jueves. 28.03.2024

Zapatero no se sale del guión previsto y defrauda a casi todos

ISABEL G. CABALLERO
El presidente del Gobierno no ha convencido a la oposición durante su intervención en el debate sobre el estado de la nación que devino en un aluvión de críticas. Su intervención, en pleno ecuador de la legislatura, tampoco generó mucho entusiasmo en las filas socialistas donde no obstante reconocen que era el discurso que tenía que hacer, explicativo, realista y sin ningún anuncio de importancia.
NUEVATRIBUNA.ES 14.07.2010

“Ha sido un discurso muy armado, muy explicativo y muy completo”, aseguró un dirigente del PSOE. “Muy realista y muy reformista”, valoró otro diputado socialista. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, abrió este miércoles al mediodía el debate sobre el estado de la nación con todas las miradas puestas en él, por un lado las de su grupo parlamentario, expectante ante las palabras de su jefe de filas que pasa por uno de sus momentos políticos más bajos; y por otro, de todos los grupos de la oposición que se mostraron inmisericordes en sus primeras valoraciones tras la intervención del jefe del Ejecutivo.

En poco más de una hora, Zapatero pasó revista a las medidas adoptadas por su Gobierno para paliar la crisis y arrancó con el reconocimiento de que este año había sido “duro y muy difícil”. El presidente quiso empezar su intervención en la tribuna del Congreso de los Diputados con el Estatut de Catalunya sobre el que volvió a defender su constitucionalidad y se comprometió a desarrollar aquellos aspectos recortados por el Tribunal Constitucional. Su declaración de buenas intenciones no convenció a los grupos catalanes (CiU, ERC e ICV) que volvieron a exigirle un compromiso más firme en respuesta a la manifestación celebrada el pasado sábado en Barcelona.

El tema no pasó del “prólogo” –como dijo Gaspar Llamazares-, o de “previsible retórica” como lo calificó Joan Herrera que reprochó al presidente no haber entendido que está sucediendo en Cataluña. El portavoz de Esquerra, Joan Ridao, le acusó de “tomar un atajo” para la aplicación del texto y de haber vuelto “al autonomismo de los años 80”. Por su parte, Josep Antoni Durán i Lleida despreció la oferta para desarrollar el Estatut porque llega “tarde” y no “repara” los daños de la sentencia del TC.

Tras esa breve exposición sobre el Estatuto catalán frente al que los 25 diputados del PSC parecen haber optado por no armar más follón pese a las gruesas declaraciones del president José Montilla, Zapatero entró de lleno en el balance de las medidas adoptadas ante la crisis económica y la evolución de la misma. Desde la bancada popular se oyeron risas y algunos reproches mientras que el líder del PP, Mariano Rajoy, prefirió reservarse sus opiniones y desapareció rápido nada más terminar la sesión por los pasillos del Congreso.

Zapatero se esforzó por explicar el porqué de los “sacrificios” en alusión a los planes de ajuste para reducir el déficit, que calificó como “medidas estrictas y duras” y enumeró una por una las reformas estructurales que a su juicio necesita España, del mercado laboral, pensiones y sistema bancario. No olvidó recordar algunos datos positivos de la economía como la salida de la recesión en el primer trimestre del año, la reducción del endeudamiento o la normalización del mercado inmobiliario, “signos alentadores” –dijo- que hacen que el Gobierno mantenga sus previsiones de crecimiento para 2010 en un “ligeramente negativo” -0,3%.

“Se lo digo a todos los ciudadanos: para crear empleo, para mantener e incrementar nuestro nivel de bienestar, para asegurárselo a nuestros hijos, tenemos que lograr un crecimiento más sólido. Hay que hacerlo sin incrementar el gasto público. Y para crecer así, hay que aplicar las reformas que aumenten nuestra productividad”, dijo como mensaje directo a la ciudadanía.

