viernes. 26.04.2024
Foto de archivo

Ya han transcurrido tres años desde aquel momento en el veíamos al presidente del Gobierno, anunciar el inicio del estado de alarma y del confinamiento. A la voz de “yo me quedo en casa” (cuyo eslogan se hizo viral en segundos) fuimos confinados, calles vacías, eventos cancelados, y nuestro tiempo paralizado, solo para ver las noticias en cualquier cadena de televisión para ver qué estaba ocurriendo.

En aquel momento seguro que no éramos conscientes, de que aquél día “se paró el mundo” El coronavirus entraba en nuestras vidas para cambiarlas por completo.

Una enfermedad totalmente desconocida, nos enseñó lo vulnerables que somos y también palabras que hasta ese momento no estaban en nuestro vocabulario: mascarilla, PCR, asintomático… y en nuestra mente entraban ideas que poco a poco iban nublando nuestro futuro ¿Cuánto durará este encierro? 

Solo podemos decir haciendo memoria de aquél día hace 3 años, que prácticamente veinte millones de ciudadanos estábamos pegados a la televisión ante el anuncio de las severas medidas de restricción.

A la voz de “yo me quedo en casa” (cuyo eslogan se hizo viral en segundos) fuimos confinados, calles vacías, eventos cancelados, y nuestro tiempo paralizado

Para hacernos una idea, no solo referirnos a nuestro confinamiento, sino que por ejemplo el Consejo General del Poder Judicial acordó en sesión extraordinaria "la suspensión en todo el territorio nacional" de las actuaciones judiciales programadas y de los plazos procesales; en cuanto a otros temas, como bares, espectáculos, viajes, trenes, aviones, desplazamientos, podemos decir que el mundo “se blindaba” ante la situación

Distintas situaciones hacían temer lo peor: ¿Cuánto durará esta pesadilla?

Pero en este post, que nos recuerda lo que ocurrió ahora hace tres años, quiero buscar las oportunidades que dese aquél día se nos ofreció y sobre todo el aprendizaje que desde ese mismo momento tuvimos que asumir, como si de un máster acelerado de resiliencia se tratara.

Desde aquél día aprendimos a no dar nada por sentado; fuimos conscientes de que lo verdaderamente importante son las relaciones humanas y la salud, ya que la vida es fugaz y en su final nos iguala a todos.

También aprendimos del silencio, nuestro silencia, ya que muchas personas confinadas vivian solas y tuvieron que conectarse con su yo interior y que nos guste o no, el tiempo es “ya”, es “hoy” y hay que aprovecharlo.

Desde aquél día aprendimos a no dar nada por sentado; fuimos conscientes de que lo verdaderamente importante son las relaciones humanas y la salud

Aprendimos el valor de las cosas sencillas, la fragilidad y que la solidaridad desde ese mismo día, no tiene fronteras.

Y también, porque no querido lector o lectora, para mi fue un gran aprendizaje de lo que cada día propugno en una mediación, ya que cuando mis clientes vienen a un proceso de gestión de su conflicto les pido una serie de principios que en buena parte tuvimos que practicar desde aquel 15 de marzo de 2020 y que me gustaría recordaros:

  • Necesitamos actitud. Sin actitud no hay nada. Tuvimos que salir adelante sabiendo que habría cosas que podíamos perder, pero también que ganar tras el periodo de confinamiento.
  • Necesitamos resiliencia. Aprender de lo malo, sacar partida de aquello que estábamos viviendo y sobreponernos a situaciones muy complicadas, tanto como incluso el fallecimiento de familiares sin poder incluso, despedirnos de ellos.
  • Necesitamos empatía. Ponernos en el lugar de cada uno, porque si bien tuve o tuvimos la suerte de estar confinados en casas o viviendas que eran y son fantásticas, no todos podía tenerla. En aquel momento pensaba, por ejemplo, como lo estará viviendo nuestra propia hija en una casa de 70 metros cuadrados. O mis vecinos de enfrente que son tres y uno de ellos duerme en el salón. ¿Y los sanitarios?... aplaudamos cada día a las 8 de la tarde por ellos, para darles las gracias por sus horas y horas de trabajo por salvar vidas.

Sin actitud no hay nada. Tuvimos que salir adelante sabiendo que habría cosas que podíamos perder, pero también que ganar tras el periodo de confinamiento

  • Necesitamos asertividad porque no comprendíamos nada. Exigir explicación, reclamar que a pesar del estado de alarma era necesario respetar situaciones.
  • Necesitamos flexibilidad. Adaptarnos al cambio, ser conscientes del día a día. Practicar el teletrabajo o dar clases on-line.
  • Necesitamos inteligencia emocional, porque el confinamiento nos podía dejar algo a lo que no estábamos preparados.
  • Necesitamos ver que lo mas sencillo, un café, una videollamada o leer un libro para pasar el tiempo, era algo extraordinario.
  • Necesitamos creatividad. Ver más allá. Crear juego, bailar. Con nuestros hijos e hijas en casa, algo había que hacer.
  • Necesitamos aprendizaje. Esto pasará, pero no quiero que vuelva a ocurrir. Algo nos tiene que quedar de lo vivido y aunque llegue la llamada nueva normalidad, tenemos que aprender de nuestros errores.
  • Necesitamos humildad y responsabilidad. No somos nadie y cualquier situación nos demuestra nuestra vulnerabilidad.

Queridos amigos: actitud, resiliencia, empatía, asertividad, flexibilidad, inteligencia emocional, sencillez, creatividad, aprendizaje, humildad y responsabilidad… ¿os suena?... es pura mediación.

¡Hace ya 3 años del confinamiento en casa! ¿Qué aprendimos de aquello?