboral, social y económica hay una crisis de nuestra vida cotidiana.

En una aproximación al concepto de vida cotidiana debemos distinguir entre, cotidiano y cotidianeidad. Lo cotidiano hace referencia al conjunto de situaciones y de prácticas casi totalmente carentes de simbolización. La cotidianeidad es la fusión de la necesidad, la experiencia, el conocimiento y la visión del futuro como procesos históricos, sociales y culturales que llevan a los individuos a construir su propia identidad, individual y colectiva, por tanto, cargada de simbolización.

¿Qué elementos tiene la vida cotidiana?: En primer lugar, tiene un carácter de evidencia, lo que vivimos ayer se puede relatar hoy. En segundo lugar, la narración tiene un punto de enganche con la realidad: “…me levanto cada día a las…”. En tercer lugar, la narración comienza por presentar rituales. En cuarto lugar, la narración de lo cotidiano se ve generalmente interrumpido por acontecimientos imprevisibles, no cotidianos. En quinto lugar, en su desarrollo la narración, se apoya primero en el marco del ciclo cotidiano, para después pasar a ciclos más amplios (día, semanas, años y fases). En sexto y último lugar, es un balance de vida explícito.

En resumen, la observación de las prácticas y la escucha de las narraciones nos muestran que la vida cotidiana, es mucho más rica en hechos y acontecimientos, de lo que simplemente llamamos rutinario y repetitivo, proyectándose en lo histórico.

¿La actual pandemia como esta ha influido en la vida cotidiana?: Primero, las rutinas cotidianas han cambiado, en especial en el confinamiento total y parcial. Los cambios en estas rutinas motivados por el distanciamiento social y la limitación de la movilidad pueden provocar alteraciones emocionales, tanto en población infantil como adolescente. Es posible que algunas de estas alteraciones permanezcan en el tiempo, aunque el agente estresor ya no actúe.

En un estudio realizado en Sevilla, sobre salud emocional, de septiembre a noviembre de 2020 en población infantil y adolescente, los participantes respondieron de manera anónima ellos solos al Cuestionario Educativo-Clínico: Ansiedad y Depresión (CECAD) de ansiedad y depresión.  La muestra incluyó 150 sujetos: 77 niñas (51,3%) y 73 niños (48,7%) con una edad media de 10,85 +/- 2,01 años. El cuestionario CECAD cuantifico la media de valores de los parámetros estudiados y síntomas psicofisiológicos como normales por edad y sexo para la muestra seleccionada. Un 5% de los individuos de la muestra se catalogó como deprimidos según el punto de corte establecido, un 2 % de los individuos testados presentó ansiedad y un 10% de los escolares de la muestra elegida presentaron irritabilidad.

Según los datos proporcionados por la Encuesta Nacional de Salud, la prevalencia del trastorno depresivo mayor (TDM) se estima del 1,8% en niños de 9 años, del 2,3% en adolescentes de 13 y 14 años, y del 3,4% en jóvenes de 18 años. Antes de la pubertad, la prevalencia de depresión no difiere según sexo. En la primera infancia, la irritabilidad constituye el rasgo característico de la depresión. Entre los adolescentes, los síntomas cardinales son la apatía (pérdida de interés) y la anhedonia (incapacidad para experimentar placer).

¿Qué tareas de la rutina diaria se deben mantener durante esta pandemia en tiempos de confinamiento total o parcial, en este sector poblacional? Como objetivo global, es que los niños nos digan en qué momento del día realizarán las tareas que se les proponen. Así podremos conversar sobre la viabilidad de sus planteamientos y, seguro, descubrir formas más ingeniosas de cumplir con unos mínimos, en vez de partir de un horario, partimos de un listado de tareas que atender.

Como objetivos específicos: jugar, hablar con amigos, estudiar de forma virtual si hay confinamiento total, hacer ejercicio de forma divertida, potenciar los hábitos (hábitos de higiene, ordenar la casa, leer…), tener tiempo libre para la autorregulación, para aprender a gestionar este tiempo.

Por último, compartir esta reflexión del escritor libanés Khalil Gibran: “protegedme de la sabiduría que no llora, de la filosofía que no ríe y de la grandeza que no se inclina ante la inocencia de los niños”. 

Covid 19: Repercusión en la vida cotidiana de niños y adolescentes