viernes. 29.03.2024
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@jgonzalezok | La Esplanada de los Ministerios y la Plaza de los Tres Poderes, en Brasilia, fueron escenario este martes (10) de un desfile militar -con tanques, camiones y otros vehículos blindados-, que fue considerado como una velada provocación hacia la Cámara de Diputados y hacia el Supremo Tribunal Federal, horas antes de que los diputados votasen la propuesta a favor del voto impreso, por iniciativa del presidente Bolsonaro. La votación, que fue unas horas más tarde, se saldó con una derrota para el gobierno, que viene insistiendo en que la urna electrónica, que se usa en Brasil desde 1986 sin ninguna sospecha de fraude, no es segura.

El presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, un aliado del presidente, admitió que la combinación del desfile y la votación era una “coincidencia trágica”. También señaló que quería creer que el desfile ya estaba programado: “solo que no es usual y, no siendo usual, en un país que estás polarizado, da para que se especule en algún tipo de presión”.

El jefe de la marina aseguró que el desfile estaba previsto antes de saberse la fecha de la votación parlamentaria -aunque no se había informado hasta ayer nada sobre la misma- y que el objetivo era entregar al presidente una invitación para las maniobras militares del próximo día 16 en Formosa (Goiânia). El propio Bolsonaro señaló que la Marina realiza estas maniobras todos los años desde 1988 y que, como la tropa procedía de Río de Janeiro, tenía que pasar obligatoriamente por Brasilia. En un mensaje en el que se presenta como Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, Bolsonaro añadió que recibiría el saludo de las fuerzas y les desearía buena suerte en la misión. En los 33 años de historia de dichas maniobras, no hay precedentes para tal desfile en el centro del poder de Brasil.

Estas explicaciones no conformaron a la oposición, que insistió en denunciar el intento de intimidación del presidente y el uso de las Fuerzas Armadas en su beneficio político. La columnista Thais Oyama escribió en el portal UOL que el alto mando del Ejército presionó a su comandante, general Paulo Sergio Nogueira, para que no se prestase a acompañar al presidente en la ceremonia del desfile. Pero sin éxito, ya que desairar la invitación del mandatario supondría su paso a retiro. Bolsonaro estuvo acompañado en la rampa del Palacio de Planalto por los comandantes de las tres fuerzas y el ministro de Defensa, general Braga Netto. No aceptaron la invitación para estar presentes ninguno de los representantes de los otros poderes, legislativo y judicial.

En las redes sociales el desfile militar fue tomado como chacota. Según datos de Quaest Pesquisa, que analizó 2,3 millones de mensajes, el 93% de los mismos se dividió entre los que ridiculizaron el paseo militar y los que criticaron al presidente. El columnista Octavio Guedes publicó un mensaje en Twitter que decía: “Me levanté con la gente preguntando si habría golpe. Voy a dormir con las carcajadas que provocó la mascarada militar”.

Pero muchos se tomaron más en serio el asunto. En una columna de opinión en Folha de S.Pãulo, Frei Betto, el monje dominico que fue preso y torturado durante la dictadura, recuerda que en vísperas del golpe del 64, los líderes de la izquierda decían no temer el golpe: “las instituciones democráticas eran sólidas, el presidente Jango (Goulart) contaba con fuerte respaldo militar contrario a la violación de la Constitución”. Ahora, según Frei Betto, es “ensordecedor” el silencio de los militares en actividad. Por tanto, es difícil saber qué se piensa realmente en los cuarteles. Pero hay un trasfondo preocupante. El Club Militar, por ejemplo, llevó a cabo una intensa campaña, encaminando a los mails de sus socios distintos artículos escritos a favor del voto impreso, adoptando el relato de Bolsonaro.

La actitud de los militares ante las manifestaciones golpistas del presidente brasileño es sumamente preocupante. Los jefes de las tres fuerzas presentaron su dimisión a fines de marzo por no querer ser un instrumento político de Bolsonaro. Por el contrario, los actuales comandantes se sometieron al presidente, como quedó de manifiesto cuando el ex ministro de Salud, Eduardo Pazuello, participó en un acto de proselitismo político con el presidente, contra lo que establecen las normas, y ni siquiera fue apercibido.

Bolsonaro -que pasó pocos años en el Ejército, solo llegó a capitán y fue invitado a retirarse por su mala conducta-, siempre asoció su figura a las Fuerzas Armadas. Habla de “su” Ejército y llenó de militares el gobierno y las instituciones estatales. Defiende la dictadura (1964-1985), ensalza sus torturadores y lamentó que los militares no fusilaran “al menos 30.000 subversivos”. Viene insistiendo en que solo entregará el poder si hay elecciones limpias, que a su entender solo puede ser con voto impreso. Aunque también ha advertido: “Sólo dios me despoja del poder”. 

La imagen del estamento militar por parte de los ciudadanos se viene desgastando coincidiendo con las sesiones de la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) sobre el Covid-19. No solo se está mostrando una desastrosa gestión del Ministerio de Salud -en manos de un general y numerosos coroneles durante el pico de la pandemia-, sino que también salieron a la luz casos de corrupción que salpican a militares. El presidente de la CPI, Omar Aziz, llegó a decir unas semanas atrás que hacía mucho tiempo que Brasil no veía miembros del lado podrido de las Fuerzas Armadas envueltos con los negociados del gobierno. “Los buenos militares deben estar muy avergonzados con algunas personas que hoy están en los medios”. Y recordó que, incluso en la dictadura militar, los ex presidentes de facto Figueiredo y Geisel dejaron el poder y murieron pobres.

La reacción de los militares fue inmediata. Pero, en vez de garantizar que colaborarían en las investigaciones, publicaron un comunicado claramente intimidante, en el que hablan de una generalización “grave, infundada y, sobre todo, irresponsable”. El documento, que llevaba la firma del ministro de Defensa, el general Braga Netto y los comandantes de las tres fuerzas, fue dado a conocer por el presidente, lo que indica que la iniciativa partió del mandatario. El final de la nota militar no ocultaba el tono amenazante, al decir que no aceptarían “cualquier ataque frívolo”.

Dos días después, el diario O Globo publicaba una entrevista con el jefe de la Aeronáutica, brigadier Carlos de Almeida Baptista Junior, en la que se le preguntó por el significado que había que dar a semejante advertencia. Respondió que era “un aviso”. “¿Es una amenaza de golpe, como dicen algunos opositores?”, insistió el periodista. “No, hombre armado no amenaza”, señaló, añadiendo que las Fuerzas Armadas “continúan con su principio legalista de acatamiento a la Constitución”.

Bolsonaro está aún a un año y medio de terminar su mandato. El capítulo de las últimas horas muestra que van a ser meses llenos de tensión entre los diferentes poderes. Y el presidente brasileño llegará a diciembre del 2022 desafiando la Constitución y la democracia.

Desfile militar en Brasilia provoca indignación