Zapatero consiguió arrancar varios aplausos de las filas socialistas cuando habló de la necesidad de reformar el mercado de trabajo, aprobado por decreto ley tras el fracaso de la mesa de diálogo social. Entre sus objetivos no está “el debilitamiento de los sindicatos. Que nadie lo espere. Siguen siendo la mejor representación de los trabajadores”, subrayó. Respecto a la reforma de las pensiones poco más adelantó de lo que ya se conoce como la ampliación de la edad de jubilación de los 65 a los 67 años, un asunto que para el portavoz del IU, Gaspar Llamazares, acabará “imponiendo” por decreto.

En definitiva: “mantener a rajatabla el compromiso con la reducción del déficit y la austeridad y culminar, con determinación, el programa de reformas que hemos puesto en marcha”, dijo a modo de conclusión. A partir de ahí, las críticas no tardaron en llegar antes de que sus señorías se marcharan a comer con tiempo para volver al hemiciclo a las cuatro de la tarde. La portavoz del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, afirmó que la intervención del presidente sirvió para “certificar un gobierno agotado” y comprobar que “no tiene nada nuevo que ofrecer”. La dirigente popular también criticó el hecho de que Zapatero “haya tratado de vender como logros sus principales fracasos” entre los que citó la Ley de Economía Sostenible. Fue el aperitivo de lo que se esperaba de la intervención del presidente de su partido que abrió turno en la sesión de la tarde.

Durán i Lleida reprochó al presidente que hablara de “cosas conocidas” y de “alguna reforma estructural” a la que restó importancia porque, según dijo, “ya es un clásico”; mientras que el portavoz del PNV, Josu Erkoreka, afirmó que Zapatero se había sometido a una nueva sesión de investidura porque en sus dos años de mandato había hecho una verdadera “contrarreforma” de su programa. Con mucha dureza se mostraron también los grupos de la izquierda como Ridao (ERC), que destacó la falta de “autocrítica” y su “pésima gestión de la crisis” por hacer “cargar el muerto a los más débiles”; al tiempo que Herrera y Llamazares le echaron en cara que se haya pasado “al terreno de la derecha” sin haber esgrimido ni un solo gesto de “un presidente de izquierdas”.

A Zapatero sólo le volvió a quedar el respaldo de su grupo, un respaldo tímido tras haber escuchado un discurso excesivamente plano y hasta aburrido. Las circunstancias así lo obligan y así lo destacó el ministro de Fomento, José Blanco, que aseguró que “no es momento de anunciar sino de explicar las reformas y que otros expliquen sus alternativas”, destacó en clara referencia a Rajoy.

Lo que más gustó entre los diputados socialistas, el bálsamo que contrarrestó la negra fotografía de la situación de crisis fueron las últimas palabras pronunciadas por Zapatero aludiendo a los “valores” que los ciudadanos respaldaron con su voto en las últimas elecciones generales, en concreto las políticas sociales: “Si dejásemos de hacerlo, no sólo es que seríamos otros sino que no cumpliríamos con la responsabilidad que hemos contraído con quienes confiaron en nosotros”, dijo, para terminar haciendo una llamada al “esfuerzo colectivo”.

Desde la tribuna de invitados le escuchó su mujer, Sonsoles Espinosa, así como los presidentes autonómicos José Antonio Griñán (Andalucía); Marcelino Iglesias (Aragón) y Francesc Antich (Baleares). También acudieron al debate el presidente del Senado, Javier Rojo y el secretario de Estado para la Unión Europea, Diego López Garrido. En calidad de senadores (sentados en los escaños junto a los diputados de sus grupos) se encontraba la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín y la portavoz en la Cámara alta, Carmela Silva. Por parte del PP, acudieron María Dolores de Cospedal, Javier Arenas y Pío García Escudero. El presidente de la Cámara baja, José Bono, que tuvo unas palabras de reconocimiento al recientemente fallecido Félix Pons, bromeaba pocos minutos antes de dar comienzo la sesión: -¿Señor Bono, cómo va a dirigir el debate?: “estoy firme y fuerte y no lo voy a dirigir como el árbitro de la final”, dijo en referencia al partido del Mundial de Sudáfrica que dio la victoria a España. Pese a todo, la bronca y los ‘palos’ dialécticos estaban asegurados.

> PDF: Discurso íntegro de Zapatero

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