miércoles. 24.04.2024
MACRI

Luego de la derrota histórica sufrida por el oficialismo en las elecciones Primarias celebradas en Argentina el pasado domingo, Mauricio Macri brindó una conferencia de prensa en la cual responsabilizó a los millones de votantes de la oposición por la estampida del dólar y del riesgo país (Prima de Riesgo) que ya supera los 1.700 puntos.

En un lunes negro para la economía argentina, el presidente Mauricio Macri, acompañado por su candidato a la vicepresidencia, Miguel Ángel Pichetto, dio a entender que la culpa de la brusca devaluación del peso se debe a la posibilidad de un triunfo electoral de la oposición. Ante el descreimiento generalizado, y olvidándose que hasta el 10 de diciembre él es el presidente de todos los argentinos, el primer mandatario aseguró que es “el kirchnerismo el que debe tranquilizar a los mercados” y sostuvo que no puede hacerse cargo de lo que está sucediendo con el dólar.

Acorralado por su propia ineptitud, Macri hace gala de una soberbia que pone en riesgo la voluntad de millones de argentinos que el domingo demostraron su hartazgo

En vez de optar por el silencio prudente y el reconocimiento de una derrota apabullante que evidencia el descontento general contra su política económica, Macri prefirió poner en duda a la mismísima democracia, pasando de la campaña del miedo al voto catástrofe. La culpa de la corrida bancaria de esta semana es, según el presidente, de los votantes que eligieron no continuar apoyando a su gobierno. El mensaje es claro: “o yo o ninguno”. Pero las bases de la economía macrista fueron las que provocaron la debacle. La desregulación absoluta del mercado cambiario, la apertura irrestricta para el ingreso y egreso de capitales financieros especulativos y el endeudamiento feroz, son los elementos que provocaron esta nueva y grave depreciación del peso argentino.

Pero Macri no se hace responsable. “La culpa es del gobierno anterior”, sostiene; aunque ahora prefiere decir que es “del gobierno que viene”. La credibilidad del presidente ya es irremontable. Sus propios mentores, operadores de los medios de comunicación que lo acompañaron hasta ayer, hoy ya le han soltado la mano, y hasta sus más fervientes defensores empiezan a retirarle su apoyo. Acorralado por su propia ineptitud, Macri hace gala de una soberbia que pone en riesgo la voluntad de millones de argentinos que el domingo demostraron su hartazgo. El presidente, que no fue capaz de anunciar ninguna medida económica para contener la disparada del dólar, dijo que todas las acciones estaban en estudio y no pudo precisar una sola de las iniciativas que están preparando en Hacienda y en el Banco Central. Macri solo atinó a culpar por todo al kirchnerismo ante cada pregunta, como quien se defiende al contragolpe: "ellos han dicho que ponen en duda las Leliq". Lejos de admitir una derrota irreversible, el presidente sostuvo que van a dar vuelta la elección en octubre "para llegar a un ballottage en noviembre”, algo que, dado el resultado del pasado domingo, es prácticamente imposible.

Macri se aferra al poder sin hacerse responsable de ninguno de sus desatinos. ¿Acaso teme que sin poder ni fueros pueda ir preso, tal como le confió a la periodista Viviana Canosa? Lo cierto es que si durante la próxima administración se aplicara la misma vara que ésta aplicó para juzgar la corrupción, sin duda el actual presidente debería, al menos, responder por las causas que de momento descansan en las oficinas judiciales.    

Macri nunca tiene la culpa