viernes. 19.04.2024
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La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), informó esta semana que Honduras debe tomar medidas urgentes para atender la severa crisis alimentaria que afecta a 3,3 millones de personas; el 35 por ciento de la población total del país.

El hambre, la desnutrición, la inseguridad alimentaria y la sequía son algunos de los factores que impulsan el éxodo dramático de cientos de miles de hondureños que huyen como pueden del país. Según el comunicado de la FAO, “la cantidad de personas que se ven forzadas a abandonar sus hogares en busca de un mejor porvenir, está en aumento”.

Pero la mayoría de los migrantes cuyo objetivo es llegar a Estados Unidos, no son necesariamente seducidos por la posibilidad de concretar su propio sueño americano, sino más bien expulsados de su país de origen en donde la violencia de la miseria avanza sobre los más vulnerables.

Sumido en la tragedia del hambre, el pueblo hondureño espera la acción eficaz de un Estado que hasta hace algunos meses atrás, no hizo más que darle las espaldas a una realidad que hoy se expone con toda su dureza

Los hondureños conocen la pobreza. La enfrentan cada día ante la inacción de un Estado sumido en una deuda externa que lo ata de pies y manos. Casi el 63 por ciento de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. Y uno de cuatro niños padece retraso en el crecimiento o desnutrición crónica.

La pandemia significó para Honduras un duro revés a su intención de detener el alto crecimiento del hambre y la desnutrición infantil. El cóctel de desgracias endémicas, sumado a la pésima gestión de la crisis sanitaria desatada por el Covid-19, ha resultado nefasto para el país centroamericano. La pérdida de miles de puestos de trabajo, las tormentas tropicales severas, las recurrentes sequías y la dudosa administración de su ex presidente, Juan Orlando Hernández (acusado por narcotráfico), han dado como resultado un fenomenal crecimiento de las desigualdades y, ligado a esto, una violencia que enfrenta a pobres contra pobres.

Antes de declarada la pandemia, más de catorce millones de personas en Centroamérica padecían hambre, desigualdad y desprotección. Ahora la posibilidad de morir si no tienen acceso urgente a una alimentación suficiente y balanceada, es altamente probable.

Xiomara Castro, recientemente electa presidenta del país, enfrenta un reto histórico. Sumido en la tragedia del hambre, el pueblo hondureño espera la acción eficaz de un Estado que hasta hace algunos meses atrás, no hizo más que darle las espaldas a una realidad que hoy se expone con toda su dureza.

El desafío que enfrenta Xiomara Castro