sábado. 20.04.2024

Apenas transcurridas unas horas del inicio de su mandato, el flamante presidente de Brasil, Lula da Silva, inició una serie de medidas que tienden a revertir el desolador panorama económico y social que dejó su antecesor, Jair Bolsonaro. 

Se trata de todo aquello que durante la campaña electoral Lula y su equipo consideraron “de urgencia”. Revocar más de una decena de decretos firmados por Bolsonaro es una de ellas, así como la limitación de la compra de armas para la población civil y el retiro del programa de privatizaciones de la petrolera Petrobras, la de logística Correios y la de la Empresa Brasileña de Comunicaciones (EBC), red de medios públicos. 

Así mismo, y tal como señaló en su discurso de asunción, restablecer el Fondo Amazonia constituía otra de sus prioridades. La caja de donaciones internacionales, comandadas por Noruega y Alemania, había sido despreciada por el gobierno de Bolsonaro, lo cual afectó notoriamente a desarrollo productivo de las comunidades amazónicas. 

Lula ha dejado en claro la celeridad con la que debe actuar con el fin de contrarrestar el deterioro producido

En su primer día de gestión al frente del gobierno de Brasil, Lula ha dejado en claro la celeridad con la que debe actuar con el fin de contrarrestar el deterioro producido durante los cuatro años en los que el ultraderechista Bolsonaro estuvo en el poder. Se trata, nada más ni nada menos, que de la reconstrucción del Brasil, y del inicio de la lucha contra la pobreza y la desigualdad. 

El líder del Partido de los Trabajadores asume un país en ruinas, inmerso en el desastre social y económico producido por las políticas neoliberales de Bolsonaro. Tal como señaló Lula en su discurso de asunción, durante el gobierno ultraconservador "Hubo una destrucción del Estado en nombre de supuestas libertades individuales"

La herencia Bolsonaro

Según las estadísticas de la Red Brasileña de Investigación de la Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (Penssan), al menos 33 millones de brasileños pasan hambre, y más de 60 millones de personas sufren inseguridad alimentaria; es decir, no tienen acceso suficiente a la alimentación a pesar de vivir en un país considerado uno de los mayores productores y exportadores de alimentos del mundo.

El hambre y el empobrecimiento de una gran parte de la población son el legado que deja Bolsonaro tras cuatro años de gobierno

El hambre y el empobrecimiento de una gran parte de la población son el legado que deja el presidente Jair Bolsonaro tras cuatro años de gobierno. A esta realidad se suma la deforestación descontrolada. La Amazonía brasileña registra las peores tasas de los últimos 15 años. También los incendios dolosos se han intensificado, situándose en el nivel más crítico desde 2010. La complicidad del presidente saliente con las grandes multinacionales que avanzan sobre territorio protegido es un hecho que se ha denunciado durante los cuatro años de su gobierno. Activistas contra los crímenes ambientales acusan a Bolsonaro de haber estrangulado económicamente a los principales órganos de fiscalización de los bosques amazónicos, como el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (Ibama) y el Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad (ICMBio). Ambos han sido militarizados y sus presupuestos han sufrido drásticos recortes.

No hay dudas de que la pobreza y el hambre hoy en Brasil son mucho peores que cuando Lula ganó la Presidencia en 2002

Tereza Campello, economista y profesora de la Universidad de Sao Paulo, miembro del equipo de transición de Lula en 2002, partícipe de la creación del programa redistributivo Bolsa Familia, y ex ministra de Desarrollo Social y Combate al Hambre del gobierno de Dilma Rousseff, sostiene que “no hay dudas de que la pobreza y el hambre hoy en Brasil son mucho peores que cuando Lula ganó la Presidencia por primera vez en 2002”, cuando ella y el resto de su equipo asumieron el desafío de reducir la desigualdad social en el país más poblado y rico de América Latina. "Los niveles de pobreza, ingresos y las condiciones sociales se deterioraron mucho. Por ejemplo, si comparamos lo que ahora llamamos inseguridad alimentaria, la situación es mucho peor que la que encontró el presidente Lula en 2003, según el registro que mantiene el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas IBGE. En el primer año del Gobierno de Lula teníamos alrededor de 35% brasileños en situación de inseguridad alimentaria. Hoy, la cifra es de 60%. Además, en 2003, la inseguridad alimentaria grave, es decir, pasar hambre, era del 9%. Hoy es del 15%".

Lula inicia la reconstrucción de Brasil