viernes. 19.04.2024
rosa-parks

Pocas veces en la historia un gesto sencillo, y que no se hizo con ninguna motivación estudiada de antemano, ha tenido tantas repercusiones en la vida de tantas personas. Ese acto consistió negarse a levantarse del sitio ocupado en un autobús público.

Todo pasó en la tarde del 1 de diciembre de 1955 en la ciudad de Montgomery (Alabama), en los Estados Unidos. Una mujer de mediana edad, de cuarenta y dos años, llamada Rosa Parks, y que trabajaba como costurera, terminó su jornada laboral en una sastrería del centro de la ciudad, y se dispuso a regresar a su casa. Rosa Parks estaba cansada. Pero tuvo suerte porque encontró un asiento vacío situado en la mitad del autobús. Estaba en la fila inmediatamente posterior a la sección delantera de asientos del vehículo, la que estaba reservada para los blancos, según lo dispuesto en la legislación segregacionista. Pero era la hora del regreso del trabajo y la sección para los blancos se llenó muy pronto. Un pasajero blanco se encontró sin asiento y, entonces, el conductor del autobús se volvió hacia atrás para decir a la señora Parks y a tres hombres negros que estaban a su lado, que dejaran libres sus asientos. Los pasajeros masculinos se levantaron y se dirigieron al fondo del autobús, como seguramente habían hecho muchos hombres y mujeres negros en los autobuses de Montgomery en situaciones parecidas. Pero esta vez la situación iba a ser muy distinta, ya que Rosa Parks no se levantó, aunque, en realidad, hay algunos casos anteriores de personas negras que se habían negado a ceder su asiento en autobuses interestatales, aunque no estatales. El conductor insistió. Pero seguramente en Rosa Parks pesaban dos cansancios para decidir no moverse y contestar al conductor que no lo haría. Pesaba el cansancio de una larga jornada laboral, pero como ella dijo más tarde, en realidad pesaba otro cansancio más importante, el de tener que soportar la segregación en todos los órdenes de la vida. Rosa Parks fue detenida, acusada de perturbar el orden, y multada.

La negativa y el arresto desencadenaron una reacción espontánea de la población negra, que tuvo como consecuencia el boicot del transporte público de autobuses de la ciudad. La situación a mediados de la década de los cincuenta ya se estaba haciendo insoportable, y la toma de conciencia contra la segregación estaba adquiriendo una dimensión hasta entonces desconocida.

Rosa Parks no realizó este gesto deliberadamente pero también es cierto que era una mujer concienciada, que militaba en el NAACP, es decir, la Asociación para el Progreso de la Gente de Color. Se había formado sobre los derechos civiles y había colaborado para impulsar en su ciudad que los ciudadanos y ciudadanas negros se inscribieran en el censo electoral para votar.

Decíamos que la acción de Rosa Parks desencadenó una acción colectiva de la población negra contra los autobuses de Montgomery. Efectivamente, comenzó a correr la voz de lo que había pasado, se repartieron folletos en los barrios de población negra que llamaban al boicot. Un personaje clave en esta historia fue E.D. Nixon, un activista ya veterano que se movilizó, aunque encontró, al principio, algo reacio a Martin Luther King. Pero Nixon estaba convencido que había que actuar y, a través de otro pastor amigo de King, consiguió finalmente su apoyo.

El boicot se puso en marcha. Se hicieron demandas a las autoridades. En realidad, se pedía algo muy modesto: que los negros pudieran sentarse en la sección delantera del autobús y los blancos en la trasera, es decir, que no hubiera segregación en los vehículos. Ninguno estaría obligado a ceder el asiento al otro colectivo. Los conductores debían ser corteses. También se pedía que los negros pudieran ser conductores en los trayectos efectuados mayoritariamente por negros.

La segregación en los autobuses de Montgomery terminó porque las autoridades comprobaron el gran coste económico del boicot, ya que la mayoría de los usuarios eran negros. Al final, esta segregación, junto con las que se padecía en otros espacios y situaciones, se declaró inconstitucional por el Tribunal Supremo.

El sencillo gesto de Rosa Parks