viernes. 29.03.2024
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El número de licencias de taxi desde el año 1990 hasta el presente, es decir en 28 años, ha pasado de 15.000 a 15.500. ¿Es esto razonable?

Reconozco que escribo impactado por las imágenes en las que un grupo de taxistas apedrea un coche de la competencia en el que iba una familia dentro,  mientras un grupo de veinte colegas fornidos e inconscientes volcaban un Uber o Cabyfy en un aparcamiento.

¿Es necesario llegar a esos extremos para demostrar que se lleva razón en un conflicto mercantil?

No nos engañemos. El conflicto del taxi no es un conflicto laboral. Es un enfrentamiento entre dos maneras de entender un negocio concreto. El traslado de personas que quieren ir de un sitio a otro en un vehículo y por lo que están dispuestos a pagar una cantidad de dinero determinado.

En los últimos años el “status quo” que existía en ese ámbito se ha roto. Además de los taxis tradicionales concedidos de forma “subjetiva” durante muchos años por los ayuntamientos se han sumado de forma legal y autorizada algunas empresas que ofrecen el mismo servicio.

Hasta ese momento los taxis eran los únicos que prestaban ese servicio. Ahora ya no.

¿Y qué está ocurriendo? Que por las razones que sean, se podría enumerar una decena de ellas, muchas personas que antes utilizaban taxis bien individuales o bien de alguna de las numerosas plataformas existentes en ese sector, ahora han dejado de utilizarlos y prefieren irse a la competencia. Utilizan las plataformas digitales y contratar el servicio directamente al igual que reservan en la ciudad una moto, una bicicleta o un pequeño coche eléctrico para sus desplazamientos.

Personalmente sigo utilizando taxis pero reconozco que el 90% de las personas con las que hablo de toda condición se han pasado a la competencia de los Cabify o Uber. No reproduzco sus argumentos para no hacerles publicidad gratuita.

Sorprende que en una sociedad que avanza hacia el libre mercado, en la que te puedes encontrar 40 bares uno al lado del otro en muchas calles del suelo patrio, si quieres desplazarte en coche de alquiler  obligatoriamente tengas que hacerlo en un mismo sistema, con unas tarifas fijas y unas normas únicas. Y además teniendo la incertidumbre cuando paras un taxi de si querrá llevarte o no porque el sitio al que vas está demasiado cerca del punto de partida.

En Madrid, por hablar de la capital del reino, donde actualmente está focalizado el conflicto junto con Barcelona, sorprende un dato incuestionable. El número de licencias de taxi desde el año 1990 hasta el presente, es decir en 28 años, ha pasado de 15.000 a 15.500. ¿Es esto razonable? La demanda de servicios de taxi ha podido multiplicarse por tres o por cuatro impulsada por el turismo, la mejora de los ingresos y del nivel de vida de los madrileños, pero sin embargo, el número de licencias prácticamente no se ha movido.

¿Tendrá que ver algo en esto la estructura gremial del sistema, el negocio de las licencias concedidas gratuitamente y que han llegado a valer más de 400.000 euros?

Alguna razón tiene que haber y debe ser el sector del taxi quien lo explique ya que se ha opuesto sistemáticamente a la ampliación del número de licencias mientras la demanda de viajes aumentaba exponencialmente.

Probablemente si no se hubiera dado el caso de una demanda de taxis insatisfecha, sobre todo en las noches, no hubieran triunfado opciones alternativas.

Es posible que en este conflicto actual los taxistas a base de cortar calles principales de las ciudades, colapsar estaciones y aeropuertos, volcar y quemar coches de la competencia como hace unos meses en Sevilla, consigan sus objetivos y los gobiernos municipales o central se arruguen ante su violencia. Pero me temo que a la larga tengan la batalla perdida. No se puede poner puertas al campo.

Hay un ejemplo palmario que los taxistas españoles deben estudiar. En San Francisco ya en 2016 la compañía más importante de Taxis, Yellow Cab, entró en quiebra debido a la competencia de sus rivales digitales.

En otro orden de cosas, estos días de vuelta y principio de vacaciones muchas personas que habitualmente utilizan taxis le darán a la imaginación para solucionar el problema de alguna manera. Bien usando los numerosos medios de otros  transportes públicos que existen  como el metro, los autobuses y trenes o bien solicitando la ayuda  de la familia o amigos para que los vayan a recoger o llevar a las estaciones y aeropuertos. Igual hasta se dan cuenta que no necesitan un taxi para casi ningún desplazamiento.

Amigos taxistas. Renovarse o morir. Puede llegar el momento en el que los taxis, entendidos como son actualmente, dejen de existir.

¿Y si no hicieran falta taxis?