jueves. 28.03.2024
coche eduardo dato
Coche en el que Eduardo Dato fue asesinado.

En el número 11 de marzo del órgano socialista se refleja la crisis abierta con la muerte de Dato, y se planteaba los problemas que padecían los conservadores en su seno

@Montagut5 | Eduardo Dato fue asesinado el 8 de marzo de 1921. Ante este hecho, estudiamos el análisis de la situación política generada por este magnicidio a través de lo publicado por El Socialista, y que reafirma la tesis que el PSOE defendía sobre la necesidad de cambios profundos en el sistema político frente a recambios de personas en los puestos de responsabilidad.

En el número 11 de marzo del órgano socialista se refleja la crisis abierta con la muerte de Dato, y se planteaba los problemas que padecían los conservadores en su seno, que sabemos existieron entre los idóneos, el grupo mayoritario y seguidor del político asesinado, y los mauristas, que planteaban cambios importantes en el seno del conservadurismo y que se erigían en defensores de Antonio Maura. Pero los socialistas insistían en que la crisis abierta no podía consistir solamente en un recambio de personas en el poder. Que hubiera un gobierno Maura, conservador o de “concentración parlamentaria”, que como sabemos, ya se habían dado, era secundario. Lo que importaba era que se terminasen “las iniquidades”, y las situaciones de excepción, en alusión a la que se estaba sufriendo en Barcelona con la Ley de Fugas en el clima de alta tensión social que se vivía en esos momentos.

Además, fuera el que fuera el resultado, los liberales, “en todos sus matices”, es decir, todas las familias y grupos en los que este partido también estaba dividido, debían asumir responsabilidades, sin aplicar, precisamente el principio liberal del “laissez faire, laissez passer”. Aunque los liberales, demócratas y reformistas no entraran a formar parte del nuevo gabinete, no debían dejar de combatir todo tipo de política que alejaba a España de Europa. Para la “clase obrera organizada” sería tan culpables los gobernantes por lo que hicieren, como los que, pudiendo evitar el mal, no lo hicieren por distintos motivos.

En el análisis socialista se incluía la referencia a una noticia aparecida en un periódico liberal de Manchester en el que se defendía la tesis de que España era una especie de isla en la que no penetraban los problemas generales de Europa que en esos momentos eran muy importantes, como el de las reparaciones de guerra. En España no interesaban esos temas. Así pues, el PSOE, aunque consideraba que el análisis de este periódico inglés podía ser un tanto exagerado, si le servía para considerar que el futuro Gobierno español debía resolver los problemas nacionales también en clave exterior, habida cuenta de la influencia de la situación internacional generada al término de la Gran Guerra.

En el número siguiente de El Socialista, se hacía un seguimiento exhaustivo sobre lo que estaba ocurriendo en Madrid a cuenta de la necesidad de formar un nuevo gobierno, donde se pueden apreciar tantos las profundas diferencias internas del conservadurismo, como del liberalismo. Maura no quería asumir los compromisos financieros y arancelarios del programa político de los idóneos. Por otro lado, Bugallal y De la Cierva sí estaban dispuestos a continuar la obra de Dato. Por su parte, los liberales –Alba y Romanones- optaban por estar a la expectativa, intentando que los conservadores arreglen los problemas para poder luego acceder al poder.

Fracasada la solución de Maura el recambio conservador podía ser Allendesalazar, como una solución provisional que aplazase los problemas, y que permitiera mantener en Barcelona lo que era calificado como un régimen de terror, y que se consideraba comenzaba a extenderse al resto de España.

Esta situación era fruto, según el PSOE, de la falta de un partido verdaderamente liberal de signo europeo. Los liberales tenían una oportunidad para demostrar su valía, y si no lo hacían serían tan responsables como los conservadores del fracaso general, aunque, en una especie de adaptación de un cierto ideario marxista, esto podía ser interpretado como un camino más rápido hacia el final de esta situación de crisis. Efectivamente, para los socialistas todas las instituciones del sistema político habían fracasado, como también los “agentes del capitalismo”. Las consecuencias parecían trágicas para España, aunque sería terrible para el régimen, que no tendría salvación, ya que el pueblo encontraría la vitalidad suficiente para no ser arrastrado a la catástrofe.

Un tema derivado del asesinato de Dato y que generó el nuevo gobierno tuvo que ver con la censura de prensa. El nuevo ejecutivo dictó una orden por la que se prohibían las noticias sobre el magnicidio. El Socialista protestó en un artículo del 18 de marzo

Como es sabido, el 13 de marzo el rey encargó a Manuel Allendesalazar la formación de un gobierno que duraría hasta agosto cuando estalló el Desatre de Anual. La decisión de Alfonso XIII fue comentada por El Socialista en el número del 15 de marzo, calificando la misma de “interinidad funesta”. Los círculos políticos habían considerado este gobierno como el único posible en plenas crisis internas de ambos partidos dinásticos. Para los socialistas la responsable de esta situación no era otra que la burguesía española que mientras no solucionaba las querellas internas había elegido a un político incapacitado para gobernar porque uno de los problemas que debía solucionar era el de la Tabacalera. Recordemos que Allendesalazar fue director de este monopolio, y los socialistas veían una clara incompatibilidad. Además, era un hombre representante del poder financiero español, y que había elegido a personajes como Bugallal o De la Cierva, que nunca habían prescindido de sus compromisos económicos. El primero se había dirigido al Gobierno en su momento para defender los intereses de las empresas ferroviarias para que se elevasen las tarifas, mientras que el segundo había polemizado con Dato cuando éste se había negado. El PSOE estaba relatando la mezcla de intereses económicos y de la clase política dinástica del reinado de Alfonso XIII, como lo haría en muchos análisis que se pueden leer en El Socialista durante esos años, es decir, de la oligarquía que gobernaba en la España de la crisis de la Restauración.

En el siguiente número se hacía una nueva crítica a los conservadores, insistiendo en su crisis que se remontaría a la muerte de Cánovas. El problema seguía siendo el mismo, la jefatura del partido. Cada líder o “jefecillo”, en opinión socialista, pugnaba por defender que su solución era la mejor y que, en caso de no producirse, lo mejor era formar una especie de directorio. Pero el análisis socialista incidía en la falacia de esta solución porque tocaba un punto clave de la estructura interna de los partidos dinásticos y, especialmente, del conservador: la necesidad de un jefe, de un “rey”, porque era más fácil para que funcionase el sistema clientelar de favores, frente a una dirección colegiada.

Un tema derivado del asesinato de Dato y que generó el nuevo gobierno tuvo que ver con la censura de prensa. El nuevo ejecutivo dictó una orden por la que se prohibían las noticias sobre el magnicidio. El Socialista protestó en un artículo del 18 de marzo. El número del día siguiente abrió con más noticias y críticas a esta decisión. Aunque los socialistas se sumaron a las protestas de los periodistas, se quiso dejar remarcar que consideraban a la prensa muy dócil con la decisión del gobierno.

Es importante que consultemos el libro de Santos Juliá, Los socialistas en la política española, 1879-1992, Madrid, 1997.

El PSOE ante el asesinato de Eduardo Dato