miércoles. 24.04.2024
elecciones francia abril 2022

Por Mario Regidor | Hace mucho tiempo que, no solo en Francia, sino en otros países de Europa, las mayorías absolutas cotizan muy caras. En estas elecciones presidenciales con la polarización ideológica y partidista tan acendrada no iba a ser menos.

Se descontaba la victoria de Macron desde hace semanas, meses incluso. Pero los últimos sondeos situaban su ventaja dentro de los márgenes del empate técnico. En cambio, la segunda plaza de Le Pen se veía amenazada por dos fenómenos que se han demostrado poco menos que efímeros: por su “derecha” el periodista, escritor y polemista Zemmour, con su movimiento recién creado y llamado con resonancias medievales españolas Reconquista, por la “izquierda”, Pecresse, representando a Los Republicanos, el partido de Sarkozy. Finalmente, su segundo puesto podría haber pasado de la extrema derecha a la extrema izquierda.

No obstante, cara a una segunda vuelta a celebrar dentro de dos semanas, nos encontramos con un panorama muy diferente al que lleva siendo “normal” desde que, a principios del milenio, el candidato socialista Lionel Jospin fue descabalgado de la segunda vuelta en las presidenciales de 2002 por Jean Marie Le Pen, padre de la candidata actual. En ese momento, y se ha mantenido hasta ahora, el consenso siempre ha sido apoyar al partido considerado tradicional en detrimento del candidato/a de extrema derecha, el llamado Cordón Republicano. Pero, ¿seguirá siendo así dentro de dos semanas? Sinceramente, no lo tengo tan claro. De hecho, las últimas encuestas se posicionan dando la victoria a Macron en una segunda vuelta contra Le Pen por un 52% -48% de media, según Kiko Llaneras en El País, una exigua diferencia que podría poner en bandeja el gobierno de uno de los dos grandes de la Unión Europea en manos de la ultraderecha, que se uniría a los ya consolidados gobiernos de Polonia, Hungría y Austria, una peligrosa tendencia que amenaza con convertirse en un movimiento coordinado de partidos de ideologías ultra conservadoras que van tomando, paulatinamente, los gobiernos de muchos países europeos. En España, sin ir más lejos, Vox no para de subir en las encuestas y ahora comienza a gobernar en su primera comunidad autónoma: Castilla y León. No perdamos este punto de vista, por favor.

Pero, esta primera vuelta de las presidenciales francesas nos deja entrever una serie de cuestiones que conviene tener en cuenta para ver su posible reflejo en la política en la Unión Europea y en España en particular teniendo en cuenta que los sistemas electorales francés y español son muy distintos y que la descentralización territorial que impera en España torna en centralismo en el caso de Francia.

No obstante, es curioso pero un movimiento, que no un partido político al uso como La República En Marcha, creado por Macron hace 6 años escasos y que consiguió ganar la presidencia en su primer envite en 2017 está en visos de poder revalidarlo dentro de dos semanas.

Con un programa político moderado, que bebe a la izquierda y a la derecha de la tradición política francesa, pero, sobre todo, encumbrado por una excepcional fotogenia y una fantástica puesta en escena a nivel publicitario y de marketing ha conseguido poner en la palestra a un alumno aventajado del ala derecha del socialismo francés que, a la postre, ha podido significar la defunción de su casa madre.

No obstante, ¿sobrevivirá En Marcha a Macron? Es un líder joven y, además, ya no se puede presentar a un tercer mandato, pero su implantación territorial en ciudades y departamentos dista mucho de ser la idónea, lo que se pudo ver en las últimas elecciones municipales y regionales donde tenía la oportunidad de ostentar cierto poder territorial y no pudo conseguirlo frente a Los Republicanos, el Partido Socialista y Los Verdes.

En otro orden de cosas, ¿qué sucede con la derecha tradicional encarnada por Los Republicanos de Pecresse? En su momento ésta fue elegida en unas primarias sin tener la vitola de favorita y durante un breve período de tiempo le disputó la segunda posición a Le Pen, pero llegado el momento de la verdad, su “momentum” se ha disuelto como un azucarillo, colocándose en quinta posición con un 5% de los votos.

Pero no es menos importante lo sucedido con el Partido Socialista, con la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, como candidata a la presidencia que no ha llegado al 2% de los votos, Era la mejor candidata, por no decir la única que podía presentar el PS después de la debacle protagonizada por Benoit Hamon en 2017, donde consiguió el 6% y marcó un estado de alerta constante en el socialismo francés que, con los resultados actuales, plantea una disyuntiva difícil de soslayar. ¿Seguirá los pasos del PASOK griego? ¿Cabrá una refundación en torno a Melenchon o eventualmente una unión más heterogénea entre la izquierda francesa similar a la que gobierna en la capital, París?

