jueves. 25.04.2024
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La arremetida mediática contra Manuel Zelaya abrió paso al el Golpe de Estado que se produjo en junio de 2009. Según los medios de comunicación hegemónicos, Honduras atravesaba “un peligroso proceso filo comunista, destructor del capital y de la democracia”. El entonces presidente y líder del partido Libre fue detenido por los militares en horas de la madrugada y seguidamente expulsado a Costa Rica. Las portadas de los periódicos celebraron el golpe, aduciendo que con la expulsión de Zelaya finalizaba una etapa en la cual Honduras se encaminaba a convertirse en la Venezuela de Hugo Chávez. “A partir de ahora el país vivirá una etapa de crecimiento y desarrollo que no forman parte de la agenda de gobiernos populistas”, señalaba el presentador de noticias de Canal 10, una de las cadenas pertenecientes a las grandes corporaciones de medios de comunicación de Honduras.    

Once años después de la gesta neoliberal que acabó con el gobierno constitucional de Zelaya, Honduras se encuentra al borde del abismo. El gobierno de facto privatizó todos los servicios públicos, los recursos naturales, la salud y la educación. Como consecuencia de esto más de 800 mil hondureños se vieron forzados a emigrar en busca de horizontes más propicios. Quienes no pudieron hacerlo forman parte de los millones de ciudadanos que engrosan la lista de la miseria y la pobreza que asola al país; hondureños con hambre, hondureños desnutridos, enfermos y abandonados. Según Marco Tilio Medina, médico especialista en nutrición, "estamos con una doble carga en el aspecto nutricional, por un lado un 35 % con riesgo de desnutrición y hambruna, sobretodo la gente en extrema pobreza, mientras que otros que tienen acceso a alimentos enfrentan un síndrome metabólico que les lleva al sobrepeso y enfermedades peligrosas, a causa de la pandemia de la COVID-19”.

La Comisión Económica para América Latina adelantó que como consecuencia de la pandemia, la pobreza en Honduras alcanzará al 57,8% de la población, el peor nivel de América Latina

La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) adelantó que como consecuencia de la pandemia, la pobreza en Honduras alcanzará al 57,8 por ciento de la población, el peor nivel de América Latina. Esto significa que 285 mil hondureños se sumarán este año a las filas de la pobreza extrema, elevando la cifra de 5,2 a casi 5,5 millones de personas. La causa de este incremento tiene base en la ausencia del Estado, en la corrupción y en la dependencia al imperialismo norteamericano. La corrupción en los sectores de la salud ha salido a la luz con el desfalco de 350 millones de pesos en el Instituto Hondureño de Seguridad Social, que se tradujo en la muerte de más de 3 mil personas por falta de atención médica.

Los medios afines al gobierno justifican el desastre con argumentos falaces. Las causas del hambre, según las corporaciones que blindan Juan Orlando Hernández - actual presidente de Honduras- no son las políticas neoliberales sino los años en los que el socialismo estuvo en el poder. Un trillado recurso que se repite en otros países de la región que han cedido su soberanía política y económica a los intereses de los Estados Unidos.

Honduras, al borde del abismo