viernes. 29.03.2024

La palabra virtud procede etimológicamente del latín virtutem, propiamente valor y valor físico, pues se relaciona con vir, el varón. Distintos movimientos ideológicos (humanismo romano, cristianismo) acentuaron su carácter moral.

Una virtud es una cualidad positiva de las personas que se caracteriza por ser estable en el tiempo y que produce ciertos efectos, que suelen ser positivos. Las virtudes nos ayudan a mantener nuestras cualidades positivas, a convertir lo negativo en positivo, a disminuir nuestros defectos y a hacer las cosas correctamente.

Cristopher Peterson y Martin Seligman, se plantearon hacer un volumen que citara la taxonomía de aquello en lo que somos o podemos ser buenos, para ello tuvieron que indagar mucho en distintas fuentes, para poder elaborar este “manual de las corduras”. Tuvieron en cuenta distintos requisitos, los cuales fueron: ser valoradas en casi todas las culturas, ser valiosas por ellas mismas, no como medio para otros fines y que se pudieran desarrollar o cultivar. Así pues, a todas estas cualidades las llamaron fortalezas, en total 24, que se agrupan en seis grandes virtudes, las cuales son: Sabiduría y Conocimiento. Valentía. Humanidad. Justicia. Templanza y Trascendencia. Cabe señalar que estas virtudes centrales de carácter son valoradas por filósofos morales y pensadores religiosos.

Confucio dijo: “el hombre sabio piensa siempre en la virtud; el hombre necio piensa en la comodidad”

Hablar de la Psicología de la Virtud, es en esencia hablar de la Psicología Positiva Tradicionalmente la mayoría de las escuelas de Psicología Clínica se han centrado en las patologías y emociones negativas de los seres humanos. Esta orientación ha sido denominada Psicología Negativa. Se relaciona con el modelo del déficit, del riesgo o de vulnerabilidad. Es una psicología que enfatiza lo negativo y el fatalismo Su filosofía teórico-práctica es rehabilitadora, negativista y, en cierta forma, pesimista. Como alternativa, la psicología positiva se encuadra dentro de la tradición del modelo de competencia orientado a la prevención primaria proactiva universal. Adopta una perspectiva constructivista, humanista y esperanzadora de la teoría y práctica del transcurrir existencial. La psicología positiva se halla relacionada con el impulso explicativo positivo y constructivo del ser humano y la necesidad del sentimiento de competencia). La psicología positiva habla del ser humano óptimo, se busca el desarrollo psicológico sano, el bienestar. La psicología positiva es el estudio científico de los mecanismos psicológicos de las fuerzas, recursos o virtudes que, en un contexto sociomaterial, contribuyen a construir un funcionamiento óptimo de individuos, grupos, organizaciones y sociedades. 

Mark MacMinn
Mark MacMinn

Numerosos conceptos se relacionan con la terminología de la psicología positiva, entre ellos: personas invencibles, factores protectores, temperamento desinhibido, resistencia, elasticidad, crecer, medrar, invulnerabilidad, fuerzas vigorosas, florecer, autoeficacia proactiva, autoestima, autodeterminación, resistencia a la tentación, optimismo disposicional, dureza, creencias religiosas, apoyo social, sentido de coherencia, psicofortología, fortigénesis, potencia, energía, vitalidad, personalidad integrada y optimizadora, competencias aprendidas, lo positivo del pensamiento negativo, comparación social constructiva o proactiva, humor desdramatizador, capacidad de perdonar, ocio, etc. En general, todos estos vocablos se refieren a las fortalezas o enterezas cognitivo-emocionales llevadas a la práctica cotidiana. Se trata de una perspectiva integradora de la personalidad.

Las personas comunes y corrientes pueden volverse más felices y satisfechas según Mark McMinn, que en su “libro psicología de la virtud”, aclara cómo la psicología positiva puede complementar la fe cristiana y promover la felicidad y el florecimiento personal: “Aunque no podamos decir que la guerra entre la psicología y la religión ha terminado por completo, me parece sorprendente que, treinta y cinco años más tarde, cristianos comprometidos escriban gran parte de la literatura de psicología científica que leo. No solo los psicólogos pueden ser creyentes y los creyentes pueden ser buenos científicos sociales, sino que algunos de los desarrollos más emocionantes en este campo se han producido porque creyentes comprometidos que decidieron hacer las paces con la psicología. Buena parte del cambio se debe a la psicología positiva”. 

