jueves. 18.04.2024
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Foto: Parlamento Europeo.

Con raíces en numerosos pueblos y culturas ancestrales no sería hasta la Convención de la Haya de 1907 "para la Solución Pacífica de Controversias Internacionales" que la mediación y los buenos oficios terminarían de irrumpir en la esfera de las modernas instituciones jurídicas. Por mucho que lo hiciese en el aciago siglo XX de las tres Guerras Mundiales, Primera, Segunda y Fría y, por tanto, sus posibilidades fuesen, de por sí, muy limitadas.

Ya caído el Muro de Berlín, después de la Recomendación nº 98 del Comité de Ministros del Consejo de Europa el 21 de enero de 1998 – que trae razón del Día Europeo que hoy se conmemora – y, muy especialmente, tras las más recientes Directrices de Naciones Unidas para una Mediación Eficaz de 2012 muchos de los que nos venimos dedicando profesionalmente, y como creencia personal en una sociedad más humana y justa, a la mediación como forma de resolución de los conflictos confiábamos, con ello, en un progresivo giro de los acontecimientos, en una definitiva apuesta de instituciones nacionales e internacionales por la ampliación de los espacios e instrumentos de la mediación como parte del propio proceso de progresivo desarrollo y afianzamiento del sistema internacional de Derechos Humanos.

Lamentablemente las cosas no han terminado todavía de ser así, al menos por el momento, aunque, poco a poco, continúan siendo reconocibles nuevos avances.

Y las cosas en nuestro país no terminan, tampoco, de ir mucho más allá. Y así instrumentos como la mediación o el arbitraje continúan siendo la cenicienta de nuestro encarecido y ralentizado sistema de justicia. Esa es la realidad. Continúan siendo mecanismos jurídicos válidos y normales, pero que hasta los propios ciudadanos tienden a desconocer que están a su disposición, y en muchos casos con mayor efectividad y rapidez que el recurso sin mayor reflexión, y como primera opción a los tribunales de justicia – habitualmente tomada por única existente-.

Pero el hecho tozudo es que la mediación continúa representando un enorme potencial aplicativo como buena práctica en la resolución extrajudidial y amistosa de controversias de todo tipo para nuestra sociedad: desde el ámbito de los conflictos profesionales, vecinales, asociativos, en centros educativos... hasta, lógicamente, el más propiamente legislado: familiar, civil y mercantil. Es sólo nuestro sistema de justicia – y educativo, y legislativo... – el que no termina de reconocerle a la mediación el amplio encaje y espacio propio que merece, y ello aún siendo reconocible un creciente interés e incluso recientes propuestas por parte de algunos de los principales partidos políticos del país.

De modo que, otro año más, otro 21 de Enero, conmemoramos el todavía demasiado poco conocido Día Europeo de la Mediación, y lo hacemos pensando que el desarrollo de todo este campo jurídico podría representar una mejora muy tangible y concreta en la calidad de la justicia no ya recibida sino, mucho mejor, voluntariamente autocompuesta - y autoeducativa en la figura del otro y sus derechos -, por parte de los "justiciables". Pensando que, lamentablemente, se está desaprovechando una gran oportunidad para promover un mejor desarrollo social que podríamos tener siquiera un poco más cerca apostando decididamente por instrumentos como la mediación.

¿Hasta cuándo?


Por Elba Trujillo Mesa y Miguel Ángel Rodríguez Arias | Abogados

Asociación Canaria por la Mediación y el Arbitraje (ACMA)

Día Europeo de la Mediación y un momento necesario para la reflexión