Por encima de las reflexiones anteriores, lo que está en tela de juicio, y no me atrevería a realizar un pronóstico, es si estos resultados suponen un punto de inflexión para que los llamados partidos políticos tradicionales vean su pervivencia en el tiempo seriamente amenazada y, por consiguiente, suponga un cambio de paradigma que no sé a ciencia cierta en qué desembocará a corto y medio plazo. Presupongo que mucho más populismo a la izquierda y a la derecha y la proliferación de liderazgos personalistas y muy ligados a personalidades demagógicas, máxime teniendo en cuenta que la polarización a izquierda y derecha en Francia ya está consolidada y, seguramente, causará sensibles vaivenes en la política europea

Pero, como dije al principio, nos encontramos ante unas elecciones presidenciales que, al no obtener ninguno de los 12 candidat@s más del 50% de los votos, los dos primeros se verán abocados a una segunda vuelta. ¿Qué pasará entonces? ¿Podemos estar seguros de que la alta abstención, ya previsible en la primera vuelta, aunque finalmente no confirmada, podría producirse en la segunda, favoreciendo a la candidata de extrema derecha? O aun peor, ¿qué porcentaje de los votos obtenidos por Zemmour, que ya ha pedido el apoyo a Agrupación Nacional, irán a parar a Le Pen? o, incluso, ¿qué porcentaje de votos obtenidos por Melenchon, que no ha pedido el voto para Macron sino más bien la abstención, no irán a parar a Le Pen? La suma de estos dos porcentajes unidos a los que consiga el propio partido Agrupación Nacional, ¿serán suficientes para desbancar a Macron? Es más, ¿se unirá un cierto porcentaje de los votos obtenidos por Valerie Pecresse de Los Republicanos, alguno de cuyos líderes ya insinuó durante la campaña, que podría votar por Le Pen?

Por otro lado, Macron simboliza lo que ya se ha dado en conocer como el voto del mantenimiento del “status quo”, ese voto que antes simbolizaba la antigua UMP (ahora Los Republicanos) y el Partido Socialista, que han sido fagocitados por La República En Marcha. Pero no deberíamos perder de vista el hecho de que, sumando el porcentaje de votos obtenido por cada partido y haciendo una extrapolación ideológica del mismo, Macron está solo como exponente del moderantismo. La extrema derecha de Le Pen y Zemmour, así como la izquierda radical de Melenchon oscurecen a Hidalgo, Pecresse y Jadot (Los Verdes), que no han llegado al 15% de los votos, El ocaso de los partidos tradicionales parece claro y otra cuestión que conviene analizar, aunque la conclusión siempre vaya a ser similar, es la tradicional desunión en los partidos de izquierda. 3 partidos que encarnan valores de izquierda (Los Verdes, Partido Socialista y la Francia Insumisa de Melenchon) han conseguido por separado algo más de un 25% de los votos. ¿De verdad no había un incentivo más que suficiente para que hubieran concurrido unidos con un cabeza de lista de consenso? Es cierto que el sistema electoral de sufragio directo y segunda vuelta les perjudica, pero creo que la opción de demostrar que, en tiempos de declive electoral, la unión de la izquierda puede generar sinergias suficientes, era necesario explorar.

Sinceramente, de contestar a estos interrogantes, depende que Macron obtenga un segundo mandato, aunque por escaso margen, o que sea Le Pen la primera presidenta francesa, realidad esta que ya no es política ficción, sino que parece acercarnos a una distopia en el propio corazón de la Unión Europea y justo al otro lado de los Pirineos.

No obstante, ¿qué pasará después de la posible presidencia de Macron? En ausencia de los partidos tradicionales a izquierda y derecha, ¿serán Le Pen y Melenchon los que tomarán el relevo formal de dicho espacio que ya han tomado por asalto en la práctica? No olvidemos que Melenchon tendrá 75 años en 2027, pero no es menos cierto que el discurso que pretende conseguir el voto transversal apelando a que su programa político y su ideología no se puede enmarcar en la izquierda o en la derecha del espectro político, tiende a sobrerrepresentar a los partidos extremistas porque, efectivamente, siguen existiendo las derechas y las izquierdas y, como la naturaleza, siempre se abren camino.

Pero no nos olvidemos de que, a pesar de ser sistemas electorales distintos, del diferente tratamiento de las singularidades regionales que se da en uno y en otro país y de los distintos posicionamientos ideológicos de los diferentes partidos que pueblan la geografía política francesa y española, sus consecuencias se pueden dejar sentir en nuestro sistema político más pronto que tarde.

Y más allá del previsible ascenso de la extrema derecha en numerosos países de la Unión Europea, debemos preocuparnos de que, en España, al contrario que en Francia, los llamados partidos de la “nueva política” como Unidas Podemos y Ciudadanos, atraviesan dificultades en su trayectoria, especialmente este último que ya amenaza desaparición inminente, pero en Francia son los partidos tradicionales que durante lustros han dominado la escena política francesa, los que se encuentran en peligro cierto de desaparición, en especial el Partido Socialista de Mitterrand. ¿Por qué? Pues esto será un buen motivo para escribir otro artículo llegado el momento…

Ahora, debemos preocuparnos de dos cuestiones: por un lado, si Macron revalidará mandato. Hace 20 años el porcentaje de votos en segunda vuelta de Chirac superó el 80%. ¿Superará Macron el 50%? Las encuestas actuales oscilan entre el 51% y el 54% para Macron y el 46% y el 49% para Le Pen… Y, por otro lado, no nos engañemos. Lo que sucede en Francia tardará en llegar a España, pero llegará si no ponemos remedio. Vox no para de subir y los partidos tradicionales van aguantando el envite de nacionalismos de una y otra ralea, pero ¿cuánto aguantaremos sin dejar paso al gobierno nacional a la extrema derecha en España y, más si el PP únicamente ve posibilidades de gobernar en solitario en aquellos escasos lugares donde pueda conseguir mayoría absoluta, o con Vox allí donde puedan sumar esfuerzos y votos?

Estamos en un momento crucial en la historia de Europa y de España. Reflexionemos, pero actuemos sin demora.

Lecciones a tener en cuenta en la primera vuelta de las presidenciales francesas