El que fuera presidente de la American Psychological Asociación (Asociación Americana de Psicología), Martin Seligman, dijo que los psicólogos habían hecho un muy buen trabajo explicando y tratando lo que está mal en las personas, pero que en gran medida se había pasado por alto lo que está bien en ellas. Casi de la noche a la mañananació una vibrante psicología moderna de la virtud, y desde entonces muchos cristianos han formado parte de este nuevo movimiento para estudiar la virtud científicamente. Muchos de los principales investigadores en el tema del perdón son cristianos, así como algunos de los principales expertos del mundo en gratitud. Casi todos los científicos que estudian actualmente la humildad son cristianos. Se están desarrollando nuevos programas de investigación para estudiar la gracia. Al frente de este impulso está la Fundación John Templeton, cuya misión es servir de catalizador filantrópico para el impulso de aquellos descubrimientos relacionados con las grandes cuestiones de la vida. Estas cuestiones abarcan desde la exploración de las leyes de la naturaleza y el universo, hasta la indagación acerca de la naturaleza del amor, la gratitud, el perdón y la creatividad. La visión nace del compromiso de Sir John Templeton con la investigación científica rigurosa y el conocimiento académico relacionado. El lema de la Fundación, “qué poco sabemos, qué ganas tenemos de aprender”, ejemplifica el apoyo a una investigación abierta y libre de prejuicios, así como la esperanza de contribuir al progreso de la humanidad a través de descubrimientos verdaderamente relevantes. Incluso ante las críticas enconadas de científicos de la vieja escuela que aún sostienen que la religión no tiene espacio en la investigación empírica, la Fundación Templeton ha dado fondos generosamente para financiar investigaciones de ámbito mundial sobre religión y ciencia. La fundación exige una ciencia excelente al tiempo que resalta la importancia de las cuestiones fundamentales de significado y propósito. Muchos cristianos involucrados en la investigación de psicología positiva, así como investigadores de otras creencias religiosas, han recibido fondos a través de esta fundación. Las tensiones se mantienen entre la psicología y la iglesia, pero parecen más lejanas hoy. Hoy hay un nuevo diálogo que abre la posibilidad de asociación y colaboración mutua.

Elisabeth Anscombe
Elisabeth Anscombe

Muchas son las expectativas a las que pretenden responder la ética de la virtud, desde quienes como Geach  tratan de revivir una teoría con fundamentos religiosos hasta quienes como Foot y Gauthier continúan el ataque iniciado por Elizabeth Anscombe, mujer de Geach, (Catedrática de filosofía en Oxford y Doctora honoris causa por la Universidad de Navarra) contra el deontologismo (la deontología es la ciencia que estudia los fundamentos del deber, es decir, de las normas morales), esta autora creía que la bondad de una acción se medía por sus consecuencias, así como por la intención (concepto que desarrolló también en filosofía del lenguaje), aunque primaban los efectos , sin olvidar a quienes socavan las ideas de igualdad y de necesidades morales recordándonos el margen de azar que concede Aristóteles a la vida moral y su observación de que las aptitudes naturales requeridas para el cultivo de la virtud «no están en nuestras manos, sino que se hallan presentes en aquéllos que son verdaderamente afortunados por alguna causa divina». Con todo, y más allá de los escrúpulos de escuela, parece aconsejable buscar un puente que permita pasar de la descripción a la prescripción, estableciendo un nexo que autorice a tratar lógicamente el hecho indiscutible de que hay realidades más o menos valiosas y fines más o menos legítimos.

Para Marcia Barón, la polémica en torno a la explicación de la acción humana se polariza en dos posiciones opuestas: mientras los psicólogos sociales y los conductistas destacan la importancia de la especificidad de las distintas situaciones y circunstancias cognitivo/intencional o cognitivo/motivacional de los rasgos de carácter, apuntando que la explicación de la acción humana quedaría incompleta si no se hiciese la debida referencia a las creencias y a los deseos latentes del sujeto en cuestión. De este modo, el análisis de las virtudes quedaría incorporado al de los rasgos de carácter, así los términos que designan rasgos (valiente, laborioso, compasivo…) ocupan un lugar importante en el discurso práctico ordinario y la idea aristotélica de que la condición necesaria para que un acto sea virtuoso es que brote de una cualidad fija y permanente del carácter del sujeto moral. Traduciendo esta última idea al lenguaje de la ética contemporánea, un rasgo sería una forma estable de disposición a percibir, pensar, sentir y actuar de determinados modos característicos en ciertas circunstancias cuyos tipos quedarían parcialmente definidos o designados por cada una de las correspondientes disposiciones. Sin embargo, en este enfoque se echa de menos los aspectos situacionales. La psicología revela precisamente que los rasgos son disposiciones sumamente sensibles a las distintas situaciones y que guardan relaciones muy variadas entre sí. Por ello, aunque el conocimiento de las creencias y los deseos corrientes de una persona nos confiere una cierta capacidad de establecer predicciones sobre su conducta, sólo podremos conservar esa ventaja si, al menos implícitamente, sabemos algo acerca de sus tendencias globales a pensar, sentir y obrar.

Por último, compartir esta reflexión de Confucio: “el hombre sabio piensa siempre en la virtud; el hombre necio piensa en la comodidad”.

Aspectos cuasiexistenciales de la virtud