@jgonzalezok | La conocida ofuscación con los medios del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, llegó este martes a un punto, quizás, de no retorno. En su habitual encuentro informal con los informadores, que todas las mañanas lo esperan a la salida del Palacio da Alvorada, su residencia oficial, se produjo un incidente que llevó a los periodistas a dejar solo al presidente.
El origen del episodio fue una pregunta sobre la postura de su ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, que mantiene la necesidad del aislamiento social, contrariando lo que pregona el propio presidente, uno de los últimos mandatarios del mundo en negar la peligrosidad del coronavirus.
Del grupo de fanáticos de Bolsonaro, que siempre asiste a esta comparecencia, y que la seguridad presidencial coloca al lado de los cronistas, alguien gritó entonces que la prensa “colocaba al pueblo contra el presidente”. Ahí el presidente brasileño alentó al espontáneo a hablar y exigió a los periodistas que lo escucharan. “Es él el que va a hablar, no ustedes, no”, dijo Bolsonaro, dando pie a que sus seguidores comenzaran a insultar a la prensa. Fue ahí cuando los reporteros se retiraron, para sorpresa de Bolsonaro, que los interpeló: “Pero, ¿van a abandonar al pueblo? Nunca ví eso, la prensa que no gusta del pueblo”.
Horas antes, el ministro de Salud insistía en la necesidad del aislamiento, y lo hizo en una conferencia de prensa televisada desde el propio Palacio de Planalto, es decir, la sede del gobierno. A pesar de eso, el presidente aseguró que no sabía lo que había dicho su ministro: “Tengo que ver, porque creer en lo que está escrito… nadie se olvide que yo soy el presidente”. Y, aunque los periodistas ya no estaban en el lugar, continuó exigiendo que los medios publicasen que el director general de la OMS (Organización Mundial de la Salud), Adhanom Ghebreyesus, ahora estaba de acuerdo con su postura. Horas antes, las redes sociales bolsonaristas divulgaron una intervención editada del pasado lunes del alto funcionario de la OMS, en la que muestra su preocupación por el alto impacto social del aislamiento. Pero omitiendo que lo defiende, como la forma más eficaz para la propagación del Covid-19.
La crisis política que se incuba en el seno del gobierno brasileño, a propósito de la forma de abordar la pandemia, podría acabar con la salida del gobierno del ministro de Salud
Estos ataques de Bolsonaro a la prensa son habituales, siendo Globo TV -el canal con más audiencia de Brasil- su principal objetivo. En los últimos días mandó a un periodista a “callar la boca”. En ocasiones habla y no acepta preguntas. Y hace unos días consideró una pregunta como “antipatriota” e “infame”. La consulta de la periodista se refería a los datos que indicaban una baja en su popularidad como consecuencia del manejo de la crisis, que lo coloca por debajo de la de su propio ministro de Salud y de los gobernadores.
La crisis política que se incuba en el seno del gobierno brasileño, a propósito de la forma de abordar la pandemia, podría acabar con la salida del gobierno del ministro de Salud, que venía dando una conferencia de prensa diaria en la sede de su dependencia. Significativamente, este lunes se cambió el escenario. Se trasladó al Palacio de Planalto y el ministro apareció rodeado por otros cuatro funcionarios, que no lo dejaron hablar hasta el final, a pesar de que el tema era la pandemia. Apareció escoltado por el ministro de la Casa Civil, general Walter Braga Netto, que fue quien realmente dirigió la comparecencia. La conferencia de prensa acabó abruptamente, cuando lo ordenó el general, ante una pregunta sobre el paseo que el domingo dio el presidente Bolsonaro por diversos lugares cercanos a Brasilia, contra las recomendaciones de aislamiento social.
Este paseo dio la oportunidad a los siete partidos de oposición están estudiando la posibilidad de presentar una denuncia contra el presidente, al que acusan de crimen común por haber puesto en riesgo la salud de la población con su paseo dominical.
Si el Supremo Tribunal Federal acepta esta denuncia, el presidente sería apartado por un plazo de 180 días. Se apelaría al artículo 268 del Código Penal, que prevé penas de hasta un año de prisión para quien “infrinja la determinación del poder público destinada a impedir la introducción o propagación de enfermedades contagiosas”. También se contempla invocar otros tres artículos: el artículo 286, por “incitación pública al delito”, al defender que las personas vuelvan a trabajar contrariando las recomendaciones decretadas en diversos estados; y el 319, por prevaricación, debido al decreto presidencial autorizando el funcionamiento de las iglesias y las administraciones de lotería; por último, estaría el artículo 131, que castiga con penas de hasta cuatro años de cárcel a quien actúa de manera que se provoquen contagios
Se considera que esta vía puede ser una alternativa al impeachment o juicio político, un procedimiento mucho más largo y que paralizaría al Congreso, en un momento en que se necesita su total disponibilidad para votar las medidas necesarias para luchar contra el coronavirus. Si el Tribunal Supremo acepta la denuncia, ésta se elevaría al presidente del Congreso, Rodrigo Maia, que tiene que derivar el tema a la Comisión de Constitución y Justicia de la cámara. La autorización final estará en manos del pleno, donde se requiere de mayoría simple.
Hasta este martes, el número de muertos en Brasil por el coronavirus era de 159, de ellos 23 en las 24 horas inmediatamente anteriores. Aunque no hay forma de saber el número real, ya que se estima que muchos casos no llegan a ser registrados. Según una proyección de epidemiólogos del Imperial College, de Londres, si Brasil no toma ninguna medida -postura de Bolsonaro-, habría 181 millones de infectados y más de un millón de muertos. Intensificando el aislamiento social cuanto antes, los números caen dramáticamente: 11,45 millones de infectados y 44.000 muertos. Solo hay otros dos mandatarios en el mundo que todavía están contra el aislamiento social, los presidentes de Nicaragua y de Bielorrusia.