sábado. 20.04.2024
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Construida en 1898 por el conservador Julio A Roca, la Casa Rosada -sede del gobierno argentino- guarda en sus entrañas un historial de descoloridas anécdotas.

Situada en la misma manzana en la que Juan de Garay levantó el fuerte de Buenos Aires, al fundar la ciudad en 1580, la sede presidencial funcionó como Casa del Correo hasta que Roca la transformó y ejerció allí su segundo mandato, ya con su nueva denominación: Casa Rosada.

Apenas transcurridos dos meses de gobierno, Macri ordenó una limpieza espiritual en su despacho. La primera dama, Juliana Awada, no escondió los detalles del “trabajo”: “Fue una purificación basada en agua bendita, sal, aceite y oraciones religiosas”​

A partir de entonces se fueron sucediendo uno a uno los procesos democráticos, interrumpidos por los de facto, llevando a los despachos y oficinas de la Casa Rosada a los más respetados representantes de nuestra política, y a los otros también.

La escritora Liliana Franco publicó hace unos años “Los secretos de la Casa Rosada”, libro en el que narra las anécdotas más interesantes sucedidas entre los gruesos muros de la sede presidencial. Franco cuenta historias de baldes esparcidos para atajar goteras; de mandatarios que finalizaban sus jornadas con un vaso de whisky en la mano; de mecanógrafas que ofrecían sus servicios en el Rubro 59 publicando el teléfono de alguna oficina de presidencia.. E incluso la historia de Antonio Banderas, la celebridad que se convirtió en huésped de la Casa Rosada durante el rodaje de Evita (que se filmó en 1996 y tuvo a Madonna en el rol de la “Abanderada de los Humildes”). La anécdota cuenta que el andaluz degustó un choripán con unos empleados estatales durante un descanso de la película dirigida por Alan Parker, rodada dentro de la Casa Rosada. En pocas palabras, el libro de Franco relata con encanto algunos sucesos ocurridos allí; y todos éstos son de índole terrenal; mundanos y concretos.

Sin embargo con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia, la Casa Rosada comenzó a destilar material suficiente como para una nueva antología de sucesos anecdóticos, pero esta vez con el inquietante aporte de extraños ritos y supercherías, de limpiezas espirituales y hasta de exorcismos.

Material hay de sobra para otra gran obra literaria desde la llegada de Macri a la Casa Rosada. Aunque habrá quienes crean que esto que viene a continuación nunca sucedió, que es producto de la enajenación de una prensa sensacionalista, amarillista. Nada más lejos de la verdad.

EL SECRETO

El secreto que reveló esta semana Juan Carlos Pallarois, el orfebre a cargo de la confección del Bastón de Mando Presidencial, bien podría oficiar de prólogo de la nueva antología de eventos, digna de convertirse en Best Seller, aunque esta vez en una versión bien thriller con  pasajes de alto misticismo: En 2015 Pallarois había expresado su decepción luego de que un funcionario del área de Ceremonial de Presidencia le devolviera su artesanía; es decir, el Bastón de Mando de su confección, que protocolarmente se le entrega a los presidentes entrantes (sin que luego éstos se lo devuelvan al orfebre) (Digamos que no queda bien).

Pero este martes 17 de septiembre el orfebre reveló un inquietante secreto: “Me llamaron del gobierno porque querían asegurarse de que yo no le hubiera prestado el bastón a Cristina (Kirchner) para que ella hiciera una macumba”.

Macumba: Magia Negra, ritual de origen afroamericano.

El presidente argentino quería saber si el orfebre había enviado previamente el bastón de mando a Cristina Kirchner. Porque de ser así, sospechaba que ésta podría haber depositado una maldición sobre aquel objeto artesanal que el 10 de diciembre Macri sostuvo torpemente entre sus manos, con caricaturesca actitud.

Ahora que trascendió este secreto, quizás alguien podría sospechar que la torpeza, la ineptitud y la pobreza intelectual del presidente pudieran ser la consecuencia de un gualicho, de un “trabajo”, de una macumba. Sin embargo, antes de recibir el bastón de mando, Macri ya hacía gala de todas estas carencias con total desparpajo. De modo que -en este caso en concreto- no se le puede atribuir a la magia negra una responsabilidad que no tiene.

AGUA BENDITA, UN TOQUE DE SAL Y UNA PIZCA DE ORACIONES

Pero los intentos de Mauricio Macri por alejar posibles espíritus malignos o deshacer macumbas africanas no terminan allí. Apenas transcurridos dos meses de gobierno el presidente ordenó una limpieza espiritual en su despacho. La primera dama, Juliana Awada, no escondió los detalles del “trabajo”: “Fue una purificación basada en agua bendita, sal, aceite y oraciones religiosas”, explicó, con la misma natural actitud que quizás conservaría si algún periodista se atreviera a preguntarle sobre los talleres clandestinos que trabajan para su afamada marcha Cheeky.

VA DE RETRO, SATANÁS

Las supersticiones del presidente argentino continuaron agravándose. Y por lo que se detalla a continuación, la situación se tornaba mucho más delicada:

Después de  la “limpieza” de su despacho en Casa Rosada, el por entonces flamante primer mandatario contrató a un sacerdote católico para que realizara un exorcismo en la Quinta Presidencial de Olivos. Carlos Mancuso, sacerdote oriundo de la ciudad de La Plata, recibió el llamado en su domicilio: “Me dijo que su apellido era Gómez y se presentó como representante del presidente para encargarme una limpieza espiritual en la quinta presidencial de Olivos”, relató el cura a los medios locales. “No sabía si se trataba de una infestación (un espíritu poseído que recorre los ambientes), una obsesión demoníaca (el demonio que persigue a una persona y le provoca malestar) o un poseso (el maligno que está dentro del ser humano), que de acuerdo con el catolicismo requieren terapias específicas cada uno”, explicó el sacerdote de 81 años. Tres días más tarde el teléfono del cura volvió a sonar. Era la señora Gómez. Desde Presidencia de la Nación se disculpaba, señalando que el Jefe de Estado había optado por otra solución, apelando al rito budista.

Y partir de ese momento el presidente y todo su gabinete iniciaron un raid de retiros espirituales -con gurú y cítara incluida- que los medios levantaron como nota de color.  

Nadie en su sano juicio podría imaginarse a Richard Nixon con una riestra de cebollas en una mano y un crucifijo en la otra, espantando las posibles maldiciones de su antecesor en la Casa Blanca -en su primer día como presidente de los Estados Unidos- con un cura asignado por la diócesis para encabezar el Departamento de  Exorcismos destinado a contrarrestar ánimas del Despacho Oval.

Quizás Macri deba abandonar la Casa Rosada el próximo mes de diciembre (al menos está nominado). Los caprichos de la democracia resultaron más fuertes que los suyos. Por lo que recogen los medios acerca de estos “fenómenos sobrenaturales”, el presidente no la pasó nada bien durante su estadía en la Casa Rosada, aún con la ventaja de haberla hecho exorcizar. Quizás fuera el entorno tan ligado a la democracia; vaya uno a saber. El hecho es que  Macri se llevará los ajos y los crucifijos para espantar sus propios fantasmas. Se irá, dejando detrás de sí un cúmulo de historias para no dormir.

w2El Padre Mancuso, exorcista

Historias para no dormir, los exorcismos del Presidente