El cipayismo y los beodos de la derecha argentina

La revelación del ex canciller británico Alan Duncan respecto del estado de ebriedad del ex funcionario macrista Carlos Foradori al momento de firmar un importante acuerdo para la explotación pesquera y de petróleo en Malvinas, ha producido una tibia reacción en la opinión pública gracias al esmero con el que los medios de comunicación del poder económico concentrado protegen a los referentes de la derecha argentina. Pero desviar la atención de lo que constituye un verdadero escándalo institucional no va a ser tarea fácil, ya que todo el arco político nacional ha salido a pedir explicaciones. 

De momento ni Clarín ni La Nación -ni sus cientos de repetidoras en todo el país- se han referido al escándalo que, sin embargo, ya ha merecido sendas denuncias por Traición a la Patria contra Mauricio Macri. Sin embargo lo que sí han intentado los voceros de la derecha desde sus usinas de comunicación, es victimizar al ex ministro macrista que niega haber estado “borracho durante la firma del importante acuerdo entre Argentina y el Reino Unido”.  

La borrachera de Foradori durante la firma de un importante acuerdo con el Reino Unido hubiera provocado un verdadero revuelo social en otras etapas de la historia argentina, mucho antes de la naturalización de entreguismo obsceno

Según Valeria Carreras, letrada que presentó a ayer una denuncia por Traición a la Patria contra Mauricio Macri, “hay un hecho nuevo en este acuerdo aberrante que no se podía firmar ni borracho”. Para Carreras, ese hecho le da más gravedad a la firma de un acuerdo que era perjudicial para el reclamo de soberanía que Argentina sostiene sobre las Islas Malvinas. “Ese entendimiento fue ordenado por Macri”.

Se trata de un escándalo institucional de una magnitud excepcional, sin precedentes en la historia de la política argentina. “Que alguien que tiene la representación del país frente a otros gobiernos del mundo, y sobre todo en un tema tan delicado -como lo es nuestra soberanía- se comporte de esa manera, es un escándalo vergonzoso”, consideró Carreras.

Bajo el título “In the thick of it”, el ex vicecanciller británico Alan Duncan publicó sus memorias como funcionario del Foreing Office. Es en esa suerte de diario de funciones en donde narra la negociación con Carlos Foradori. “El Reino Unido necesitaba relaciones directas con Argentina para asegurar concesiones comerciales y acceso aéreo a las islas”, relata Duncan. El lunes 11 de setiembre de 2016 se reúne con Foradori debajo de la residencia de la embajada británica, donde, según relata en su libro el propio Duncan, “hay una fabulosa bodega, bien iluminada, con las paredes llenas de botellas de Merlot. Es un buen telón de fondo para la cooperación que necesitamos de Argentina”, escribe el ex vicecanciller. “A medida que una botella tras otra se movía de alguna manera desde la pared del sótano a la mesa, las negociaciones mejoraron”, recuerda en sus memorias Duncan, que -en páginas posteriores referidas al día siguiente de la firma del acuerdo- señala: “Foradori acaba de llamar para decir que estaba tan borracho anoche que no recuerda los detalles”.   

La revelación del estado de ebriedad bajo el cual el ex ministro macrista firmó este acuerdo con el Reino Unido es coherente con anteriores posturas sobre Malvinas de dirigentes del macrismo que, sobrios casi siempre, han expuesto sin ningún tapujo. Fue el mismísimo Mauricio Macri quien durante una entrevista en 1997 afirmó que las Islas Malvinas “serían un gasto”. A la pregunta por el reclamo de la soberanía argentina sobre las islas del Atlántico Sur, el por entonces empresario dejaba en claro su posicionamiento al respecto: “Nunca entendí los temas de soberanía en un país tan grande como el nuestro. Nosotros tenemos un problema de espacio como tienen los israelíes”. 

En su rol de presidente, el Mauricio pro colonia se manifestó en todo su potencial, entregando la soberanía económica al FMI, pidiéndole a los argentinos que se “enamorasen” de Christine Lagarde, pidiéndole disculpas al Rey de España (“Estoy acá, tratando de pensar y sentir lo que sentirían ellos en ese momento. Claramente deberían tener angustia de tomar la decisión, querido Rey, de separarse de España”,  dijo en aquella oportunidad Mauricio Macri, aplaudiendo a Juan Carlos de Borbón, principal invitado especial por el Gobierno a la celebración del Día de la Independencia argentina).

Abundan ejemplos de la vocación cipaya de Macri y sus correligionarios. La ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, llegó a decir que Argentina “podría darle a Pfizer las Islas Malvinas a cambio de dosis de vacunas” (y no hay indicios de que estuviera ebria, al menos durante la entrevista televisiva en la cual sugirió este intercambio); y El Diputado Nacional Fernando Iglesias ni se ruborizó al decir que “las Malvinas no son argentinas”.

La borrachera de Foradori durante la firma de un importante acuerdo con el Reino Unido hubiera provocado un verdadero revuelo social en otras etapas de la historia argentina, mucho antes de la naturalización de entreguismo obsceno que la derecha ya ni se esfuerza en disimular.