jueves. 28.03.2024
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Victoria aplastante de la coalición de centroderecha (que suma un 42%, frente al 26,7% del Movimiento 5 Estrellas y una centroizquierda en caída libre, con el PD que apenas obtiene el 13% de los votos de lista).

Vamos con orden. En primer lugar, se destaca la importancia de las elecciones regionales como barómetro del sentimiento nacional. También hace 5 años, las elecciones sicilianas fueron el último gran baile electoral antes de las generales de febrero 2013. En Sicilia salió ganando el candidato de centroizquierda, Rosario Crocetta. El resultado regional se replicó en las elecciones generales de unos meses después, con el centroizquierda que salió como primera fuerza del país (sumando los votos del PD y de otros partidos minoritarios) y el auge del Movimiento 5 Estrellas (que, en las votaciones por la Cámara de los Diputados, fue hasta primer partido). Sin entrar en detalles poco interesantes, se puede afirmar que las elecciones sicilianas celebradas el pasado domingo, 5 de noviembre, han sido el último significativo banco de prueba, de cara a las elecciones generales. Una prueba que ha ganado, sin duda alguna, la coalición de centroderecha. La victoria de la coalición conservadora - que sumaba los votos de Forza Italia, liderada por Silvio Berlusconi, y de los dos partidos eurófobos, Fratelli d’Italia y Lega Nord – no está exente de sombras.

Una frágil unión

A pesar de haber vuelto a demonstrar – después de las elecciones locales de junio – que una coalición de centroderecha, en este momento, tumba cualquier posibilidad de victoria por un centroizquierda fracturado y en crisis de identidad, hay un problema de liderazgo. El “nuevo que avanza”, Matteo Salvini, Secretario General de la Liga Norte (aunque la denominación ha cambiado hace muy poco en “Liga”) es uno de los líderes más enérgicos y controvertidos del panorama político italiano. Su discurso racista y xenófobo ha permitido pasar del antiguo clivaje propuesto por la Liga (Norte/Sur) a otro “congenial” por la política nacional. Para concluir esta metamorfosis, Salvini alejó Umberto Bossi, fundandor de la Liga Lombarda y máximo representante del independentismo padano. Posteriormente, remató cualquier pretensión puramente regionalista borrando el “Norte” de la denominación del partido. Una maniobra que se puede enmarcar en esa lucha por el liderazgo de una coalición de centroderecha. Salvini quiere ser el nuevo federador de la derecha. Sin embargo, para llevar a cabo esta tarea, necesita delegitimar el “redivivo” Silvio Berlusconi. El partido del “Cavaliere” obtuvo más del 16% de las preferencias de lista en Sicilia. La lista de los dos partidos eurófobos (Liga + Fratelli d’Italia) apenas alcanzó el 5,6%. Una diferencia que propicia el golpe reaccionario de Berlusconi. El octogenario no quiere dejar su trono, de líder de la derecha, que conserva desde 1994. Sin embargo, nunca tuvo un enemigo interno a la coalición tan carismático cómo Matteo Salvini, gran seguidor de Le Pen y admirador de Donald Trump. He aquí que se conforma, con aún más claridad, la importancia y los riesgos (electorales) por el centroderecha. La lucha por el liderazgo infiere en la sustancia misma de la coalición y en su mismo electorado. Además, no dependerá únicamente del éxito final, sino también de la vía recurrida para alcanzar el acuerdo entre los partidos de derecha. Si será necesaria una votación, unas primarias de coalición, o si más bien habrá un “gentlemen agreement”, que comprometa todos los líderes a asumir un determinado papel en la formación del próximo ejecutivo. Ésta va a ser una clave de interpretación fundamental para comprender el rumbo de las próximas elecciones nacionales italianas.

El 5 Estrellas, entre el purismo y el gran salto

Quién sale perdiendo las elecciones pero ganando en popularidad y credibilidad, es el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo. Ya se ha hablado mucho de la fuerza de los “pentaestrellados”. Populistas, se definen “post-ideológicos”, recogiendo herencias políticas de grandes líderes del pasado y manteniendo un ojo hacia el futuro, siempre más digital y sustentable. El M5S, según las encuestas, es el primer partido en Italia, ondeando entre el 26% y el 29% de las preferencias. Sin embargo, debido al excelente resultado en Sicilia, se puede producir un efecto Bandwagon (es decir: la “subida al carro” de los indecisos que se expresan tendencialmente por los ganadores). El Movimiento 5 Estrellas ya tiene su candidato: Luigi Di Maio. Vicepresidente de la Cámara de los Diputados. 31 años, nunca terminó sus estudios en jurisprudencia. Sin embargo, es un ábil orador y es la cara más institucional del partido. Será él, quién intentará llevar el 5 Estrellas al cielo, para que se le entreguen las llaves de Palazzo Chigi.

