viernes. 19.04.2024

Según datos extraídos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, ocho de cada diez víctimas de trata de personas y esclavitud en Centroamérica y el Caribe son niñas y mujeres. Los datos corresponden a la actualización de dichas estadísticas elaborada en 2018. Sin embargo, y dado el incumplimiento de leyes y la inacción de los estados, en los años posteriores a la publicación del informe de la ONU el número de niñas y mujeres víctimas de esta aberración no ha descendido, sino que -por el contrario- ha ido creciendo en la región. 

Ser mujer y pobre en América latina es estar condenada al oportunismo de las mafias que, a sabiendas de la impericia de los estados en su deber de hacer cumplir la ley, lucran con la necesidad de los más vulnerables.    

El incremento a nivel global en el número de mujeres explotadas y/o esclavizadas ha sido constante desde 2003. América Latina ha seguido la tendencia creciente, y las mujeres y niñas representan la mayoría de las víctimas de toda clase de explotación. En este contexto las mujeres migrantes representan uno de los colectivos más afectados, ya que el desplazamiento territorial deja particularmente a las mujeres en una situación de extrema vulnerabilidad. Las dificultades económicas, la desigualdad de género y la exclusión social, son los principales factores por los que muchas mujeres se ven obligadas a salir de sus países en busca de horizontes más prometedores. 

Ser mujer y pobre en América latina es estar condenada al oportunismo de las mafias que se lucran con la necesidad de los más vulnerables

Las redes de trata de América Latina actúan como receptor de las necesidades y vulnerabilidades de las mujeres y niñas migrantes, a quienes atraen por medio de falsas ofertas laborales publicadas en redes sociales. La inacción (cuando no la complicidad) de los estados, permite que estas redes empleen herramientas virtuales para atraer a sus víctimas; un modus operandi que no es patrimonio exclusivo de América Latina, ya que se han denunciado centenares de casos en los que se implementa el mismo método en países como España, Francia, el Reino Unido e Italia. 

Angela Me, Directora de Investigación de la Oficina de Naciones Unidas, sostiene que lo que distingue a Centroamérica es “especialmente la explotación sexual infantil, ya que en otras regiones del mundo en las que hay una gran tasa de trata de niñas y niños suele estar vinculada a los trabajos forzados. La explotación sexual de niñas puede tener que ver con otros fenómenos de la región, como los elevados niveles de femicidios y de otros episodios de violencia de género, lo que refleja una cultura de la desigualdad en la que las mujeres y las niñas son menos respetadas que los hombres”.

La violencia doméstica y otras formas de violencia contra las mujeres, niñas y niños, así como también la discriminación y el odio contra las minorías étnicas en América latina, “aumentan potencialmente el riesgo de que las niñas se conviertan en víctimas de trata”, puntualiza en el informe presentado por la ONU.

La trata con fines de explotación sexual es la forma más denunciada en la región, y registró un aumento al pasar del 58% en 2016 al 64% en 2018

La mayoría de los países de América Latina y el Caribe cuenta con una normativa que incluye un delito específico de trata de personas. “Estos países introdujeron un delito específico sobre la trata de personas entre 2004 y 2012. Hasta agosto de 2018, sólo un país de la región tenía una legislación parcial. El número de condenas por cada 100.000 personas registradas en Sudamérica ha sido menor en comparación con los países centroamericanos. Sin embargo, las tasas de condena cada 100.000 personas han aumentado en general durante los últimos 15 años. Lo mismo pasó en Centroamérica, que en 2018 casi alcanzaba el promedio global. La trata con fines de explotación sexual es la forma más denunciada en la región, y registró un aumento al pasar del 58% en 2016 al 64% en 2018. La inmensa mayoría de las víctimas de trata con fines de explotación sexual ‒96%‒ son mujeres y niñas.

La segunda forma más denunciada es la trata con fines de trabajo forzoso. El informe de Naciones Unidas detalla que Argentina y Chile fueron los únicos países de la región que reportaron más víctimas de este tipo.

Ser mujer y pobre en América Latina