jueves. 28.03.2024
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Ahora, hablemos de territorios extrapeninsulares. Castilla, que había conquistado las islas Canarias en los comienzos del siglo XV, consolidaría su empeño colonizador de las mismas a principios del XVI, cuando asimismo conquistó el reino de Nápoles, concretamente en el año 1504, venciendo a la hegemonía francesa en aquellas tierras italianas, y se hizo con varias plazas norteafricanas como las hoy argelinas Orán y Bugía y la libia Trípoli, aunque lo más relevante fue, a raíz del descubrimiento (sí, otra palabra de dudosa catadura pero muy eficaz) de lo que se llamará América por parte de Cristóbal Colón, el proceso de colonización luego y al tiempo del de conquista del Nuevo Mundo allende el Atlántico.

Te convertirás España en una potencia europea, mundial, gracias a la efectiva política matrimonial de los Reyes Católicos, cuyo nieto Carlos −hijo de Juana I de Castilla (la Loca la dijeron) y del esposo de ésta, el archiduque de Austria y por tanto heredero del Sacro Imperio Romano Germánico, Felipe el Hermoso (Felipe IV de Borgoña, a la sazón)− recibirá en 1516 una descomunal herencia castellana y aragonesa de su madre y un no menos vasto legado patrimonial de su padre fallecido diez años antes, el cual añadía a los Países Bajos, Luxemburgo, el Franco Condado y nada más y nada menos que cuanto poseía la Casa de Habsburgo (de Austria, la llamarán mis antepasados, y de ahí decirles Austrias a aquellos reyes), incluido el título imperial, de tal manera que con el rey Carlos I (a la vez, como sabemos, Carlos V del Sacro Imperio) nacerá la conocida por los historiadores modernistas como Monarquía Hispánica (pero también como Monarquía de los Austrias, Monarquía Católica y… Monarquía de España. Sí: de España) gobernada patrimonialmente por los reyes hispanos de la Casa de Austria, su enorme conglomerado territorial que tenía unas dimensiones verdaderamente imperiales no funcionó como una unidad indistinta, sino más bien permitió que cada uno de sus núcleos políticos (reinos, ducados, virreinatos…) mantuviera no sólo sus leyes, sino sus propias instituciones e incluso monedas, proviniendo como provenían de distintos pasados y contando como contaban con sus respectivos potenciales económicos y demográficos. ¿Pero cómo se organizaba políticamente todo ese gran y complejo entramado de territorios cada uno de su padre y de su madre? Contradictoriamente, aquel ente político era un poder territorial centralizado y al tiempo autónomo. Me explico: si la Monarquía Hispánica no era sino la expresión gubernamental del ejercicio del poder político del heredero dinástico de los Austrias (ojo, no de los Habsburgo, aunque los Austrias eran Habsburgo) como aglutinante de todos los reinos, ducados, presidios, virreinatos y demás que la integraban, desplegada por medio de las instituciones consiliares ligadas a la Corte; también era una acumulación, como acabamos de decir, de órganos territoriales específicos, y anteriores a la existencia de dicha Monarquía, dotados de una gran autonomía, en los que el poder del rey variaba ostensiblemente de uno a otro.

Un vasto imperio sin emperador (Carlos lo fue, pero sólo de las tierras de sus ancestros paternos) que con el primero de los Austrias españoles añadió en la década de 1520 el ducado de Milán y avanzó notablemente en lo que daría en ser la América española como verás de inmediato y que con su hijo, Felipe II (1556-1598), quien no heredó ni los dominios no hispanos de la Casa de Austria ni el título imperial, se acrecentó con los presidios de Toscana en 1557, las islas Filipinas (llamadas así en su honor, no en balde, y que desde 1565 pasaron a depender del americano virreinato de Nueva España), y el reino de Portugal, el cual llevaba aparejado no sólo el territorio peninsular no hispano sino las muchas posesiones de ese país ibérico en los continentes africano, asiático y americano, a cuyo trono accedió el monarca español en 1581 en virtud de ser hijo de la princesa portuguesa Isabel de Portugal y nieto por tanto del rey portugués Manuel I el Grande.

Próxima entrega: cuarta parte de 5.4  Tu Edad Moderna

5.4 Tu Edad Moderna (tercera parte)