viernes. 29.03.2024
 

Escribir desde la visceralidad de un espanto reciente, desde la indignación y la incomprensión de un fenómeno absurdo y trágico, no suele ser la mejor receta para acertar en las reflexiones, pero la salvajada a la que nos hacen asistir es de tal magnitud que merece una nota acalorada, me parece.

La invasión de Ucrania por parte de Putin puede obedecer a miles de motivos subjetivos del dictador (no creo que haya demasiadas dudas sobre ese punto: es un dictador, a secas) y ninguno de ellos merece el más mínimo comentario o alcanza, ni remotamente, el grado de justificación. Esto debe quedar claro y nítido: no hay justificación, excusa, motivo o razón que justifique el retorno a las cavernas y a validar lo peor de la condición humana: la guerra.

Esta guerra, como siempre, pasará por encima de los ciudadanos normales, tanto de Ucrania como de los rusos que tengan que soportar las sanciones -no la respuesta militar- de un occidente más dividido de lo que sería aconsejable. Otra vez serán ellos, encabezados por las eternas mujeres violadas y los niños hambrientos, los que sufran el horror mientras que Putin y sus amiguetes corruptos seguirán disfrutando del poder.

Hay que aislar a Putin, hay que aislar a Rusia, hay que hacer un frente  sólido que le impida cualquier intercambio económico con el mundo civilizado. Debemos conseguir que sólo pueda entenderse con Cuba, Venezuela, Corea del Norte y con Irán, además de una China que, como siempre, hará lo que a China le interese, pero hay que recordar que China se la tiene guardada a Rusia: los desprecios a Mao y la falta de ayuda para detener la invasión japonesa en el protectorado de Manchuria, así como la farsa de la ofensiva contra los japoneses tres días antes de concluir la II Guerra Mundial para justificar su participación en el reparto de los despojos, van a condicionar, sin duda, la postura de ese estado.

Hay que cortar el SWIFT, hay que prohibir los vuelos, hay que acogotar a los paraísos fiscales hasta conseguir que suspendan toda transacción con Rusia y con los capitostes y mafiosos del régimen de Putin; hay que invalidar los pasaportes rusos; hay que invalidar las nacionalidades concedidas a los rusos a cambio de la compra de propiedades inmobiliarias; hay que detener cualquier transacción comercial o exportación de bienes: ni agua, ni fuego, delenda est.

Si el horror es enorme, la longitud de este escrito no lo es: hay tan poco matiz, tan poca argumentación, tan poco recorrido fuera del absoluto rechazo, que no creo que más texto pueda justificarse. Si occidente no reacciona con contundencia, el sueño enloquecido de Putin de recuperar la extensión territorial de la antigua URRS, no habrá hecho más que dar los primeros pasos de un largo camino lleno de violencia y devastación..

Hay que aislar y parar a Rusia, como sea.

Aislar a Putin