A pesar de la renovada euforia de los estrellados, sin embargo, el partido de Beppe Grillo sigue con su política purista: no mezclarse con “los de siempre”: los del PD, de Forza Italia, de la misma Liga Norte (partido con muchas afinidades, a partir del euroescepticismo). Las posibilidades de llegar al gobierno se reducen, por lo tanto, a la eventualidad de un resultado altamente improbable. Que el 5 Estrellas alcance por lo menos el 40% de las preferencias a nivel nacional, y que gane en una gran parte de los colegios uninominales (ahí donde los partidos tradicionales tienen un arraigo y unas estructuras muchos más fuertes). El sistema electoral – el rosatellum, un sistema mixto que combina el proporcional a nivel nacional y el mayoritario en el nivel local – no favorece el Movimiento 5 Estrellas (en consideración de su electorado y de su distribución geográfica). Sin embargo, el centroizquierda – en este momento limitado únicamente al Partito Democratico, es decir, el partido de gobierno – resultaría aún más perjudicado.

Un partido en crisis y la implosión de la izquierda

Según una encuesta reservada, financiada por el mismo PD, el actual partido mayoritario de gobierno no conseguiría ningún representante en los colegios uninominales del Norte de Italia (ahí donde la “Liga” de Salvini hace más prosélitos y los liberales vuelven a la derecha). Una debacle inesperada, hasta hace unos pocos meses (por lo menos para la mayoría de los analistas).

Cómplice de esta implosión, ha sido el Secretario General del Partido y ex Primer Ministro, Matteo Renzi. El ex alcalde de Florencia, con su forma extrema de ejercicio del liderazgo, ha polarizado tanto la opinión pública, como los mismos electores del partido. Su actitud permitió a las fuerzas de oposición – prevalentemente de derecha - de encontrar un enemigo común. Renzi consiguió ser ese agente unificador de la oposición como lo fue Berlusconi en sus tiempos de oro, en la primera década de este siglo.

Finalmente, no se pueden dejar de lado las eternas tensiones al interno del centroizquierda que, a lo largo de los últimos 25 años, ha cambiado forma repetidamente, con uniones y escisiones, contrastes y apacigüaciones. El liderazgo divisivo de Renzi llevò a la ruptura con varios disidentes de la izquierda. En primer lugar, se marchó Giuseppe Civati (fundador del partido Possibile y que retoma, en algunos aspectos, Podemos). Posteriormente, tras la extenuante campaña referendaria del año pasado sobre la modífica de la Constitución, otros “pesos pesados” dejaron el partido, cómo el histórico socialista Pierluigi Bersani y el joven Roberto Speranza (fundadores del partido MDP, Movimiento Demócratas y Progresistas). Renzi fue capaz de hacer “tierra quemada” a su alrededor, obteniendo una capacidad decisional interna aún mayor y acercándose continuádamente al area de centroderecha: tanto por sus alianzas políticas (a partir de la coalición con el ex delfín de Silvio Berlusconi, Angelino Alfano, actualmente líder del partido de centro NCD), como por las reformas más importantes de su gobierno (destaca, entre todas, la reforma laboral).

Tras la derrota en Sicilia (el candidato apoyado por el PD obtuvo el 18,8% de las preferencias, frente al 34% del candidato “estrellado” y del 39,8% del candidato de centroderecha, Nello Musumeci), su liderazgo ha vuelto a ser cuestionado. El único con concretas posibilidades de reemplazar el actual Secretario, sería nada menos que el actual primer ministro, Paolo Gentiloni: un perfil decisamente más bajo y menos divisivo. Lo que necesitaría la izquierda en este momento, para hacer frente común y conservar una posibilidad concreta de victoria, de cara a las elecciones generales.

Un cuadro delineado con posibles sorpresas y el impasse esperado

Cuándo faltan pocos meses a la celebración de las próximas elecciones, el cuadro parece bien delineado. El centroderecha sale cómo gran favorito. El Movimiento 5 Estrellas, a pesar del límite ligado a su voluntad de no estrechar ningún tipo de alianza política, puede ser la gran incognita. Con casi total seguridad, volverá a ser el partido más votado en Italia. Finalmente, el Partito Democratico tendrá que revitalizarse, tras la última derrota en la Isla, aunque parezca que las ideas se están acabando. El “efecto Renzi” – sinónimo, en pasado, de frescura y renovación – ha desavanecido o, al contrario, empieza a ser una carga insoportable, por un partido que apuesta por los jovenes graduados, mientras sólo consigue captar masivamente el voto de los mayores. La izquierda alternativa, por otro lado, buscará un resultado digno (por encima del 5%), que le permita de llevar en Parlamento entre los veinte y treinta representantes entre (Diputados y Senadores). Ese resultado le permitiría de ser determinante, en caso de impasse por la formación de un ejecutivo. Las encuestas sugieren, de hecho, que ningún polo (entre centroderecha, centroizquierda y M5S) consiga la mayoría absoluta. Hipótesis, al día de hoy, extremadamente probable y que llevaría a otros meses de incetridumbre política. Algo a que los italianos ya están acostumbrados.

Artículo escrito por Alessandro Faggiano, polítologo y redactor jefe de un periódico digital italiano, Termómetro Politico.

Italia se prepara para otro “impasse”