jueves. 28.03.2024
AFRICA1

La hipocresía y el cinismo de los medios de comunicación se han agudizado durante la última década. Solo hace falta observar el tratamiento que estos hacen del drama de la inmigración para comprobar el grado de manipulación que ejercen, y la perversidad que se esconde detrás de ésta.

La preocupación por el control social que ostentan los medios masivos de comunicación se evidencia en el ejercicio de tergiversación en el que se afanan a diario

La preocupación por el control social que ostentan los medios masivos de comunicación se evidencia en el ejercicio de tergiversación en el que se afanan a diario, con el fin de construir una realidad digerible para un público cada instante más idiotizado. La estrategia le da buenos resultados a las corporaciones de la comunicación que han conseguido disminuir las facultades críticas y fomentado el conformismo.  La audiencia ya no se plantea la veracidad de lo que ve en la pantalla, escucha en radio o lee en la prensa escrita. El bombardeo de falacias convertidas en verdad ha parido a un individuo incapaz de razonar, aún ante la evidencia que se manifiesta a su alrededor.

Las consecuencias del poder de esta manipulación están a la vista de quien quiera ver. Los grandes medios acompañaron la criminalización de la solidaridad y naturalizaron el discurso de odio, dándole sentido al retroceso histórico de valores por el que la sociedad atraviesa.  Para la prensa del poder real los seres humanos que a diario fenecen en el Mediterráneo son simplemente “ilegales”; definición con la que logran minimizar una tragedia de la que, hasta el presente, se limitan a anoticiar sin profundizar en las causas que la provocan. La audiencia más mediotizada no se cuestionará los motivos por los que estos seres humanos se ven forzados a abandonar su terruño. Para este ser, al cual le ha sido aniquilado cualquier síntoma de empatía, sólo bastará con saber que se trata de un problema de legalidad. Este ser, cuya sensibilidad no difiere de la que podría poseer una roca, nunca se planteará la posibilidad de que en realidad se trate de una aberración, de una situación que debiera avergonzarnos como sociedad.

La cifra de africanos ahogados en el Mar Mediterráneo supera ya los 600 en lo que va de este 2019

La cifra de africanos ahogados en el Mar Mediterráneo supera ya los 600 en lo que va de este 2019. En diez años son más de 35 mil personas las que han fallecido en su intento por llegar a esa Europa que no solo los rechaza, sino que ahora ha decidido multar a quienes se atrevan al “criminal” acto de la solidaridad en pos de rescatarlos del mar.  Los medios del poder real insisten en la carátula de “ilegales”, y de esta manera evitan dar a conocer el expolio que los más importantes países de la Comunidad Europea han llevado a cabo en detrimento de esas zonas de África de donde provienen los inmigrantes.

La noticia de estas muertes se diluye con rapidez, aún cuando las cifras hablan de una tragedia humana de enormes proporciones, detrás de la cual hay responsables con nombre, apellido y nacionalidad. Sin embargo si el “drama” cambia de color, los diarios invertirán miles de litros de tinta para despertar el interés  del lector. El 13 de enero de 2012 el crucero Costa Concordia se hundió frente a la isla italiana de Giglio, provocando la muerte de 32 personas. Durante cinco meses los más destacados medios europeos se avocaron a la tarea de reconstruir la vida de quienes fenecieron en el transcurso de aquel viaje de placer. La noticia fue portada día tras día, logrando de esta manera “sensibilizar” a una sociedad tan manipulada como hipócrita.

La crisis humanitaria en África tiene responsables. Se trata de un crimen de lesa humanidad que se perpetra día tras día delante de los ojos de una sociedad mediotizada que da por sentado que si el dolor no es blanco, pues entonces no es dolor.

De cínicos y mediotizados